El Barça ya está en Los Ángeles y Alasni tiene el autógrafo con el que soñaba

Los Ángeles (Estados Unidos). Son las cuatro de la tarde y tres amigos mexicanos esperan sentados a la sombra del lujoso InterContinental del Downtown de Los Angeles. Diego, uno de los colegas, lleva una camiseta enganchada a un cartón y quiere que se la firme Xavi. El hotel tiene tres entradas y se atrincheran en una de ellas. "Entran por aquí porque han puesto un par de vallas", comenta. Unos minutos más tarde llega Alasni, una niña de siete años con la camiseta de Gavi puesta. Al equipo todavía le queda una hora y media hasta aterrizar en el aeropuerto.

Alasni, nacida en Los Angeles y de familia mexicana, ha personalizado una pulsera para cada futbolista del Barcelona. Su madre intenta negociar con el hombre de seguridad para que haga la vista gorda y le deje colarse. No le convence. A la entrada del hotel se aglutinan una cuarentena de personas. Diego estaba en lo cierto. A las 17.30 aterrizó el Barcelona y una hora más tarde llegaba al hotel. El InterContinental tiene 73 plantas, es el edificio más alto de la Costa Oeste de los Estados Unidos. En poco más de 20 segundos uno puede llegar a la planta más alta.

El Downtown de Los Angeles se expande hacia el cielo mientras el resto de ciudad escapa hacia los lados. Hacia el mar, hacia la montaña. Hay decenas y decenas de kilómetros de punta a punta del condado. Desde la cima del InterContinental, Los Angeles parece una ciudad infinita. Centenares de carreteras en forma de lenguas serpenteantes manejan un tráfico denso a esta hora de la tarde. Desde arriba ni siquiera se ve el mar, una bruma de polución se incrusta en el horizonte. Ni rastro del cartel de Hollywood. Se ve, eso sí, el Crypto.com, casa de los Lakers y los Clippers. Un poco más lejos, el Memorial Sports Arena, la que será casa del Barça durante los próximos días.

El Downtown es la zona noble de la ciudad. Unos sueñan con ir escalando pisos hasta llegar a la cumbre de sus rascacielos. Los que están abajo se contentan con sobrevivir. Debajo de varios rascacielos hay tiendas de campañas de sintecho. En algunas zonas se forman incluso campamentos. En la manzana donde se hospeda el Barcelona hay personas que hablan solas a las que las drogas les encerraron en su propio mundo. Otros bailan sin música, como si unos altavoces invisibles colgaran de los rascacielos. Forman parte del decorado de una ciudad que les convierte en invisibles. Los 'Nadies' de Eduardo Galeano.

La cuarentena de aficionados que espera al Barcelona se sume en el microuniverso que han generado a la espera de ver llegar a sus ídolos. Chillan por un autógrafo, regatean a la seguridad del club. Y entre todos esos gigantes, la mayoría latinos -el grueso de aficionados al soccer en el país- Alasni busca el autógrafo de Gavi. Del autobús bajan Ter Stegen, Oriol Romeu o Gündogan. Cuando aparece el andaluz, Alasni se bloquea. Lleva la camiseta blaugrana con su nombre en el dorso. En las manos, la segunda equipación de la temporada pasada, también con Gavi serigrafiado.

Alasni tiene la suerte de que Gavi se detiene delante de ella para empezar a firmar autógrafos. Firma balones, fotos y hasta una elástica de Leo Messi. Y finalmente su camiseta. Luego aparecen Lewandowski o Dembélé, pero ya no le importa. Dentro de una semana verá por primera vez al Barcelona. Tiene entradas en la segunda fila, custodiará el arco de Ter Stegen. "Me firmaron Dembélé, Gündogan, De Jong y Pedri. Mañana volveremos a ver si agarramos a más", dice Diego. Alasni regresará para intentar entregar las pulseras a los futbolistas. Hará guardia en el hotel. Los ángeles de Xavi ya están en su búnker. Las estrellas llegaron Hollywood.