REAL MADRID

'El Brujo' al que acudió el Real Madrid desesperado por Woodgate: "Aquí venían deportistas de noche, a escondidas…"

El gallego José Luis Torrado se hizo célebre por recuperar lesiones musculares gracias a sus ungüentos de plantas y aceites.

José Luis Torrado, a la derecha, en una imagen reciente. /
José Luis Torrado, a la derecha, en una imagen reciente.
Sergio Gómez

Sergio Gómez

Como una de esas leyendas que se transmiten por tradición oral, de generación en generación, su nombre aún campa por las conversaciones de muchos exdeportistas españoles. "Yo iba al Brujo y me curaba", suele decir José Antonio Camacho. El apelativo y el desenlace de la escena aproxima al personaje al territorio de los milagros, que era lo que buscaban aquellos que se encomendaban a él. "Muchos futbolistas venían a verme a escondidas, de noche, ocultos en casas de amigos e incluso en la mía porque lo tenían prohibido por sus clubes", confiesa José Luis Torrado. Con 88 años, bigote cano y frondoso y voz ronca, es un trasunto de Panoramix gallego que, a la primera oportunidad, se desmarca con firmeza de su apodo y de cualquier mención a la magia y las pócimas: "¡Yo no hago brujerías, me encasillaron! Y que sepa que estuve en cinco Juegos Olímpicos".

A esas citas le llevaron sus dotes como recuperador físico y sus conocimientos para reparar lesiones musculares con mixturas de plantas y aceites de creación propia. Devoto de la medicina natural, los ungüentos de Aromas de Xeve le acarrearon tal prestigio que su clínica de Pontevedra era un centro de peregrinación. Su clientela abarcaba desde deportistas a políticos, pasando por artistas y el común de los vecinos. Hasta el Real Madrid acudió a él como medida desesperada para encontrar una solución a los problemas musculares de Jonathan Woodgate, aquel central inglés procedente del Newcastle que sólo pudo disputar por las lesiones 891 minutos -distribuidos en 14 partidos- en las dos temporadas que permaneció en el Bernabéu (2004-2006). "Nunca se supo, todo fue en secreto porque oficialmente pocos querían relacionarse con mi nombre", cuenta. En aquella ocasión no se encontró remedio.

De todo ello habló el Brujo con Relevo. Con un verbo convincente y tajante, no olvida ni los recelos que despertaba ni los menosprecios que, según él, le salpicaron la trayectoria: "Los cuadros médicos no me querían, me hacían el vacío sólo porque yo recuperaba a la gente cuando otros tardaban el triple de tiempo en hacerlo". Cada frase la remata con un armonioso "¿me entiende?".

Radomir Antic, junto a Torrado.
Radomir Antic, junto a Torrado.

Antes de 'Brujo' fue 'Galgo'

Para entender cómo Torrado comenzó a ganarse la vida con las manos, de forma autodidacta, hay que mirar primero a sus pies. Antes de Brujo, fue un galgo. Nacido en Mugardos (Ferrol), en 1935, el atletismo le enganchó en la posguerra y le obligó a hacer las maletas: "No teníamos pistas, nada". Primero cayó en Lugo y después en Pontevedra, donde, bajo el ala del entrenador Alfonso Posada, se pulió hasta proclamarse en 1957 campeón de España de 400 metros.

Fue en esa época cuando conoció la naturopatía y la comenzó a aplicar en sus dos primeros clientes: su padre y él mismo. "Yo sufrí una rotura muy molesta y el dueño de una tienda de bicicletas de aquí, que fue el primer vegano que conocí, me dijo que fuera al río y cogiera un barro que había entre las hierbas y que crecían alrededor del agua. Era arcilla. Yo me la apliqué como él me dijo y la lesión desapareció en muy poco tiempo. Desde entonces, todo libro que cogía sobre esa materia me lo devoraba. También por el problema de mi padre, que estaba paralítico. Yo lo cuidaba. Poco a poco fui especializándome en medicina natural", relata.

"El primer vegano que conocí, dueño de una tienda de bicis, me recomendó una arcilla para una lesión mía. Me curé y desde entonces..."

JOSÉ LUIS TORRADO

España vivía tiempos difíciles, de escasez y penurias económicas, lo que contribuyó a que la carrera atlética de Torrado no acabara confirmándose. Su trabajo de escaparatista en los Almacenes Simeón llevaba más dinero a casa que cualquier competición o llamada de la Selección. El deber pesó más que el placer. Sin embargo, a medida que se fue retirando del tartán fue iniciándose en la recuperación y ampliando su dominio de la disciplina natural hasta convertirse en una referencia: "El problema es que siempre hubo intereses. Yo no inventé nada. La naturaleza está ahí antes que el hombre. Nunca paré de investigar, en mis viajes por el mundo acudí a muchas fuentes: en China, en México… Tuve la suerte de aprender las virtudes de las plantas y las puse al servicio de la gente".

La atleta Sandra Myers posa junto a José Luis Torrado.
La atleta Sandra Myers posa junto a José Luis Torrado.

Conocido en el mundo del atletismo, entró de lleno en la recuperación deportiva de la mano del Pontevedra, aquel equipo de fútbol del hai que roelo que llegó a ser líder de Primera. Sus jugadores eran populares y Torrado ya comenzaba a tocar la notoriedad gracias a sus emplastos y Aromas de Xeve. "Era una mixtura que se hacía de manera artesanal, cogiendo las hierbas de la tierra, cociéndolas y formando una especie de masa para aplicar en la zona dolorida. Yo me dediqué solo a las roturas de fibras, a las partes blandas y sus lesiones. Nada de huesos, eso hay que dejarlo claro, ¿me entiende?", insiste.

Los 'milagros de Torrado' en los JJ OO de México

Fue 1968 el año que definitivamente le instaló a nivel internacional en todos los corrillos deportivos. José Luis Torres Victoria, director técnico de la selección de atletismo, conocía su trabajo y le abrió las puertas de sus primeros Juegos Olímpicos, los de México. "Allí trabajé muchísimo, no paraba. Yo trataba a los españoles. Y a los que no lo eran. Me caían de rebote atletas de otros países y los curaba. Me hice famoso. Aquello me valió incluso una medalla de plata del Comité Olímpico de México", se enorgullece. Con 'aquello', el recuperador gallego alude a lo que algunos deportistas y dirigentes presentes en tierras aztecas llegaron a denominar como los milagros de Torrado. "Recuperé a Gentile, que era un italiano de triple salto; también a Seagren, un saltador americano de pértiga. Iban por la villa olímpica cojeando, los traté y al final el primero ganó el bronce y el otro, el oro. A mí me querían con locura".

'El Brujo' tratando a Tkachenko.  JOSÉ LUIS TORRADO
'El Brujo' tratando a Tkachenko. JOSÉ LUIS TORRADO

Comenzó a colaborar con las selecciones de baloncesto y de boxeo, se convirtió en leyenda del OAR de Ferrol, ayudó al Breogán y extendió sus brazos en el fútbol. Trabajó varios años en el Zaragoza ("un directivo me quería poner allí una casa para que llevara a mi mujer y mis hijos") y trató a infinidad de jugadores que acudían a él por su cuenta… y por la puerta de atrás. En los años 70 ya era conocido como 'el Brujo', sobrenombre que va ligado a él como la uña a la carne. Se lo puso Emiliano, jugador de baloncesto del Real Madrid. No encontró mejor alias para calificar al responsable de ponerle en órbita después de una grave lesión.

"En México recuperé a Gentile y Seagren, que iban cojos y al final ganaron medalla; uno el bronce y el otro la plata"

JOSÉ LUIS TORRADO

Sin embargo, Torrado asegura que acabó por perjudicarle: "Yo ni rezo, ni hago conjuros. Y parecía eso. Yo uso la medicina natural. Me encasillaron y por eso no era bien visto por los cuerpos médicos. Yo no me metía en temas médicos, yo recuperaba con una cosa que es antiquísima. Y recuperaba de verdad, ¿eh? ¿Por qué se cree que muchos deportistas, muchísimos futbolistas, venían a escondidas de sus clubes? Venían a verme de noche, ocultos en casas de amigos o en la mía. Lo tenían prohibido. Yo era capaz de recuperar una rotura fibrilar en ocho días mientras que otros lo hacían en el doble de tiempo. O más. Claro, en esos cuerpos habituados al deporte y con un trabajo de fortalecimiento posterior...". En este punto es inevitable pensar en Marijana Kovacevic, la doctora milagro serbia que sanó en tiempo récord a Modric...

Valdano, Tkachenko, Myers, Raña...

Cuando se le anima a que dé los nombres de quiénes le requirieron, ríe: "¿Pero qué le voy a decir? Muchos, muchísimos. Pues del Real Madrid de antes a gente como Camacho, que es un tío al que le tengo un aprecio increíble, ¡cómo le dejaron la rodilla!; Del Bosque, Valdano, Pirri… También traté a Tkachenko, aquel gigantón de baloncesto ruso; a atletas como Mariano Haro, Sandra Myers o Iván Raña, que sigue viniendo por aquí; a varios del Celta como Míchel Salgado o Mostovoi…".

Fue precisamente a través de Míchel Salgado como el Real Madrid acudió a Torrado desesperado por los continuos problemas musculares de Jonathan Woodgate. En 2004, el club blanco le contrató por 22 millones de euros y con un historial serio de lesiones. Lo que se consideraba como un problema transitorio se convirtió en un Expediente X, que le hizo perderse toda la temporada 2004-05, y en un dolor de cabeza para todo el departamento médico del Bernabéu.

Woodgate se retira lesionado en un partido del Real Madrid.  GETTY
Woodgate se retira lesionado en un partido del Real Madrid. GETTY

Su calvario se localizaba en el recto anterior y el tendón y la falta de soluciones llevó al Madrid a contactar con el Brujo. El gallego se trasladó a la capital de España, donde montó su 'centro de operaciones' en permanente contacto con gente del club. Coció las hierbas que se trajo de Galicia, elaboró sus emplastos y se los aplicó a Woodgate. Hasta el propio Florentino siguió con mucha atención el proceso, preguntando casi a diario cómo iba el tratamiento y si estaba resultando. "Nunca se supo esto, claro. Recuerdo aquello, pero ese asunto no se arregló porque lo suyo no radicaba en esa zona. Digamos que se salía de mi ámbito. Todo era más complicado", afirma Torrado. El tratamiento no dio frutos. Al año siguiente, en 2005, le volvieron a perseguir las dolencias musculares (sufrió hasta cuatro) hasta que en abril de 2006 se descubrió que sus problemas radicaban en una lesión crónica en la espalda que le hacía propenso a romperse…

"Lo de Woodgate nunca se supo. No se arregló porque todo era más complicado de lo que parecía..."

JOSÉ LUIS TORRADO

Torrado continuó con su labor en su centro de Pontevedra (el político Manuel Fraga fue 'fijo' durante 16 años) y se mantuvo al pie del cañón casi hasta la pandemia. "La mayoría de tratamientos los hacía de forma altruista, él no cobraba. Y lo peor es que mucha gente a la que ha tratado, con el paso de los años, se ha ido olvidando de él; algunos ni han sabido agradecérselo. Todos los que pasaron por aquí, con tanto dinero y ahora...", comenta Marta, hija de José Luis. Ella, junto a sus tres hermanos, siguieron el camino que marcó su padre, ya completamente retirado, y dirigen el Centro Torrado, donde continúan con las terapias manuales y naturales. "A mí no me preguntes ya, ahora ellos saben más que yo, ¿me entiende?", zanja.