Alfon enciende la mecha celeste y Fer López mete la directa hacia Europa
El cuadro gallego se lleva el duelo por Europa ante un Mallorca, que llegó muy justo al final del encuentro y se vio superado por la reacción en la remontada del cuadro de Giráldez.
Son Moix llamó al mallorquinismo para que empujara a los bermellones hacia una victoria con color europeo y todos aceptaron el reto. También un Celta lanzado, que está llegando al final como un cohete. El panorama de la séptima y octava plaza ha reactivado una pelea, que da opciones a muchos clubes y premia las dinámicas ganadoras. En eso, los de Giráldez partían con ventaja. Los gallegos llegaban al feudo balear tras siete partidos seguidos sin perder (ahora ocho) y la careta quitada definitivamente como aspirante al sueño del viejo continente.
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Nadie quería equivocarse y el encuentro arrancó con dos equipos que controlaban al milímetro cada paso, con el objetivo de minimizar errores. Los bermellones se veían más obligados a llevar el peso por su condición de local y lograron encontrar a Vedat Muriqi en el área celeste. El kosovar ganó un duelo a Javi Rodríguez y Starfelt y provocó un conato de ocasión, que no aprovechó Asano. Los de Arrasate, con una marcha más.
El balón parado podía ser un arma arrojadiza que actuara como juez y parte en Son Moix. En esa faceta Sergi Darder es un alumno aventajado. El '10' del Mallorca puso una rosca con música para que Martin Valjent golpeara con la cabeza el cuero, con un giro de cuello, que llevaba toda la intención de tocar la red. Nada pudo hacer Vicente Guaita y el Mallorca se apuntaba el primer tanto del partido pasado el primer cuarto de hora.
El Celta intento reaccionar, pero no encontró situaciones claras para hacer daño a un Dominik Greif, que vivió muy tranquilo durante el primer tiempo. Mingueza dio un pequeño susto con su rodilla, que acabó quedando en nada, pero Muriqi sí tuvo que pedir relevo. El delantero del Mallorca dejó su sitio a Cyle Larin cuando agonizaba una primera mitad, que terminó con la ventaja local por la mínima.

El giro radical de la segunda parte lo lideró Alfon, que empezó a generar superioridades partiendo desde la izquierda y con la superioridad de un talento consumado. Los cantos de sirena de la semana han impulsado al manchego, que destapó el tarro de la magia y no lo guardó hasta que encontró el empate y encarriló la remontada viguesa.
Recibió en su costado favorito, para desplazarse hacia el centro hasta que encontró un hueco para rematar ajustado a la red. El golazo de Alfon equilibraba un partido, que empezaba a mostrar un desequilibrio en energía y frescura. El Celta crecía al tiempo que el Mallorca empezaba a perder oxígeno. Arrasate metió a Antonio Sánchez y Valery para reactivar a los suyos, pero la respuesta de Giráldez fue un golpe demoledor: la entrada de Fer López.
La última perla del cuadro gallego volvió a sustituir a Iago Aspas, en uno de esos cambios que van con mensaje de sucesión. No tardó en dejar su sello, que acabó siendo definitivo en el encuentro. Mingueza puso un balón desde más de 30 metros, superando todas las líneas mallorquinistas, para que Fer López leyera la acción como un veterano y rematara con la ilusión del que se estrena como goleador en Primera.

El Celta acababa de remontar con un derroche de calidad, fantasía y empuje, que empieza a ser algo más que una seña de identidad. Los gallegos pudieron sentenciar a un Mallorca, que sintió como un puñal la lesión de Muriqi, pero se cruzaron con Greif. Larin no aprovechó los momentos de lucidez de Darder y hasta Son Moix dejó de creer y mostró su enrarecimiento con un ambiente que admitía que hoy los puntos se teñían de celeste.
Europa sigue abierta para todos los públicos y esa séptima y octava plaza dejan un horizonte lleno de segundas oportunidades. Los de Jagoba Arrasate siguen vivos en la pelea, pero el Celta no solo ha dado un golpe sobre la mesa en la carrera por alcanzar la meta, también ha mostrado un alarde de ilusión y confianza, que en abril puede marcar la diferencia entre celebrar algo histórico o acabar muriendo en la orilla.