ATLÉTICO

Andrea Berta pierde la guerra interna en el Atlético de Madrid y está más fuera que dentro

El italiano lleva desde mayo de 2013 y su final en el club se acerca. Los motivos: la pérdida de confianza y el mayor peso de Bucero.

Berta y Cerezo antes de un partido del Atlético. /FOTO DE ARCHIVO
Berta y Cerezo antes de un partido del Atlético. FOTO DE ARCHIVO
Marcos Durán
Alfredo Matilla

Marcos Durán y Alfredo Matilla

Andrea Berta (Brescia, Italia, 52 años) vive su momento más complicado desde que llegó al Atlético de Madrid en mayo de 2013. Entonces lo hizo como scouting internacional, después pasó a ser Secretario Técnico o Director Técnico -una función que cumplió hasta el 14 de julio de 2017- y más tarde el club rojiblanco le anunció como su nuevo Director Deportivo.

En aquel comunicado, el club explicaba que las responsabilidades del italiano se centrarían en estar al mando de cinco grupos de trabajo: cuerpo técnico, asistentes y el área de coordinación del primer equipo, más el Atlético de Madrid B (filial) y el equipo de scouting y análisis. Esas funciones han ido variando con el paso de los años, haciendo cada vez más hincapié en la plantilla que dirige Simeone. Hoy, ya no es la cabeza visible en ninguno de esos apartados por la pérdida de confianza. De hecho, por poner un solo ejemplo, la relación con los futbolistas profesionales es mínima.

Tras algo más de 11 años, el futuro de Berta en el Atlético es más que oscuro. Está más fuera que dentro, no aparece en los planes estratégicos y sabe que al acabar la temporada (cuando en principio acaba su vinculación contractual), sino antes, saldrá. En el club creen que su ciclo ha finalizado y esto se ha podido apreciar en determinadas situaciones que se dieron durante el mercado de fichajes hasta estos días. Su opinión ya no cuenta, ni mucho menos, como antes. Tras varios episodios como la posible llegada de Mateu Alemany, su rechazo a irse a Arabia Saudí o la llegada de Carlos Bucero, Andrea Berta se ha visto acorralado, sin su espacio habitual y cumpliendo un rol totalmente secundario.

Todo ha ido muy rápido desde el verano de 2023. Entonces, la sintonía entre Miguel Ángel Gil Marín, Diego Pablo Simeone y el propio Andrea Berta seguía siendo muy buena, constante y fructífera. Durante aquella pretemporada en Los Ángeles de San Rafael se celebró la típica cena en el restaurante José María y allí, en una charla a tres, se fue trabajando en lo que aún quedaba de mercado de fichajes. Desde ese mes de julio las cosas comenzaron a cambiar drásticamente. Hubo fallos que le condenaron.

En septiembre comenzó a sonar con fuerza la posible llegada de Mateu Alemany al club, una información adelantada por Relevo que simplemente se truncó, según los propios protagonistas, por los pelos. Y unos meses después se confirmó la renovación de Simeone hasta 2027 desvelada por este periódico. Además, también se conoció que Miguel Ángel Gil Marín quería que el Atlético siguiese creciendo de cara al futuro y que una figura fuerte como la de Alemany era la indicada para compartir cargo con Andrea Berta. Gil Marín no quería cargarse a su protegido y en esa reorganización iban a tener cabida ambos, lo que no convencía al mallorquín.

Berta, reforzado de la 'pelea'

Por este y otros motivos, a finales de noviembre Alemany no aceptó la oferta del Atlético, por lo que el italiano salía reforzado de esta batalla. El equipo, por aquel entonces, estaba en una buena posición en LaLiga, iba a clasificarse para los octavos de la Champions y seguía en liza en la Copa. Los objetivos se iban cumpliendo y Gil Marín tenía confianza en Berta, al que conoce desde hace muchos años.

Además, con Diego Pablo Simeone las cosas no hacían más que mejorar. El italiano siempre creyó en el argentino y entre los dos, a pesar de algunos fichajes que no fueron exitosos, (casi) nunca hubo reproches, malas caras o encontronazos de peso. Sólo debate. Incluso dentro del club se valoró mucho el hecho de que rechazase una propuesta de la Premier League cuando él estaba en su mejor momento.

La llegada de Bucero y las dudas de Berta

Después de no poder fichar a Alemany, el Atlético insistió en tener otro perfil similar y por eso, en enero de 2024, fichó a Carlos Bucero como nuevo Director General de Fútbol. Su llegada, por experiencia y planes, ponía en jaque el poder del transalpino. Una de las condiciones que puso el madrileño (51 años) para llegar al Metropolitano fue tener plenos poderes en su parcela de la misma manera que Óscar Mayo, contratado desde LaLiga, la iba a tener como Director General Negocio y Operaciones. En el organigrama en la web del club, Carlos está por encima de Berta.

Bucero, exrepresentante de jugadores y entrenadores como Julen Lopetegui o Luis de la Fuente, y socio de Jorge Mendes, llegó a la entidad rojiblanca con la intención de hacer una amplia reestructuración en el primer equipo. Había contratos muy altos y tenía demasiados futbolistas que renovaron al alza en los últimos años. Las salidas de Hermoso, Savic, Morata y Memphis Depay fueron algunos ejemplos que ayudaron a cuadrar esas cuentas. En el club, todo el mérito de aquella operación se lo dan a Bucero y no a Berta, pese a su empeño de seguir aportando como siempre.

El italiano no atendió cantos de sirena desde Arabia. Su objetivo era seguir ayudando a perfilar el futuro del Atlético. Estaba cómodo, tanto en la ciudad como en el club. Sin embargo, sus planes no eran los de la cúpula directiva del Atlético. Bucero, con el que la tensión ha ido a más pese a la profesionalidad que ambos han mostrado durante este tiempo, ha acabado por engullirle.

Situación muy complicada

Andrea Berta, que fue de la mano de Simeone todos estos años, no tiene la confianza plena ya ni del argentino. Eso, sumado a que ya perdió la del resto del cuerpo técnico y los jugadores, ha terminado por dejarle sin un rol importante y proporcional a su alto salario. Antes era muy habitual verle en el vestuario del primer equipo y en los últimos tiempos esas visitas han disminuido o casi desaparecido. Unas fuentes dicen que le han prohibido el paso. Otras, que él mismo se ha echado a un lado.

Además, el jefe Gil Marín también ha ido dejando de creer poco a poco en él. Ahora las decisiones más directas e importantes las comparte con Carlos Bucero, que también ha sido el encargado de hablar con los diferentes representantes de futbolistas que se han acercado al club en los últimos meses. Ha aprovechado para ellos que es un gran conocedor del oficio y del mercado por su pasado y currículum.

Andrea Berta, muy bien valorado a nivel internacional, ahora sí que sí piensa que la única solución es irse. La llegada de Bucero ha reducido mucho su responsabilidad y eso, en el club, se nota a cada paso. Lo peor para el italiano, que antes de estar en el Atlético militó en el Genoa y en el Parma de la Serie A, es que últimamente no ha recibido ofertas de ningún club importante y tendrá que salir al mercado para tener un puesto tan importante como el que ha ocupado en el Atlético en los últimos años.

Lo lógico es que Andrea Berta termine la actual temporada pese a estar en la sombra, pero, en estos momentos, nadie, absolutamente nadie, puede asegurarlo.