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El día que Boris Izaguirre se hizo perico en una noche de juerga en la peña más mítica del Espanyol: "Iba allí a inspirarse"

Fue uno de los lugares más populares de los 90 en Barcelona.

David García, Àngel Morales y Alberto Lopo junto a Boris Izaguirre. /ÀNGEL MORALES
David García, Àngel Morales y Alberto Lopo junto a Boris Izaguirre. ÀNGEL MORALES
Marc Mosull

Marc Mosull

La plaza real es uno de los lugares más emblemáticos de Barcelona. En pleno barrio gótico y a un minuto a pie de las Ramblas, actualmente está tomada por los turistas que inundan a diario la ciudad condal, y que se piden en sus terrazas paellas y sangrías de dudosa calidad. Pero hubo un tiempo en el que sus característicos pórticos y palmeras eran para los barceloneses, que disfrutaban de día y, sobre todo de noche, de un oasis de libertad a caballo entre lo bohemio y lo decadente.

Artistas, músicos callejeros, camellos, yonquis y jóvenes con sed de cerveza barata se entremezclaban en un espacio que tuvo fama de peligroso en los 80 y que se popularizó en los 90 gracias a los Sidecar, Jamboree, Karma, Pipa Club o Kabul, una pensión para guiris con máquinas de vending con birra a precios irrisorios, que estaba en un segundo piso de la plaza real, como otros muchos locales de ocio a los que solo entraba el que los conocía.

Durante un tiempo, uno de los puntos más afamados de la plaza para beber y socializar fue la peña blanquiazul, en el pasaje Madoz. Tampoco estaba a pie de calle, si no en la planta principal de un edificio y se accedía a él subiendo unas escaleras. Concebido como un lugar de encuentro en el centro de Barcelona para los aficionados del Espanyol, con el tiempo se convirtió en uno de los garitos de referencia de la noche barcelonesa. También para los que no eran pericos. Tanto es así que el local aparecía incluso en algunas guías turísticas de la ciudad condal.

Constaba de un bar, una amplia sala de actos de unos 120 metros cuadrados y una barbería, que la llevaban entre dos hermanos. Sí, podías ir a jugar al dominó, a tomarte una copa o a cortarte el pelo. De hecho, la butaca de la peluquería está expuesta en la Sala Ricardo Zamora del RCDE Stadium, el museo que el club catalán tiene en su estadio. Es una pieza de coleccionismo.

La peña más antigua del Espanyol

"La peña blanquiazul se fundó oficialmente el 7 de julio de 1951. De las existentes, es la más antigua del Espanyol. Se la conoce también como la central -penya blanc-i-blava central, en catalán- porque en esa época era muy complicado constituirte como asociación y se crearon muchas delegaciones de la peña blanquiazul en otros municipios -Vic, Sant Andreu, Hospitalet, Cornellà, etc.- porque era mucho más ágil hacerlo de este modo", cuenta a Relevo Frederic Tost, presidente de la institución desde 1997.

"El local de la plaza real se inauguró el 9 de octubre de 1954. Y se cerró en 2005, porque teníamos un contrato de 50 años, que pudimos alargar solo uno más", cifra Tost, que desde que tiene uso de razón acudía al estadio Sarrià y frecuentaba el local de la asociación en la plaza real de la que su padre fue vicepresidente. La peña, que llegó a tener mil y pico socios, estuvo más de medio siglo promoviendo el sentimiento espanyolista desde el corazón de la ciudad condal, algo impensable a día de hoy.

"Además de la barbería, hubo una mesa de ping-pong y un pequeño escenario donde se hacía teatro, espectáculos de magia o de payasos. También actos de todo tipo y coloquios sobre el Espanyol. Durante un tiempo, los domingos por la tarde se bailaba. Y también hubo una especie de taquilla del club, donde una vez por semana podías comprar entradas para el estadio de Sarrià. Se jugaba a ajedrez, domino y a cartas, también", explica el actual presidente de la peña, que a día de hoy no tiene local social.

"Una actividad muy popular que se hizo durante muchos años fue el concurso de aciertos deportivos. Pagabas 25 pesetas y se trataba de poner los resultados de todos los partidos de la jornada; el que acertaba más signos y marcadores exactos, se llevaba 2.000 pesetas. Los puntos se iban acumulando en una clasificación y a final de temporada hacíamos una comida en Can Soteras para entregar los premios", desgrana Tost sobre esta suerte de Fantasy a la antigua.

El día que Boris Izaguirre se hizo perico

En sus primeros años en Barcelona, Boris Izaguirre vivía cerca de las Ramblas. Y, junto a varios amigos, una noche de juerga subió la escalera de la peña blanquiazul y siguió la fiesta en ese local de la plaza real. De tan bien que le trataron, sin gustarle ni pizca el fútbol, decidió hacerse perico. Corre otra leyenda que dice que el guionista venezolano terminó allí para esconderse de alguien que le quería pegar una paliza, pero solo es eso, una leyenda.

"A mí lo que me han contado es que él iba allí a inspirarse, que el de la peña era un ambiente mágico que le despertaba la creatividad", manifiesta Tost. El caso es que desde entonces, el escritor y personaje televisivo es aficionado del Espanyol y en alguna que otra ocasión declaró su amor al club en 'Crónicas Marcianas', el conocido programa de televisión que le llevó a la fama.

Àngel Morales junto a Boris Izaguirre.  ÀNGEL MORALES
Àngel Morales junto a Boris Izaguirre. ÀNGEL MORALES

"El director del programa Xavier Sardà me decía que uno de los pocos temas que no se tocaba en el programa era el fútbol. Se hablaba de política, sexo, religión… pero no de fútbol. Y pese a ello, Boris Izaguirre y Rocío Madrid salieron en directo con la camiseta del Espanyol para darnos apoyo", revela Àngel Morales, canterano y jugador del primer equipo perico desde 1997 hasta 2005. El futbolista barcelonés conoció al showman venezolano en una comida organizada por el Diario AS en el restaurante Cañota de la calle Lleida a principios de 2003.

"Acudimos Alberto Lopo, David García y yo. Y le regalamos una camiseta del Espanyol a Boris Izaguirre. Más adelante, volvimos a quedar también con Raúl Tamudo. Y ese segundo día conocí a Rocío Madrid, que trabajaba con él en Crónicas Marcianas, y que actualmente es mi mujer. Así que, puedo decir que Boris Izaguirre hizo de celestino con nosotros", añade Morales, felizmente casado.

En 2026, la Central va a cumplir su 75 aniversario y desde la dirección de la institución andan buscando la manera de celebrar la efeméride como merece la peña en pie más antigua del Espanyol; un actor social imprescindible en el espanyolismo y que en su día, radicada en el centro de Barcelona, fue uno de los lugares más agitados y populares para la juventud barcelonesa… y para Boris Izaguirre, que ahí se hizo perico.