Tú sí que cambias

'Cámbiame' era un programa de la tele que veía en casa de mis abuelos en el que vestían a gente muy rara con ropa más rara aún para transformarles. Un equipo de tres pre-influencers se encargaba de planear sus cambios de looks con el objetivo de mutar al concursante en una versión mejorada de sí mismo, o directamente en otra persona distinta. 'Cámbiame' era la prueba de que nadie cambia.
La gente no cambia. Hasta que de repente ves a este chico brasileño, que llegó a Madrid con una sonrisa también de concursante y dos piernas endiabladas que jamás se coordinaban con el gol. Su repertorio de apagones delante de la portería invitaban a pensar que era imposible que Vinicius atinara, ni aquella temporada ni en las diez siguientes. El gol no se entrena, la pausa se tiene o no se tiene.
Además de un crack mundial Vinicius se ha convertido en una esperanza. Joder claro que la gente cambia. En cada jugada Vini coge su petate y se tira contra todos por su banda. Siempre genera peligro y sus rivales son los únicos que llevan el miedo a rastras. Vinicius le pone mayonesa a cada ataque del Madrid y los números le avalan: en sus últimos 43 partidos de blanco ha marcado 22 goles y repartido 12 asistencias. Uno valió una Champions.
No sé qué tipo de entrenamientos habrá seguido Vinicius en estos años. Tampoco me interesan; le queda más bonito el misterio. El brasileño juega un fútbol que desata esperanzas. Ayer confirmó su última incorporación al catálogo: el exterior de Modric. Vinicius, como Benzema, mejora cada año. Tanto, que han cambiado. Y han cambiado a este Real Madrid.