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Bono: "En mi primer año en el Atleti lloraba cada día"

El portero del Sevilla repasa su trayectoria y concede su primera entrevista a Relevo tras su gran Mundial.

Yassine Bono con Marruecos en el Mundial./GETTY
Yassine Bono con Marruecos en el Mundial. GETTY
Alonso Rivero
Samuel Silva

Alonso Rivero y Samuel Silva

Yassine Bouno (Montreal, 5 de abril de 1991) se ha convertido en el jugador al que se agarra la afición del Sevilla para salir de una difícil situación deportiva. Su carácter tranquilo evita que el exceso de responsabilidad, que en estos momentos atenaza incluso al profesional más experimentado, le afecte. Ha sido un año extraño para él. Y bonito también. Tras clasificarse para la Champions con los andaluces, galardonado con el trofeo Zamora, esta temporada todo ha dado un vuelco.

Bono: «Lloraba cada día».

En medio de la lucha por evitar el descenso, llegó un Mundial en el que contra todo pronóstico acabó haciendo historia para su país, catapultado él mismo a la novena posición como mejor portero del mundo. No es hombre de dejarse llevar por los halagos. Ni por los reconocimientos. Ha sudado tinta para llegar a este punto de su carrera. Y es agradecido como pocos. Con el Sevilla quiere serlo. Hay clubes que han llamado a su puerta y a la de (su hermano pequeño) En-Nesyri. La han cerrado sin contestar siquiera. Porque se sienten en deuda y van a saldarla sobre la hierba.

¿Por qué dejastéis Canadá?

Mi padre es profesor y trabajaba en Montreal. Él tenía que estudiar y trabajar. Cuando terminó, nos marchamos a Marruecos cuando yo tenía dos años porque mi madre también quería regresar para estar cerca de la familia.

¿De dónde te viene la pasión al fútbol?

Mi familia no es futbolera. Cuando empecé a jugar, ellos empezaron a interesarse.

¿Cómo recuerdas tu infancia?

Tuve muchas alegrías. Eran otros tiempos, pero sinceramente nunca me faltó de nada y por ello estoy muy agradecido. No tenía muchos lujos, tenía lo necesario.

Al principio no eras portero, ¿verdad?

Empecé de jugador. Me gustaba también la portería, me gustaba jugar. Los porteros además entrenaban aparte de manera específica y podía estar más horas ejercitándome. A partir de los 15 años me focalicé en la portería y hasta hoy.

¿Esos años de jugador te ayudaron para su juego de pies?

Aquello pudo ayudarme, sí, aunque aquí trabajamos más la toma de decisiones, mejorarla; pero si tienes buena técnica es más fácil obviamente.

¿Cuándo piensas que puede llegar a ser profesional?

Cuando viene un entrenador argentino llamado Óscar Fullone y me sube a entrenar al primer equipo del Wydad Casablanca. Tenía 16 años. Me di cuenta que tenía el nivel. No me sentía superado. Es un club muy grande en mi país. Ahí pensé que iba a luchar por ser el portero y llegar a profesional.

A pesar de tu juventud terminas jugando.

Cuando el club consiguió el título de liga en 2010, yo era el tercer portero. Un año después, se lesiona el portero titular y juego los últimos 11 partidos. Era mi último año de contrato y estaba yendo con la selección nacional sub 23. De repente aparece la oportunidad de irme al Atlético de Madrid.

¿Te costó tomar esa decisión?

En un primer momento me costó decidirme. Yo era mucho de mi ciudad, estaba mi familia y mis amigos, podía jugar en el club de mi vida y ganar títulos. Pero pensándolo un poco, era una oportunidad para jugar en el fútbol europeo. Es más interesante. Me costó al principio, extrañaba mi país.

¿Pensó en algún momento en dar un paso atrás?

Sí, me pasó el primer año. Cada día lloraba, extrañaba a mi país. El segundo año se va Courtois y llega Oblak. El Cholo me pidió que me quedara, que peleara por un puesto. La federación me presionaba para que saliera cedido, tenía que jugar si quería ir a la Copa de África que se iba a disputar en Marruecos. No tenía nada y estaba a punto de regresar al Wydad de Casablanca y de repente apareció el Zaragoza. Me fuí allí y casi ascendemos, pero la Copa de África no se jugó en Marruecos (se ríe).

Girona, el equipo que definitivamente te pone en el escaparate del fútbol español.

Sí. Le tengo mucho cariño al Girona y a su gente. Venía de un momento deportivo complicado, de 3 o 4 meses sin jugar. Entre Pablo Machín, Omar Harrak (entrenador de porteros), Quique Cárcel, el presidente… apostaron mucho por mí y eso que al principio no fue fácil. Pero ahí estaban, apoyándome. Luego acabamos ascendiendo y estuvimos dos años en Primera División. Para mí el Girona es el que me dio a conocer.

Bono: «Me voy descubriendo».

En cada club en el que estuviste has tenido una etapa inicial de mucha dificultad. También en el Sevilla, con aquel error ante el Cluj en la Europa League que al final no subió al marcador.

Sí, al final hay que vivir, no queda otra. Hay que trabajar desde el lugar en el que te toque. No hay que hacerse preguntas donde no vas a obtener respuestas. Trabajo, que es lo que depende de ti, y que el destino te traiga cosas buenas. Escucho a muchos jugadores decir: 'Yo tengo el sueño de jugar un Mundial'. Yo nunca tuve ese tipo de sueños. Nunca pensé que iba a jugar en un club como el Sevilla, un Mundial con mi selección… La vida me ha sorprendido. En Marruecos creces en un entorno en el que ves el fútbol europeo como algo muy lejano, como en otro mundo. Poco a poco te vas adaptando, al clima, a la gente y te das cuenta de que se puede.

Y en esos malos momentos, ¿a qué te agarrabas?

Muchas veces me he rendido. Vas a entrenar, pero a nivel psicológico estás vencido. Pero de repente algo sucede a lo que te agarras. Yo estoy muy agradecido al destino porque siempre se abren puertas y me ha pasado en mi carrera en momentos duros.

Bono habla de cómo afronta los malos momentos.

¿Lo importante de un portero no es fallar poco sino asumir el error?

Es como la vida, tienes que vivir. En el juego es igual, hay que jugar y ya está. No hay secretos.

¿Cómo asumes llegar a un equipo instalado en la parte alta, en el que llegas y ganas un título, vais a la Champions y en apenas un año todo se desmorona y os veis luchando por alejaros de los puestos de descenso?

Lo primero que siento es que lo que jugamos somos nosotros. Tenemos que mejorar para que la situación vaya mejor. Si yo puedo ayudar al equipo salvando goles y ahora no, sólo tengo que seguir trabajando. Ha sido un año raro, vino el Mundial, no ha sido sencillo. Cada uno tiene que mejorar a nivel individual y estoy convencido de que si asimilamos mejor la idea de juego iremos evolucionando.

¿Fue un alivio la victoria ante el Getafe?

Nosotros como jugadores del Sevilla no queremos estar en esta situación. Pero es una oportunidad de crecer como jugador. Da igual de donde vengas ni que hayas conseguido tienes que tener la valentía de salir de estas situaciones. Nos estamos moviendo en el barro y es difícil moverse en el barro, pero hay un margen de mejora que tenemos que tener todos y el equipo lo está haciendo.

Y con la afición de su lado.

Me sorprendió mucho el respaldo de la gente. Yo salgo, paseo y la gente te da ánimo. No es fácil para una afición acostumbrada a otra cosa. Si ellos lo están asimilando y tienen ganas de salir, nosotros tenemos que tener aún más.

El meta se refiere a la delicada situación del equipo sevillista.

¿Es sencillo asimilar que toca estar en el fango?

Claro. Nos toca vivir esto. Hay que preguntarse ¿qué puedo hacer para mejorar y darle al club una mejor versión mía? Creo que de esta situación, el jugador se hace más grande, crece y más en un club como el Sevilla que no está acostumbrado a esto. El día que salgamos de esto todo será más fácil.

El chute de moral que En-Nesyri o tú habéis recibido debe ser positivo para el equipo, ¿no?

Para el Sevilla es muy positivo. Si somos capaces de hacerlo con la selección aquí también. El Mundial es un chupito que te deja una resaca terrible, pero entramos en el clima del equipo rápidamente.

¿Ha sido difícil ese cambio de jugar una semifinal con Marruecos a pelear abajo con el Sevilla?

Youssef y yo le tenemos un cariño al Sevilla. Sentimos que este lugar nos puso arriba y que debemos darle lo mejor en esta situación difícil. Siempre digo que los mejores jugadores son los que son capaces de responder a las necesidades de los clubes antes que las personales.

Bono cuenta cómo preparaba el conjunto marroquí los penaltis para el Mundial.

¿Cómo recuerdas esos tres penaltis ante España?

No tuve ninguna preparación para la tanda de penaltis. Con el equipo, siempre al final de los entrenamientos, apostamos. 5 penaltis y si fallaban uno nos tenían que dar 500 euros al entrenador de porteros y a mí. Si metían los 5, al revés. De hecho en la tanda de penaltis viene Omar y me dice ¿quieres ver los penaltis? Le dije que para qué. No quería agobiarme y sabía que me conocía. Fue un poco de suerte, intuición…

Tres penaltis errados por España...

El primero, el de Sarabia, tenía la intuición de que me la iba a cruzar, porque vi que antes había cruzado alguno. A Carlos Soler lo conocía del Valencia. Había jugado mucho contra él. Tampoco lo tenía claro porque tiraba a los dos lados. El más difícil fue el de Busquets. Él no suele tirar penaltis pero por su forma de jugar sabía que me iba a esperar a que me mueva. El de Busquets está muy bien tirado. La gente me dice 'te lo tiró muy mal'. Él estaba esperando un movimiento mío. Al final cuando me tiro me engaño a mi mismo y me encuentro que acerté. Lo miré con una sonrisa porque sé que tuve suerte.

¿En esos momentos te ayuda su carácter no?

Te puede ayudar, pero siempre digo que en los penaltis hay mucha suerte. Para mí fue difícil enfrentarme a España. Quería a todos menos a España. Este país me lo dio todo y me crió futbolísticamente. La previa fue difícil.

Te sonó mucho el teléfono.

Sí, los amigos, la gente de aquí. A veces te toca esto y hay que afrontarlo

Tu familia en la grada; la llegada a Marruecos, donde es el más aclamado, ¿cómo lo viviste?

Desde dentro no lo sientes igual. Pero cuando sales, ves los vídeos y ves una locura…fue un momento raro. Pensábamos que podíamos llegar a la final aunque pareciera una locura y hubo un momento de decepción. Pero el recibimiento fue una locura.

¿Te planteas salir si llega algo y el Sevilla lo acepta por ayudar?

Yo insisto. Veo este momento como una manera de crecer. Las necesidades del club están por encima de las necesidades individuales. Yo vengo a entrenar cada día y para mí está todo bien. No sé qué está pasando afuera.

Bono habla de su futuro en el Sevilla.