El lío del Bernabéu con los vestuarios de la NFL ya lo vivieron los Barcelona Dragons en Montjuïc: "Eran de quita y pon, pero estaban chulísimos"
El equipo catalán de futbol americano actuaba como local en el estadio olímpico.

El Real Madrid se verá obligado a derribar los vestuarios del nuevo Bernabéu para acoger un partido de NFL en su remozado estadio, previsto para el próximo mes de octubre o noviembre. Esa zona, en la que se cambian los jugadores, debe ampliarse, adaptándose a las demandas y las peculiaridades del fútbol americano, que requiere de mucho más espacio que en el fútbol, puesto que las plantillas son más numerosas. Constan de 53 miembros, de los cuales el entrenador tiene 45 a su disposición para el encuentro. Hay que sumarle un staff técnico de 20 o 25 personas más, además de médicos, utilleros, fisios, etc. La diferencia es abismal.
Ese embrollo con los vestuarios, que obliga al Real Madrid a tirarlos al suelo y levantarlos de nuevo durante el verano, ya lo afrontaron hace más de 30 años los Barcelona Dragons, un equipo de fútbol americano de Cataluña que compitió en una liga de desarrollo de la NFL que se disputaba en Europa y en el que hizo historia Jesús Angoy, portero y yerno de Cruyff. "De siempre que los vestuarios de fútbol son mucho más pequeños que los de fútbol americano. Más allá del número de personas que se aglutinan en ellos, hay que tener en cuenta que normalmente los jugadores de la NFL son el doble de grandes que los de LaLiga y que necesitan muchísimo más material para competir", comenta Rafa Cervera, que participó en 1991 del nacimiento de los Dragons como jefe de prensa.
"En nuestro caso, el lío todavía era mayor porque nosotros jugábamos en Montjuïc, un estadio olímpico, y los vestuarios eran individuales porque allí iban a competir atletas, no equipos", contextualiza el propio Cervera, que a principios de siglo terminó convirtiéndose en el general manager del equipo barcelonés. "Se adecuaron las instalaciones montando dos vestuarios enormes en la pista de calentamiento, que estaba ubicada justo debajo de la tribuna principal de Montjuïc, en la entrañas de la instalación. Esa pista era una recta que iba de punta a punta del estadio, es que igual hacía 80 metros de largo. Separados por el pasillo al campo, a cada lado se ubicaba uno de los dos equipos, que en el caso del fútbol americano salían al césped por la zona de los córners", desvela.
Eran vestuarios desmontables, de "quita y pon", pero que daban el pego. Funcionales y cómodos. "Era bestial, ¿eh? Quedaban chulísimos", enfatiza Cervera, que se conocía los entresijos del olímpico como la palma de su mano. Utilizados desde el inicio de la aventura de los Dragons, servían a los deportistas para cambiarse, incluyendo bancos y taquillas, y en ellos se realizaban las respectivas reuniones y charlas técnicas de la plantilla con el staff. Lo que no tenían era duchas; los jugadores utilizaban las de los vestuarios de los atletas, que, precisamente no escaseaban pues fueron diseñadas para un macroevento como los Juegos Olímpicos del 92.
Barcelona Dragons 38 Rhein Fire 24... Hoy se cumplen 25 años de la World Bowl conquistada por los Dragons, el 22 de junio de 1997, ante más de 30.000 espectadores en el Estadio Olímpico de Montjuic. pic.twitter.com/eGEyNfqIBX
— rafacervera (@rafacervera22) June 22, 2022
Había espacio de sobra. Tanto que en un encuentro de la American Bowl de 1993, que enfrentó a San Francisco 49ers y Pittsburgh Steelers en Montjuïc, cada uno de los equipos acudió a Barcelona con más de 80 jugadores en plantilla, pues "se trataba de un partido de exhibición en Europa de la NFL que sirvió a ambos de test de pretemporada". Y todos ellos, también su cuerpo técnico y empleados auxiliares, cupieron sin problemas en los improvisados vestuarios de Montjuïc.
Fórmulas imaginativas para el lío de los vestuarios
Cervera las ha visto de todos los colores y advierte que el problema de los vestuarios que ahora tiene en ascuas al Real Madrid es más habitual de lo que podría parecer, especialmente en los 90. "La solución solía pasar por hacer algún tipo de acondicionamiento específico o buscar vestuarios fuera de los campos", señala.
"Hubo un partido de pretemporada en 1996, entre Dallas Cowboys y Kansas City Chiefs, que se disputó en el Estadio Universitario de Monterrey, el campo de fútbol donde juegan los Tigres de la UANL, en México. Eran también más de 80 por plantilla y no cabían en los vestuarios de la instalación. En la media parte, la charla técnica se dio en el propio césped, como si fuera un equipo de niños. Y cuando terminó el partido, a los jugadores se los llevaron en autobuses, escoltados por la policía, a un campo de béisbol que hay cerca para que se ducharan y cambiaran ahí", rememora Rafa Cervera.
"Íbamos ahí dentro con los jugadores, las bestias esas todo sudadas. El otro campo estaba a tres calles, ¿eh? Pero imagínate la logística… yo me encargaba de coordinar las entrevistas postpartido y el jefe de prensa de la NFL iba en otro autobús. Ahora lo recuerdo con cariño, pero entonces fue un lío", lo cierra con nostalgia un Rafa Cervera que además de trabajar en los Dragons, lo hizo en la NBA y la NFL.
Los tiempos han cambiado y los nuevos estadios de fútbol son multidisciplinares. El del Tottenham, el más moderno de Inglaterra, dispone de unos vestuarios convencionales y otros vestuarios específicos para el fútbol americano. No en vano, la NFL puso 13 millones de euros para la construcción del coliseo de los Spurs, en el norte de Londres. No es el caso del Real Madrid que en unas semanas derribará los vestuarios para levantar unos nuevos a causa de una problemática que ya padecieron y solventaron los Dragons hace más tres décadas.