El día que el Betis hizo el fichaje más caro de la historia del fútbol: "Tuvimos que llevar escondido a Denilson hasta Sevilla"
Se cumplen 25 años de la llegada galáctica del brasileño al Benito Villamarín. El adiós de Luis Aragonés, su relación con Benjamín o ese menisco dañado completan la intrahistoria.

30 de julio de 1998. Manuel Ruiz de Lopera era un hombre feliz. Tras un laborioso fichaje un año antes, Denilson de Oliveira, el futbolista más caro del mundo, se ponía la camiseta del Betis. Un imberbe brasileño, del que Lopera se enamoró durante la Copa América de 1997 con las crónicas de los principales diarios deportivos que lo colocaban en la órbita de los grandes clubes europeos. "Tanto Marca como As hablaban de un nuevo jugador, el rey de las bicicletas. Teníamos una Junta Directiva en la calle Jabugo y nos dijo si no habíamos visto ese futbolista de Brasil", recuerda Javier Páez, sobrino de Lopera, y que vivió en primera persona toda la negociación. "Estaban el Barcelona y otro equipo italiano. Contactamos con Vianna y se pudo cerrar", añade el exconsejero del Betis.
"Sí, es cierto. El Barcelona lo tuvo casi cerrado y también la Juventus", recuerda para Relevo Luiz Vianna, el representante que hizo posible aquella operación para traer a Denilson al Betis a cambio de 35 millones de dólares -más de 5.000 millones de pesetas de la época-, una cifra que superaba lo pagado por el Barcelona por los también brasileños Ronaldo y Rivaldo. Denilson llegó a Sevilla con la pretemporada ya iniciada, después de haber participado con Brasil en el Mundial de Francia 1998, en el que participó en los siete encuentros. La expectación entre el beticismo era máxima, como se comprobó días después de su puesta de largo al congregarse más de 25.000 aficionados para la presentación del equipo en el Benito Villamarín. "Si nos lo quieren quitar, tendrán que cerrar un banco", exclamó Lopera ante el delirio de los aficionados mientras Denilson pisaba por vez primera el césped del que sería su estadio durante siete temporadas. La cláusula de rescisión, de 65.000 millones de pesetas, así reafirmaba esa sentencia del dirigente. "Lo había visto en los periódicos y Lopera quiso dar un golpe de efecto", sentencia Antonio Barrera, entonces jefe de prensa del club verdiblanco y agente RFEF desde hace más de dos décadas.
"La primera vez que lo llevamos a Sevilla tuvo que ir escondido. Lopera nos dijo que nos bajásemos del tren en Córdoba, que la policía decía que era peligroso llegar a Sevilla de la cantidad de gente que lo estaba esperando", señala Vianna, el hombre que conoció las intenciones de Lopera desde el primer momento pero casi de casualidad. "Me llamaron desde las oficinas de Sao Paulo para renovar a Denilson. Se había frustrado su traspaso al Barcelona por un problema entre Núñez y Gaspart. Entonces, el presidente me habló de otra oferta de España que tenía guardada en un cajón", cuenta el representante que desde entonces se haría muy cercano a Lopera. "Le dije que tenía que contestarla. Llegó firmada por el propio Lopera y fue la primera vez que me habló del Real Betis Balompié", relata Vianna, que viajaría a Sevilla junto a los representantes del Sao Paulo tras una invitación del entonces máximo dirigente bético.
"Lopera nos dijo que nos bajásemos del tren en Córdoba, que la policía veía peligroso llegar a Sevilla de la cantidad de gente que lo estaba esperando"
Representante de DenilsonPero en la capital hispalense tampoco fue sencillo cerrar el traspaso. El modus operandi de Lopera, entonces un desconocido para Vianna, entró en acción. Reuniones de horas de duración, pausas inexplicable… Mejor que lo explique el propio representante. "El primer encuentro fue corto, ni media hora. La oferta no era la que esperábamos", señala Vianna, que relata todo lo que sucedió después. "Cuando nos íbamos, Lopera me preguntó cuánto tiempo estaríamos en Sevilla. Le dije que dos días más, y ya entonces me comentó que volviera al día siguiente. Estuvimos desde las diez de la mañana a las diez de la noche", señala Vianna, que incluso desvela otra anécdota que ocurrió durante esas maratonianas jornadas de reuniones. "Hay algunos detalles que fueron tremendos. En una de las reuniones largas, sobre las siete de la tarde nos dijo: 'Señores, perdonad, pero tengo que ir a una misa de difuntos. En 45 minutos puedo volver'. Y nos quedamos allí esperando".
Los días previos a la presentación de Denilson fueron convulsos para el Betis. Luis Aragonés, que el año anterior había clasificado al equipo bético para competiciones europeas, se marchó de la concentración del equipo en Sancti Petri (Chiclana) por desavenencias con Lopera. Denilson, Jarni… Nombres propios que provocaron ese desencuentro entre Lopera y Luis que duraría hasta años después. "Terminamos de cenar, recuerdo que estábamos en la recepción y nos avisan de que viene Lopera. Siempre que venía a una concentración traía noticias. Nos fuimos a la habitación y sobre las 23:45 nos dicen que tenemos que ir a la sala de reuniones", rememora Tomás Calero, jefe de los servicios médicos del Betis por aquella época. "Aparecen Aragonés, Paredes, Rogelio y Del Sol. Luis nos dice: 'Le dije a Lopera que si llegaba Denilson me iba'. Y así fue, a los dos días se marchó. Luis pensaba que iba a desestabilizar el club, que no estaba preparado para un jugador así y que con ese dinero se podía hacen cinco fichajes buenos. Echó un pulso y lo perdió", añade Calero. "Jarni se quería ir al Real Madrid y Luis se puso de su parte, y eso provocó el enfado del club", cuenta Páez, que también conoció en primera persona los entresijos de aquellos días convulsos en Heliópolis. "El fichaje de Denilson fue un motivo más para ese adiós de Luis. Él no quería que Lopera se gastase tanto dinero en un jugador. Y Lopera le contestaba: "Estás jugando con mi dinero'", cuenta Barrera, que también pasaba esos días en Chiclana después de que el propio Aragonés le pidiera a Lopera que viajase como responsable de prensa.

Precisamente, esa circunstancia convirtió a Barrera en el primer amigo de Denilson en el Betis, una relación que se estrechó con el tiempo y que mezcla lo personal y lo profesional. "Fui el primero en recibirlo y llevarlo a su habitación. En el Betis no había nadie que ayudara a los que venían de fuera, que hablara idiomas y resolviera los asuntos burocráticos. Había que multiplicarse por diez", señala Barrera, que sí apunta Benjamín y Finidi como los primeros embajadores de Denilson en el vestuario. "Cuando llegó, tratamos con él, con la raza negra que tenemos nos acogemos mejor. Era un chaval muy simpático, al principio pensaba que vendría de estrella, de la selección de Brasil, pero todo lo contrario. Era llano, humilde, pese a que venía con una gran responsabilidad por ser el traspaso más caro. Comíamos juntos para que se fuera acoplando. Recuerdo un detalle que tuvo conmigo en verano, que él volvía a Brasil y me dejó un Mercedes nuevo que se había comprado. Casi ni entraba por los sitios. Le dije: "Deni, déjamelo a mí, así te lo desfogo un poquito'. El tío no lo dudó y me lo dejó. Fue un detallazo por su parte. A partir de ahí me presentó a su familia, a sus padres, gente humilde. Desde entonces mantenemos la amistad", cuenta Benjamín Zarandona, ese primer guía del brasileño en Heliópolis.
Tras regresar de la concentración, el Betis se presentó ante sus aficionados en el Benito Villamarín. Más de 25.000 espectadores en la grada un 4 de agosto en Sevilla. Denilson era un reclamo enorme y hasta su agente lo sufrió en sus carnes. "Esa presentación fue uno de los días que más corte pasé. Estaba en el antepalco con los directivos, y Lopera me dijo que se iba al césped con los jugadores. Entonces salí al palco y la gente empezó a corear mi nombre. Vianna, Vianna, Yo no sabía qué hacer", recuerda el representante, que recibió el mismo cariño que el futbolista.
Todo ese boom de Denilson se tenía que trasladar al terreno de juego. Pero eso no fue sencillo ni rápido. "Fue una época de muchos cambios y no lo ayudaron a mejorar. No estaba hecho como jugador ni como hombre. No podía llevar un equipo a la espalda. En la selección jugaba con diez más, en el Betis había jugadores importantes pero no era igual", comenta Vianna sobre ese rendimiento por debajo de lo esperado de un Denilson cuya presentación coincidió con el adiós de Luis, la llegada de Antonio Oliveira -un técnico portugués que duró apenas un mes-, Vicente Cantatore y, finalmente, Javier Clemente. "Algunos jugadores tuvieron celos, Denilson ganaba más que todos ellos", señala Páez sobre esas dificultades que el brasileño afrontó en sus primeros meses. "Tuvo el problema de que era muy joven y no se pudo refugiar en los pesos pesados del equipo, en los que podían acompañarlo en la responsabilidad futbolística. Un jugador si gana partidos da igual lo que gane, lo malo es cuando no lo hace", comenta Calero, doctor del equipo pero mucho más en aquellos años. "El club no estaba preparado para una estrella así, ni para aprovechar su tirón mediático o de márketing", dice Barrera, al que le tocó lidiar con las numerosas entrevistas que se solicitaban con el brasileño. "Tenía una técnica exquisita de la samba de Brasil. Las bicicletas tan rápidas que hacía, cómo las ponía. Cuando llegó no se podía frenar, te salía por el lado izquierdo, el derecho, se iba, se paraba... Era un grandísimo jugador", detalla Benjamín. "Llegó demasiado joven, quizá fue nuestro error no haberlo cedido. Tenía 21 años y llegó a un equipo con Alfonso, Finidi… Mentalmente le costó, una ciudad como Sevilla, le compramos un chalet en La Motilla…", concluye Páez sobre esa fase inicial del brasileño en el Betis.
"Algunos jugadores tuvieron celos, Denilson ganaba él solo más que todos ellos"
Sobrino de Ruiz de LoperaTambién fue polémica la relación con Javier Clemente, un entrenador especial que chocó con la grada del Villamarín y que también acabó de uñas con Lopera. "Denilson era una buena persona, pero Clemente no lo trató bien. Le echaba broncas por todo. Denilson no tuvo una carrera sólida, pero tuvo momentos espectaculares. Recuerdo un partido ante el Atlético de Madrid que lo puso de delantero centro y no tocó un balón. En el intermedio lo cambió de posición y el Betis remontó con un partidazo suyo, sacó numerosas tarjetas amarillas. Pero al día siguiente Clemente le echó una bronca", apunta Vianna, que recuerda un lance entre ambos semanas después: "Otra vez que el Betis perdió ante el Mallorca 1-3 y la grada pidió a Lopera que lo echara, Denison salió diciendo que había que estar con el equipo en los malos momentos y que Clemente era del equipo. Al día siguiente le echó otra bronca, le dijo que no era su abogado. También decía que los brasileños no habían triunfado en España. Se olvidaba de Romario, Bebeto, Mauro Silva, Ronaldo…". "Clemente tenía una personalidad fuerte, era poco diplomático, pero tampoco es que la tuviera tomada con Denilson. No le gustaban las florituras o los regates que no eran efectivos. Sabía que Denilson era el juguete de don Manuel, pero no era mal rollo", añade Barrera sobre esa relación entre el técnico vasco y el brasileño.

Pero lo cierto es que Denilson no acabó triunfando en el Betis y esa primera etapa, que acabó tras el descenso y su cesión al Flamengo, finalizó sin cumplir las expectativas que generó su fichaje. "Sólo he visto la ciudad deportiva del Betis dos veces colapsada: con el primer entrenamiento de Denilson y luego con el de Clemente", relata Calero, que también apunta a esa presión desmedida que sufrió el brasileño y que acabó superándolo. "El primer año nos salvamos de milagro con Clemente y más o menos Denilson lo pasó. El problema llegó en el segundo, cuando la responsabilidad era mayor. Él gambeteaba, le gustaba a la gente pero los goles no llegaban. La primera vez que lo vi llorar fue tras el 3-0 en un derbi. A él le salió un partido malo, estaba desbordado de la presión. Se metió en la ducha y yo lo vi por casualidad. Me dio pena del jugador, me quedé allí con él. Vi lo que se sufre", añade el fuera galeno verdiblanco. "Un error de Lopera fue que no buscaba el rendimiento económico de los jugadores que comparaba. El Betis tenía buenos jugadores, pero él no quería dar la impresión de hacer negocio", apunta Vianna, que tuvo ofertas encima de la mesa para haber sacado a Denilson del club verdiblanco tras esos primeros años.
Con el inesperado descenso del Betis a Segunda en el año 2000 llegó el momento del adiós para muchos jugadores. Finidi, Alfonso y también Denilson, que regresó a su país para jugar cedido en el Flamengo. "Se le cedió cobrando el 100% de la ficha y una cantidad de dinero por el préstamo", señala Páez, aunque el brasileño acabó volviendo al Betis en el mercado invernal para colaborar con el regreso a Primera. "Con Fernando (Vázquez) el Betis explotó las bandas, con Joaquín por la derecha y Denilson por la izquierda. La clave del ascenso fueron ellos. También al año siguiente con Juande, que el Betis llegó a Europa", comenta Vianna, con el inicio de esa segunda etapa de Denilson en club bético, que viviría otro momento delicado en 2002 en la víspera del Mundial de Corea, y que acabaría suponiendo su declive como futbolista.
"Denilson estuvo también muy presionado por las lesiones. Tenía cláusulas que lo obligaban a jugar. No perdió la rodilla de milagro por la insensatez de los contratos que tenía firmados", dice Calero, que desvela una situación que se produjo antes de la cita mundialista: "Él jugó el Mundial de Corea lesionado. Un mes antes le habíamos visto el menisco lesionado y se lo dije a Don Manuel. Hablé con Deni también y le dije que era necesaria una artroscopia, que ya empezaba a haber derrame. No sé cómo, pero finalmente Lopera le dio permiso para ir al Mundial, pero con una cláusula de que tenía que volver al día siguiente de que Brasil acabara. Como fueron campeones, se pegaron cuatro días allí y siete más en Brasil celebrando", comenta Calero, que luego fue empeorando esas sensaciones. "Pidió operarse con el doctor Runco, el médico de Brasil. Nos empezó a preocupar que a las tres semanas ya estaba haciendo ejercicios cuando nosotros calculábamos dos meses. Llegó a Sevilla y decía que estaba bien, no aparecía ni por los servicios médicos. Por los contratos tenía que aguantar, por el miedo a todo lo que tenía alrededor. Cuando lo acabamos operando la rodilla la tenía catastrófica".
Pese a todo, Denilson es historia del Betis. Su reaparición en el Benito Villamarín, durante el homenaje a Joaquín, fue todo un acontecimiento. "Para nosotros en Brasil fue el principio para que el Betis fuera conocido. Seguíamos el fútbol español, pero no tanto al Betis, que no había tenido brasileños destacados hasta ese momento", cuenta Vinana de cómo el fichaje de Denilson colocó al club verdiblanco en ese mercado del que luego llegaría Assunçao, Oliveira o Edu. "Denilson todavía hoy sigue aportando al Betis, es conocido por él. Se sintió a gusto y cómodo aquí, se hizo bético. No triunfó plenamente pero estuvo siete años aquí. A nivel de imagen fue muy positivo, en Brasil se le reconoce con el Betis", añade Barrera, que fue el primero que vio ese filón mediático del brasileño y que intentó aprovecharlo para beneficio del club. "Se le podría haber sacado más rentabilidad, pero Denilson fue una buena operación. Firmarlo dio renombre al Betis, además de credibilidad en unos tiempos complicados. Y él donde más dinero ganó fue en el Betis", dice Páez sobre ese fichaje más caro del mundo que Lopera quiso regalar a los béticos y a él mismo.