El camino de barro y espinas que llevó a Pablo Durán a triunfar en el Celta: "Mi objetivo era llegar a Tercera División"
El atacante gallego nunca pasó por ninguna cantera destacada y en 2021 jugaba en Preferente.
Pablo Durán (Tomiño, 2001) es ahora mismo el jugador más en forma del Celta. En ausencia de Iago Aspas, el atacante gallego se ha echado el equipo a la espalda y suma cuatro goles en los últimos cinco partidos de Liga que le han dado al equipo cuatro puntos. En su temporada de debut en Primera División está superando todas las expectativas, pero su camino hasta aquí ha sido de todo menos sencillo. Nunca pasó por una cantera potente y en 2021 estaba jugando en Preferente (quinta categoría nacional), lo que a él ya le parecía "tremendo". Ese verano su agente le trajo una oferta de la SD Compostela (Segunda RFEF) y desde entonces no ha dejado de crecer. Él mismo explica su inusual trayecto de barro y espinas hacia la élite.
¿Cómo empezó Pablo Durán a jugar al fútbol?
No tuve mucha ascendencia en la familia, simplemente me gustaba jugar a la pelota cuando era pequeño y de hecho tengo fotos mías de viaje cuando era un niño y siempre con un balón. Mis padres decidieron meterme en el Tomiño y recuerdo que ese primer año no me había gustado porque no estaban las categorías definidas y yo entrenaba con chicos mayores. Ahí se dio la casualidad de que se mudan unos vecinos al lado de mi casa y era el que sería mi entrenador al año siguiente, ya con personas también de mi edad.
No es habitual que un jugador que no pasa por canteras de equipos importantes llegue a la élite. ¿Cómo recuerdas tu camino?
Recuerdo tener mucha ilusión. El hecho de no estar en una cantera potente tiene ventajas y desventajas. En el aspecto positivo es que no había presión, yo jugaba para divertirme con mis amigos y mi única visión era ir a pasármelo bien. Seguro que vives momentos que en una cantera no tendrías. Y también pasa al revés, sobre todo por lo que te van inculcando. Cuando alguna vez jugábamos contra el Celta lo vivía con la ilusión de que a lo mejor podrían ficharme si lo hacía bien. Te motivaba más. Todos los chavales que estamos en equipos de pueblo como el mío, lo hacemos por diversión.
¿Cómo te planteabas el futuro cuando terminaste tu etapa juvenil?
Recuerdo que es el verano del COVID y a mí la pandemia me sirvió para darme cuenta de lo que quería en mi vida. No tenía claro ni lo que estudiar y recuerdo hablar con mi madre y decirle que quería intentar ser futbolista, sin dejar los estudios, eso sí, pero para ver si podía llegar a Tercera División. Ese verano, donde no tenía ofertas de ningún equipo, llamar a mi entrenador del Tomiño para decirle que me quedaba porque no tenía nada. Me devolvió la llamada a los cinco minutos y me comentó que me había conseguido una prueba en el Porriño. Y así empezó todo.
¿Qué te supuso ese fichaje?
Fue muy importante porque yo no tenía nada aquel verano. Llegaba a casa tarde de entrenar en esos primeros días a prueba y recuerdo decirle a mi madre que creía que no me iban a coger y cuando me dicen que sí, supone mucho para mí porque con 18 años jugar en Preferente me parecía tremendo porque hay muchos jugadores que no llegan. Empiezo suplente esa temporada y luego juego seis partidos seguidos. En los diez que duró la temporada marqué nueve goles.
Y en 2021 llegas a Segunda RFEF con el Compostela.
Recuerdo que aquel verano me reuní con Losada, que era mi entrenador en el Porriño, y me dijo que la única manera que tenía de ayudarme a crecer era presentándome a Villa, que hoy es mi agente. Yo vengo de un pueblo pequeño y ahí la figura del representante siempre estuvo algo dañada por los intereses que pueden tener. Cuando me reuní con él, recuerdo volver a casa y decirle a mi madre que tenía dudas y ella me respondió que el tren solo pasaba una vez y que había que cogerlo o no. Me llevó a Santiago y allí pasé uno de los años más felices de mi vida, y no solo en lo futbolístico. Estoy muy agradecido al club y a mis compañeros.
¿Cómo viviste que te llamase el Celta para su filial?
Hasta este último año no pasaba por mi cabeza la opción real de jugar en Primera, sino que era más un sueño. Cuando me llama el Celta, recuerdo decirle a mi agente que no dejase escapar esa opción aunque fuese gratis. Me hizo mucha ilusión que vinieran a por mí.
Pasas dos años en el filial muy bueno. Cuándo acabó la pasada temporada, ¿qué pensabas de tu futuro?
Yo había hecho un año muy bueno y pensaba que mi etapa en el filial se había acabado, pero no imaginaba que pudiese subir al primer equipo, lo soñaba, eso es cierto, pero no era algo que viese factible. Estábamos viendo otras cosas y estuve cerca de marcharme, pero en el momento que Claudio Giráldez me dice que hay alguna opción de que pueda estar en el primer equipo, le dije a mi agente que esperase hasta el último momento. Y por suerte, se dio todo perfecto.
¿Qué sentiste cuando recibiste la llamada del Celta para decirte que te quedabas?
En cuanto colgué el teléfono me puse a llorar. Te acuerdas de tu familia, de todo lo que has pasado, de los sueños que tenías cuando eres pequeño… Y ya te imaginas lo que vas a vivir y que vas a compartir vestuario con Iago Aspas, que es una barbaridad.
¿Cómo está yendo la temporada?
Muy bien. Recuerdo pensar en pretemporada cosas como que si jugaba 500 o 600 minutos este año estaría muy bien porque en todo momento sabía de la dificultad que tiene jugar en Primera División. Sé que todavía tengo muchas cosas que aprender, pero las cosas están saliendo muy bien y estoy muy contento con las oportunidades que me está dando el entrenador.
¿Qué significa Claudio Giráldez para ti?
Las palabras que le puedo decir nunca van a ser objetivas porque me lo dio todo, me enseñó todo. Tanto él como su cuerpo técnico. Fueron las personas que perdieron el tiempo en enseñarme y confiaron más en mí de lo que yo lo hacía. Son mis padres futbolísticos.
¿Qué te dicen desde casa sobre la fama que tienes ahora?
Mi familia siempre fue de tener los pies en el suelo y siempre se han encargado de que no se me suba la tontería. Cuando te estrenas como goleador, por ejemplo, ves su alegría y emoción, pero no somos de volvernos locos cuando las cosas van bien. Somos una familia humilde y tenemos claro que no somos más que nadie ahora por jugar en Primera.
¿Tu llegada a Primera te ha cambiado?
Sigo siendo la misma persona. Mis amigos siempre serán mis amigos y yo no voy a cambiar. Los valores que me han traído hasta aquí son unos y haría mal en cambiarlos. Es cierto que quizás en el pueblo te conoce más gente.
¿Qué le dirías a un jugador que acabe su etapa juvenil y no tenga claro su futuro o que esté lejos de la élite?
Le diría que lo intente, no solo en el fútbol, en la vida. En mi experiencia, siempre puse mi 100% para hacerlo. Nadie te garantiza que todo vaya a salir bien, pero si das todo lo que tienes, las probabilidades aumentan. La gente me preguntaba si me arrepentiría de todo lo que invertía en intentar llegar a Primera, pero yo les decía que en absoluto, que era parte del camino y del crecimiento, también como persona.
¿Sigues estudiando?
Ahora mismo lo he aparcado por una serie de motivos, pero sí quiero seguir estudiando. Hice un ciclo superior de Educación Infantil y quiero estudiar la carrera de Educación Primaria. A mí me gustaría trabajar en algo relacionado con el fútbol, pero en casa siempre me enseñaron que hay que tener siempre un plan b por si la vida da un giro.
¿Es cierto que tomas apuntes de lo que te dice el cuerpo técnico?
Lo es. Sobre todo, los planes de partido siempre me los apunto, la forma de presionar, cómo juega el rival, los movimientos que debemos hacer… Creo que es la mejor manera y sobre todo lo que me ha traído hasta aquí. El año pasado lo hacía ya de manera diaria, pero en mi primer año en Vigo ya lo hacía porque me costó adaptarme a la exigencia que había. Como me costaba, entendía que tenía que dar ese extra.