Fuera de Bellingham hace mucho frío

Los simulacros sirven para poco. Cada cierto tiempo, somos víctimas de alguno. Una alarma rompe nuestra quietud sin ver humo alrededor. La intención de quien los organiza es homogeneizar un protocolo de trabajo y acciones para controlar situaciones de descontrol. Pero cuando la ficción desaparece y se abre camino Doña Vida, lo programado se salta el guión. Desde las acciones a las emociones. No existe una guía para el miedo. Ya sea en un incendio o en una lesión de Bellingham.
En algún momento de esta temporada, más de un madridista se habrá quedado mirando al vacío pensando en un Madrid sin el inglés. Para estar preparado cuando llegue la desgracia. Seguramente, el escalofrío de ese momento no tuvo comparación con el pánico que sintió al ver al jugador caer y quedarse inmóvil en el césped del Bernabéu, dolorido en su hombro izquierdo. Una cosa es hacer ficción y otra que te anule la indefensión. Entre las llamas o cuando el cuerpo del mejor jugador amenaza con tocar a retirada. El estadio, acostumbrado a pulsos acelerados, los vio detenerse. Hasta que Jude, después de ser asistido y mimado durante cuatro minutos, se probó, asintió y devolvió el sentido a la afición a la vez que regresaba al campo.
En su obsesión por beberse el Madrid, en cada partido intenta asimilar a alguna leyenda. Si el dorsal y sus movimientos de Nureyev le ponen frente a frente de Zidane (antes del descanso, pintó un cuadro en una baldosa), si sus estadísticas en el inicio de temporada le están sentando junto a un animal insaciable como Cristiano, este domingo quiso parecerse a Pirri y su hombro dolorido en aquella final de Copa contra el Barça. Aún tiene que sufrir y verter sangre el británico para parecerse al futuro presidente de honor, pero Bellingham lo concentra todo en este Madrid. Acabó el partido con dolor: en su articulación y por el resbalón. Esta vez no marcó y los blancos tropezaron. Esa es la realidad de este Madrid que malgastó el botín del Clásico.
Al inglés no se le fichó para ser el nueve, pero lo está siendo por esa virtud tan suya de desaparecer de la jugada y aparecer donde menos se le espera y porque el ataque del equipo patina. Ha marcado 13 goles, casi el 50% de los que registra el Madrid (28), y detrás de él se han escondido las humedades. El Rayo las puso en evidencia con un planteamiento eficaz en las trincheras. Sin Benzema, ni Vinicius ni Rodrygo están siendo capaces de coger el relevo goleador. Por 'hache' o por 'be'. El primero ha menguado ante la portería, primero por su nueva ubicación y después porque parece instalado en una batalla constante contra los elementos. El segundo está metido en una pelea consigo mismo y tampoco aportó cuando Carletto le dio entrada tras modificar el sistema a un 1-4-2-3-1. Ese es otro melón: el técnico parió un esquema para Bellingham, pero no encuentra el zapato que le encaje a los dos brasileños.
Tal vez Ancelotti, para picarles, en la previa del partido contra los de Francisco aseguró que ambos acabarán la temporada con más tantos que el inglés. Tiene que cambiar mucho el decorado para que el italiano gane la apuesta. Vini aporta porque en su naturaleza está la agitación y la insistencia, pero no está siendo determinante (el año pasado llevaba 10 goles a estas alturas y este suma tres). Rodry, de sangre más fría, ha olvidado su papel de bote salvavidas y parece un pájaro con un ala rota, incapaz de remontar el vuelo (nueve goles acumulaba en la 22-23 por los dos de ahora). Joselu, el tercero en discordia y el menos preferido en los sillones de piel del Bernabéu, salió al rescate varias veces en casa y suma los mismos tantos que sus dos compañeros juntos, pero esta vez Dimitrievski le electrocutó.
Cuando se le preguntó a Ancelotti por la evidente falta de gol si no aparece Bellingham, se refugió en un discurso en el que subrayó la creación y aseguró que la plantilla dispone de muchos más recursos... sin revelar ninguno. El Real Madrid tiene muchas carencias en la vanguardia y se hizo muy visible contra un Rayo que supo muy bien encerrarse, con eficiente seguridad y magnífica personalidad. No se puede decir que los blancos no dominaran, pero tampoco que los vallecanos sufrieran demasiado. Ni siquiera en esos minutos finales en los que se produce una crecida de nervio y efectividad supieron los blancos reconocerse, mellados.
Manuel Fraga hizo popular una frase con tono amenazante hacia aquellos cargos que amagaban con irse del partido: "Fuera del PP hace mucho frío". Pensé en ella cuando vi retirarse a los madridistas, entre cabizbajos y frustrados, porque fuera de los goles de Bellingham, el equipo se congela. El tropiezo contra los de Vallecas puede valer como ejercicio de ficción para una plantilla que depende demasiado del estado de gracia del '5'. Marcar en cada partido, para un jugador que no es delantero, es un escenario insostenible. ¿Y si se hubiera lesionado Jude? Como pille una baja y Ancelotti no logre centrar a Vinicius, enchufar a Rodrygo, mejorar la puntería de Joselu y dejar a un lado sus prejuicios con Brahim, sí sonarán las alarmas. Y entonces no será un simulacro.