El Barça ya juega como el equipo campeón
![Raphinha, celebrando el 1-3 en Sevilla. /GETTY](http://s1.sportstatics.com/relevo/www/multimedia/202502/09/media/cortadas/raphinha-sevilla-R0nL5SYm18gOmaNuJdletAO-1200x648@Relevo.jpg?w=569&h=320)
El Barça enseñó en Sevilla cómo respira un equipo campeón que, aunque no lo sea, ya juega como si lo fuese. Y los títulos se ganan sintiéndose campeón sin serlo, es decir, sin la condición nobiliaria que te da grandeza, pero sí con la determinación de quien por mucho que haya perdido se sigue viendo como un ganador. En 10 minutos resolvió un partido cerrado a base de acierto desde el banquillo con los cambios, de talento en estado de gracia con Pedri y Raphinha y la capacidad de sufrimiento que ya se mostró en Arabia para decirle al mundo que este equipo no le hace ascos a nada. Flick lo abraza todo.
Quién iba a decir que el Barça más joven de siempre se sentiría con tanta vida ya vivida y a la vez tanta por vivir y que sería capaz de no solo sobrevivir a escenarios que antes le consumirían por completo, sino que es capaz de jugar bien en el padecimiento, aceptando aquello que te llega en vez de quejarse por lo que no te llega. Flick ha instaurado una mentalidad caníbal de tal forma que el equipo se encuentra presionando al portero estando con 10, yendo a rematar una falta con todos los defensas en el minuto 89 ganando 1-3 y con uno menos o celebrando cada despeje como si el fútbol del Barça se jugase en las trincheras. Disfruta muriendo y no te importará morir. Y así este Barça no muere aunque lo maten, como el Agente Smith en Matrix; ante cada bala sale uno de nuevo.
Pedirle a Araújo que tire el fuera de juego en cada acción como si le fuese la vida es como pedirle a Usain Bolt que no corra cuando ve una pista de atletismo. No se puede negar la naturaleza del jugador, y la de Ronald es la de un depredador de espacios, de ir, corregir y chocar, y sin eso su defensa carece de sentido, como un mar sin agua. Vale decir que quizás para el Barça no sea imprescindible ir siempre al filo de la navaja, incluso sacando el rival de centro, pues hay veces que es mejor minimizar lo que intuyes que lanzarte al vacío, y más cuando un milímetro te cuesta la vida. El Barça se volvió a entender con Íñigo y Cubarsí.
Fermín salió expulsado para que la gente no enloqueciera. Impensable pensar qué se diría de un jugador como él, con esa determinación y sensibilidad, si jugase en otra liga, lejos de aquí. Se expulsó para bajar las expectativas y que el culer frene la verborrea que acompañaría sus últimos partidos, repletos de goles y jugadas que valen mucho dinero. Quién no se frena en su empeño de demostrar que es el mejor es Pedri, que harto de que dijesen de él que no asistía ha decidio que cada pase de gol valdrá por dos, que no habrá asistencia que no merezca la pena ser repetida en bucle, como si la eficiencia solo se entendiese con la belleza. Así debería ser siempre. El fútbol es Pedri.