El Almería da otro disgusto al Barça y mantiene viva LaLiga

Como si aún arrastrara la tristeza de la eliminación europea, un Barça irreconocible jugó uno de los peores partidos de la temporada. El Almería, sabedor de cómo podía agrandar la herida blaugrana, le pasó por encima. Al Barça le pincharon y no salió nada, como si no quedara sangre o LaLiga ya la estuviera acariciando.

No existió el Barça de los centrocampistas. La intensidad se la dejaron en Old Trafford. También la presión adelantada, uno de los mejores delanteros de este equipo. En el primer tiempo, de hecho, los de Xavi tan sólo recuperaron tres balones en campo contrario. En el Almería, Carlos fue la hoz y Eguaras el martillo. Los dos pivotes de Rubi impusieron su régimen y pintaron de gris el fútbol blaugrana.

El Barça se enfrentará al Madrid tras caer, otra vez, en Europa y dejar una versión triste, desganada, en Almería. Y el próximo fin de semana, partido trampa ante el Valencia. En el intermedio de la eliminatoria ante los blancos, no estarán, por sanción, ni Raphinha, ni Gavi ni tampoco Xavi en el banquillo. Está en las manos del equipo explicar si el punto de soberbia y relajación de Almería fue tan sólo un accidente puntual.

El centro del campo del Barça perdió las llaves del partido y los medios se perdieron entre la férrea defensa del Almería. Xavi mandó a la última línea a Ferran, Lewandowski, más las llegadas de Gavi y Kessié. Por izquierda, como viene siendo costumbre, Jordi Alba aparecía por sorpresa. Para cuidarse, Rubi hizo descender a Leo Baptistao en defensa. Apuntaló el costado derecho, propiedad de Chumi, ex del Barça.

El ajuste de Rubi puso a prueba la mentalidad de Leo. El atacante del Almería fue un futbolista de pies brasileños y mentalidad alemana. No regaló metros a Jordi Alba, no le concedió ningún metro. Mientras el Barça le confiaba a Alba sus ataques cuando las ideas no terminaban de fluir, Baptistao hacía de cerrojo. No pareció el segundo equipo más goleado del equipo. En ataque, percutió entre líneas, cerca de la banda derecha y dando ritmo a los ataques de su equipo. Su partido, más que un granito de arena.

El central, siempre polarizado desde fuera, se ha convertido en la víctima de análisis minuciosos cada vez que juega. Por un lado están los que sólo imaginan centrales como gigantones con heridas de guerrera y juegan al patapúm parriba. Por el otro, los que conciben a los centrales como finos centrocampistas. En el centro del debate está Eric.

No todos los futbolistas optan a la eternidad. Tampoco a alcanzar el pico de su carrera a los 20 años y mantenerlo hasta el retiro. Tan importante puede ser un futbolista titular como uno que tenga un rol secundario. Eric está en el foco de debates ideológicos. Y la realidad es que tiene condiciones excelentes para ser central del Barça, al mismo tiempo que, probablemente, no cumpliría en un equipo de Mendilibar. En el fútbol, todo son contextos y perspectivas.

El Almería martilleó la espalda de Eric con la velocidad de El Bilal y Luis Suárez. Supo como desnudar las carencias del catalán. En ataque, no jugó pases tan punzantes como de costumbre. Al igual que Busquets, Eric es un futbolista que depende del entorno. Si el equipo sabe potenciarle, brilla. Sino, se le ven las costuras. El equipo no le acompañó. Hasta Christesen, abonado a la excelencia silenciosa en cada partido, falló en el gol del Almería.

No era el momento de caer, sino de volver a levantarse. La derrota en Almería puede ser más peligrosa de lo que parece. No por dejarse tres puntos -y que el Madrid recorte uno-, por eso el Barça se ganó el mérito a pinchar, sino por la sensación que dejaron. Al Barça le diría que la eliminatoria ante el Madrid tiene que ser otro impulso.

Si a la decepción de caer en Europa se le suma una nueva caída en Copa, las alertas saltarían automáticamente. Ganar esta Liga debe ser algo innegociable, la carta para decir que sí, que pese a todo, el Barça ha vuelto. La Liga tiene que sellarse cuanto antes, pecar de soberbia es un error. Este equipo aún no ha demostrado nada y más de un equipo le ha puesto en su lugar.

En el minuto 20, Xavi abroncó a Busquets. Le pidió más intensidad al equipo. Gavi y su sangre caliente fueron los únicos que se presentaron en Almería. Xavi pidió más sus hombres, porque la intensidad no es sólo cosa del Liverpool de Klopp o el Atleti del Cholo, que les hace desgañitarse cuando un futbolista tuerce el gesto. La intensidad es el eje sobre el que se vertebra el corazón y el fútbol de un equipo. El Almería avisó, ahora le toca responder al Barça. El susto debe ser sólo eso, un aviso. Ha aparecido el primer fantasma y hay que espantarlo cuanto antes.

Luis Suárez y El Bilal Touré tienen la capacidad de simplificar el fútbol. Mientras unos se encallaban atacando, descifrando las fórmulas de Rubi, los delanteros del Almería se lanzaban al espacio y hacían temblar a los centrales blaugranas. Los andaluces se encerraron en su campo, fue su forma de tirar el anzuelo. En ataque, intentaron apuñalar la espalda de Eric. Le ganaron los primeros duelos.

En un partido de mínimos, en el que Rubi quiso que pasaran pocas cosas, El Bilal y Luis Suárez potenciaron los ataques. Su velocidad provoca que se metan en la cabeza de sus rivales. Son una amenaza invisible. Aunque el Almería esté defendiendo, los atacantes saben que en caso de pérdida todo se puede volver en contra. Correr hacia atrás contra Touré y Suárez es hacerlo con botas de acero, todo parece más lento. Con esta eficacia y amenaza, el Almería debería andar más tranquilo en la tabla.

Faltaban 15 minutos para el final del partido cuando Xavi llamó a Ángel Alarcón y Pablo Torre, que no jugaba desde el partido de Ceuta en Copa del Rey. Se marcharon Sergio Busquets y Sergi Roberto. Ante la emergencia, Xavi apostó por la juventud. El equipo andaba desubicado, no logró encontrarse ni en la primera parte ni tras los ajustes de Xavi.

Alarcón partió desde la banda y terminó intercambiando su posición con Ferran, que se había ubicado cerca de Lewandowski, para buscar el gol. Pablo Torre, más atrasado, se juntó a De Jong para mejorar la circulación de balón del Barça. El primer disparo del equipo, en el minuto 81, lo hizo Alarcón. El mensaje de Xavi fue claro.