Benzema y Rodrygo se divierten antes de llegar a las Copas

Como el título le caerá al Barça de maduro, LaLiga se ha convertido para el Real Madrid en un trámite tras otro, en entrenamientos para llegar con filo a la final de Copa y a la eliminatoria de Champions contra el City. El papeleo es engorroso pero no queda más remedio que pasar por él. Es mejor asumirlo, dejar la desgana atrás para no sufrir bofetones como en Girona y finiquitarlo cuanto antes. Con ese espíritu salieron los de Ancelotti ante un Almería de reservistas, con la cabeza más en Elche que en el Bernabéu y que nunca fue un peligro. Sobre todo Benzema, que sí tiene motivos para enchufarse en LaLiga. Antes de llegar a las copas, el francés aceleró en la lucha por el Pichichi, marcó tres goles y ya está a dos de Lewandowski (19).

A la velada del galo se apuntaron un Rodrygo de cátedra (gol y bellísima asistencia) y un Vinicius que fue asistente y, de nuevo, protestante. Se ganó la amarilla por encararse con el árbitro después de sufrir una falta clarísima de Mendes que quedó sin castigo. El brasileño tiene razón, pero se la quita con sus reacciones. En cualquier caso nadie duda de que los tres ya son el tridente de cabecera de Ancelotti. Fue una tarde apacible para el Madrid, que salió con el orgullo herido tras el petardazo en Girona, y pidió perdón a su afición con trazos de arte y una fiesta a siete días de ir a por una Copa.

Junto con el de Courtois, el regreso al equipo de Benzema fue la mejor noticia posible. Reapareció con nervio y goles. Para el francés, LaLiga sigue teniendo sentido. En primer lugar para alcanzar el ritmo adecuado, porque cuesta mucho arrancar si se para el motor y ahora, por delante, aguardan varias pendientes. Y en segundo término porque, aunque el liderato ya no esté en la cabeza de ningún madridista, sí lo está en la suya el reto del Pichichi. Contra el Almería, uno de los mejores invitados para los blancos este año, marcó tres (uno de penalti) y se sitúa a dos de Lewandowski (19). 

Está siendo una temporada extraña para él, con frenazos por lesiones y autorregulaciones. A pesar de ello, mantiene estable la aritmética del Benzema post-Cristiano. Una transformación de gato a lince que le ha llevado ya a superar a Hugo Sánchez como cuarto máximo goleador de la historia de Primera (236). Por delante, tiene a la Historia: Zarra (235), Cristiano (311) y Messi (472).

"Es uno de los regates más especiales que he visto hacer en mi vida en el Bernabéu". La frase pertenece a Manolo Sanchis, un tipo que sudó la camiseta del Real Madrid durante 533 partidos. Sus ojos lo han visto todo y, por tanto, esas declaraciones ponen en relevancia lo que hizo Rodrygo en el 2-0. Ahora que vivimos en una época en la que todo hay que definirlo en pocas palabras, la jugada del brasileño podría calificarse de obra de arte, una de las mejores de LaLiga.

En el minuto 16, recibió en la derecha un balón de Lucas y llegó hasta la línea de fondo. Samuel Costa le cerró el camino. No había escapatoria, salvo para Rodrygo, que ideó un plan en un fogonazo. Como Redondo en Old Trafford. Pisó la pelota ante el rival y con un autopase se deshizo de él con un taconazo, completando una jugada bellísima que acabó en el segundo tanto de Benzema. Después, en el 47', redondeó su actuación con un golazo desde fuera del área. Desconocemos si tenía alguna cuenta pendiente con el balón, pero la violencia con la que le pegó con la derecha deja entrever alguna cuita. 

Le ha costado más que a Vinicius, pero Rodrygo ya es innegociable en las primeras intenciones de Ancelotti. Siempre con la sombra de la comparación con su compatriota, por procedencia, coste y tendencia al debate en el aficionado y crítica, esta temporada se ha sacudido cualquier atisbo de complejo. Los momentos acaban llegando y el suyo se grabará en esta temporada. Ya ha echado a un lado la timidez para dejar paso al liderazgo. Hoy se divirtió.

Vinicius se imaginó una cita feliz en casa tras un nuevo jaleo en Girona. Intuyó un partido disfrutón, con llanura para correr y un rival amigo. Muy pronto comprobó que lo que anticipó, se cumplió. Desde el pitido inicial de Cuadra Fernández adoptó una actitud estimulante, con brío. En el 3' ya le mandó un dulce a Karim, que acabó despejando Fernando. Un minuto después, controló de maravilla un centro en largo de Militao, se marchó con extrema facilidad de Mendes y, con el exterior, asistió a Benzema para que inaugurara el marcador. El brasileño no mira el escudo del contendiente para medir esfuerzos, siempre a toque de corneta. Además, esta temporada se ha revelado como el primer servicio de asistencia: ya acumula 20 (y 22 goles). Esa es la cara… pero también apareció el envés.

La cuota de polémica, incluso en tardes tranquilas, también le acompaña. En esta ocasión, los hechos fueron los siguientes: en el minuto 40, Mendes le hizo una falta clarísima, agarrándole de forma continuada por detrás e impidiéndole progresar. Cuadra Fernández se hizo el sueco y no amonestó al futbolista del Almería. Eso prendió la corta mecha de Vinicius, que se fue a por el colegiado y le protestó airadamente. Desenlace: fue él quien acabó con amarilla. Después se alejó aplaudiendo, jugando con el fuego de la expulsión. Esta jugada representa muy bien la polémica que rodea a Vini: lleva razón (Mendes debió ver tarjeta y debió ser expulsado después por un pisotón desproporcionado a Ceballos), pero la pierde cuando reacciona de esa manera. Es la décima amarilla de Vinicius (se perderá el partido ante la Real) y sólo cuatro llegaron después de una falta; el resto, por protestar...

Plantarse en el Bernabéu pensando en el día después suele ser letal para los equipos que viven en el sótano de clasificación. El Almería se encuentra en permanente huida del descenso y, a falta de siete jornadas y con la muerte en los talones, el Real Madrid no pertenece a su Liga. Tiene 33 puntos, dos por encima del abismo. Por eso Rubi se guardó armamento. Fue un grupo afeitadísimo, con ocho cambios con respecto al triunfo ante el Getafe. Su salida resultó amable e inocente (qué ingenuo fue Ramazani en el penalti a Lucas), dejando claro que sus principales grietas están en defensa. No en vano solo un Elche que desprende olor a Segunda ha encajado más goles que él.

Pero este Almería tiene el sello de Rubi. Juega bien. Su buen trato con la pelota, unido a las frecuentes desconexiones atrás del Madrid, le dio dos satisfacciones. La primera en el 45'. Lázaro batió a Courtois a pase de Ramazani tras otra renuncia defensiva. La segunda, en el 60', cuando Robertone marcó el 4-2 después de un exceso de confianza de Kroos en la salida de balón. Dos errores blancos como consecuencia de la relajación. Por eso, Ancelotti volvió a no reprimir su enfado por este tipo de descuidos. Por ahí se le fue LaLiga y no quiere que ese agujero engulla la Copa y la Champions.

Hoy los andaluces no fueron amenaza y salieron derrotados del Bernabéu. No era su guerra. Su Liga empieza la semana que viene. Jugará ante Elche, Osasuna, Mallorca, Real Sociedad, Valladolid y Espanyol. Su futuro en Primera pasa por ahí.

En esta tarde de sol y polen en el Bernabéu desentonó, por malo, reincidente y sin remedio (de momento), el estado del césped del Bernabéu. Acostumbrado como estaba uno a una hierba perfecta, con corte a cepillo, este aspecto alopécico da una imagen poco digna para un estadio como el del Madrid. Muchos se acuerdan de Paul Burguess, el jardinero que susurraba a la hierba a cambio de un salario de 600.000 euros al año y que dejó el club hace dos años. Otros señalan a las obras como culpables, incompatibles para mantener con salud el terreno de juego. Que Ancelotti haya alzado la ceja, y la voz, habla de la dimensión del problema. A partir de mañana volverá a trasplantarse el césped. Será ¡el quinto cambio esta temporada! Veremos si esta vez es la definitiva para acabar con este drama.