El Barça no necesita ni los goles de Lewandowski ni a Dembélé: ya tiene a Araujo

El Barça ya no necesita ni los goles de Lewandowski ni a Dembélé para ganar. Ni para dispararse en la clasificación. A falta de un partido por jugar, el Madrid ve al Barça muy arriba: once pisos por encima. Xavi ha hecho madurar tanto al equipo que ya no depende de quienes fueron sus pilares. Es la enésima demostración de que este Barça es el de los centrocampistas. El día que no estuvo Busquets, Pedri y De Jong se hicieron con el timón.

Desde que Lewandowski regresó de la lesión parece que al polaco le falte un punto de pulcritud, de finura. Se estampó ante el pecho de Pepe Reina en una ocasión que tiempo atrás se hubiera contabilizado automáticamente como gol. El Barça dominó durante todo el primer tiempo, pero sufrió su asignatura más pendiente: la incapacidad de cerrar partidos. Y el Villarreal, que nunca se desenganchó del partido, enseñó las garras tras el descanso. El aura del campeón del Barça terminó pesando más. Quién necesita marcar el 2-0 si tiene a Araujo de 'segurata'.

En la última visita del Barça a Vila-real, Xavi planteó un marcaje individual de Eric Garcia, entonces como lateral, sobre Moi Gómez. Aquella tarde, Estupiñán martilleó la banda derecha blaugrana. En el regreso a La Cerámica, Kounde ha ocupado el lugar de Eric. El cortafuegos, como siempre, ha sido Araujo. El uruguayo es el Haaland de los centrales. La carrera a campo abierto que le ganó a Yeremy Pino en el primer tiempo es, simplemente, una más. Dejó acciones salvadoras durante todo el partido. Araujo eleva el arte de defender.

Poco importa que el Barça se pueda descoordinar en la presión adelantada. O que parezca una locura defender a más de 50 de metros de Ter Stegen. Araujo dota de cordura el sistema. Este Barça, eminentemente superior al de hace un año, también hace mejor a Araujo, le cose las costuras que puede tener con el balón. Tras naturalizar el pie de Ter Stegen como quarterback del Barça, se han naturalizado el extraordinario nivel defensivo de Araujo. El próximo jueves, Rashford, uno de los delanteros más en forma del mundo, visitará el Camp Nou. Araujo espera ese día como un niño la mañana del 6 de enero.

A veces se dice que hay futbolistas que juegan su partido. Pasaba con Dembélé antes de que Xavi empezara a cuidarlo. Sucede lo mismo, aunque con un fondo radicalmente distinto, con Pedri. El canario siempre juega 'su partido'. Y siempre es perfecto. O roza la perfección. Además, ahora le ha sumado una nueva capa a su fútbol, es cada vez más goleador. De sus últimos 15 tiros a puerta, 10 han terminado en gol.

Y a su lado tiene a De Jong. Si durante muchas temporadas el termómetro del Barça fue el comportamiento de Busquets en campo contrario, De Jong es ya el mercurio blaugrana. En la primera parte recuperó nueve balones cuando su media es de seis por partido. Al neerlandés no le importa que su fútbol delicado se embarre cuando tiene que defender.

Ante el Sevilla se sacó de la chistera un toque con el exterior que terminó en otro tanto blaugrana. Kessie, rodeado de globertrotters como De Jong, Gavi o Pedri, a veces parece que juegue a otra cosa. Se le etiqueta de guerrillero, se le destaca el músculo, la intensidad. Conceptos denostados, superficiales. Jugó el mejor partido desde que fichó por el Barça.

Kessie es algo más que eso. Xavi le convirtió en su llegador al área. Ante el Villarreal hizo de Busquets, el Barça no necesitó apartarle de la circulación de balón. Jugó emparejado a De Jong y no desentonó. El ex del Milan hablaba un idioma totalmente distinto al blaugrana cuando llegó al Camp Nou. Tan sólo necesitaba tiempo.

El fútbol moderno ha abandonado a los regateadores. Mendibilibar reconocía que parte de la culpa es de los entrenadores. Si uno va a ver partidos de fútbol base, es común ver cómo muchos entrenadores insisten a los niños a no jugársela. Se instala la cultura del miedo. Y eso, sumado a que las calles son zonas libres de balón, el regateador se muere. El problema con la gambeta es algo prácticamente sociocultural.

En Villarreal hay dos jugadores dispuestos a salvarlo, a darle unos años más de vida. Chukwueze, el que más regatea por partido de LaLiga, y Yeremy Pino demuestran dos cosas. Primero, que el regate es necesario. Y segundo, que el fútbol moderno de equipos como los de Setién no marginan al gambeteador. Yeremy, desde una posición centrada, se ahogó ante el tsunami que fue Araujo. Que sigan naciendo agitadores como ellos es una responsabilidad colectiva. Y la obligación de los entrenadores de potenciarlos.

La historia del Barça y Setién tiene algo de As Bestas. La obra de Sorogoyen comienza presentando quiénes son los buenos y quiénes son los malos. Los personajes llevan las etiquetas colgadas. Pero con el paso de la película se caen y el espectador se pierde: ya no sabe quién es quién. La historia que contará el Barça sobre el paso de Setién por el Camp Nou y Quique sobre su aventura por Barcelona será distinta. Unos dirán que al técnico le quedó grande el Barça. Otros hablarán de vacas sagradas. Separados, el Barça ha vuelto a ganar y Setién ha vuelto a morir con sus ideas puestas. Hay amores que sólo pueden ser platónicos.