La cara menos conocida de Donato, "el Globetrotter" que fichó Jesús Gil: "Vendí ropa y fui cerrajero"
La leyenda hispanobrasileña recibe a Relevo en La Coruña, la ciudad a la que llegó procedente del Atlético en el "peor negocio de la vida" del expresidente colchonero.
![Donato (60) atiende a Relevo en las inmediaciones del Castillo de Santa Cruz, en la localidad coruñesa de Oleiros. /RELEVO](http://s3.sportstatics.com/relevo/www/multimedia/202306/16/media/cortadas/DonatoFotoApertura_-RghxNgo94HK8PmNGfn0N3XN-1200x648@Relevo.jpg)
Con el Atlántico como testigo, Donato Gama da Silva (Río de Janeiro, 1962) recibe a Relevo en La Coruña, la ciudad donde dicen que nadie es forastero. El primer café con la leyenda hispanobrasileña, padre de dos hijas y abuelo por partida triple, se prolonga para abordar el capítulo inicial de una vida plagada de giros inesperados.
¿De dónde le viene lo del fútbol?
Mi padre tiene 87 años y aún está jugando al fútbol. Participa en pachangas los martes, jueves y sábados. Desde pequeño he aprendido mucho de él. Yo le acompañaba y, cuando faltaba alguien, me ponían. Aprendí a jugar en medio de personas mayores. ¡Me llevé muchas patadas!
¿Qué le marcó en esa infancia?
Vivía en Deodoro, en Guadalupe (Río de Janeiro) y tenía dos hermanas mayores, una murió en 1989. Mi vida consistía en estudiar y jugar al fútbol en la calle después del colegio. Con 11 años, un vecino, cuyo hijo jugaba en el Flamengo, me llevó a mí también. Me acuerdo como si fuera hoy de mi primer día en el club. Pero luego mi vecino se cambió de casa y ya no tenía quién me llevase. Sólo duré un mes.
El mes estelar de Donato en el Flamengo
¿Y después qué hizo?
Con 14 años empecé a trabajar vendiendo ropa. Con lo que ganaba mi padre no daba para ir a tomar un refresco. También trabajé haciendo recados para los vecinos, yendo a comprar el pan... Y, años después, fui cerrajero: hacía llaves, arreglaba cerraduras… Mi jefe Pedro siempre fue seguidor mío. Yo trabajaba y estudiaba toda la semana y el sábado iba al campeonato con el Nacional de Guadalupe. Era fútbol amateur, donde jugaba con gente de 30 años.
¿Cuándo salta entonces al fútbol estructurado?
Llegué con 18 años, mi carrera empezó muy tarde. Me vio un directivo del América y me llevó a hacer una prueba con el Sub-20. Yo en teoría era centrocampista. Estaba con unos 30 chavales esperando mi momento. De repente se lesiona un lateral derecho del equipo suplente. 'Tú, que eres joven, coge el peto', me dijeron. Y ahí empecé. En 15 días ya estaba entrenando con el equipo titular en esa demarcación. El América me fichó y firmé el contrato. Fue mi primer equipo, no el Vasco da Gama, mucha gente se confunde. Antes de terminar el campeonato ya me subieron con los profesionales como lateral derecho. Estuve entre 1981 y 1984.
¿Cómo empieza la aventura en el Vasco da Gama?
En 1984 me ceden al Vasco da Gama. Y mi primer torneo fue el Teresa Herrera en Coruña, contra la Roma en la final. Tengo una foto con la equipación del Vasco y el escudo del Deportivo detrás. ¿Cómo iba a pensar en mi vida que iba a terminar mi carrera en el Deportivo?
Años más tarde, en Cádiz, otro mítico torneo de verano cambió su vida.
Fue en 1988 en el Ramón de Carranza, torneo que habíamos ganado el año anterior, con Mazinho como mejor jugador. Todos queríamos hacer buenos partidos para salir a Europa. En el 88 un compañero del centro del campo se lesionó. Yo jugaba de central en el Vasco, pero el entrenador necesitaba a alguien y me ofrecí. Era la posición que quería desde niño. Entonces me pusieron con el '8'. Hice un partidazo contra el Cádiz.
Y en la final: el Atlético de Madrid.
Ganamos 2-1. Me acuerdo que en un balón dividido con mi querido Juan Carlos (que luego jugaría en el Barça) él entró con los dos pies en plancha y yo con la puntera. ¡Y explotamos un balón! Hubo que cambiarlo. Fue una cosa inédita.
¿Cómo detona su fichaje por el Atlético?
Estoy en el aeropuerto de Jerez, cuando me llaman por teléfono. No había móviles. 'Don Donato, acuda al teléfono'. Dije: 'Esto es una broma entre jugadores'. Pero era Eurico Miranda, presidente del Vasco, que ya murió: 'Donatinho, te hemos vendido al Atlético de Madrid'. '¡Pero si ya he facturado la maleta!', le contesté. Me despedí de los compañeros y me fui a Madrid. Baltazar, que ya había sido fichado por el Atlético, me esperó en el aeropuerto. Me quedé en el Hotel Alcalá, cerca de las oficinas del presidente Jesús Gil, y firmé.
Un buen contrato, ¿no?
Estaba en un momento muy dulce en el Vasco, a punto de ser llamado para la selección brasileña, era un jugador muy regular. Paulo, supervisor y amigo en el Vasco, le dijo a Jesús Gil que había comprado 'un Globetrotter del fútbol', que podía jugar donde me colocasen. Hablé con Baltazar, brasileño y atleta de Cristo como yo, porque no sabía ni lo que pedir. 'Pide esto... Además pide casa y coche, y si te lo dan, fenomenal', me comentó. Era 10 veces más de lo que cobraba en Brasil. Pero luego me di cuenta de que mi salario era el más bajo de todos los suplentes.
Y debuta en Liga contra el Logroñés de Irureta, que sería años después su entrenador en Coruña, con arbitraje de Andújar Oliver. ¿Se acuerda?
Estaba feliz. Después de ese partido me tuve que ir a buscar a mi mujer y mis hijas a Brasil: 'Prepara el pasaporte que nos venimos a vivir a Madrid'. En el equipo me recibieron muy bien: Tomás, Goikoetxea, Baltazar, Manolo, Abel…. Y Paulo Futre, que era como el hijo pequeño de Jesús Gil, me ayudó muchísimo dentro y fuera del campo, un líder. Era un grupo fantástico. Sólo nos faltó ganar más títulos. Yo era muy querido y muy respetado. Estuve cinco años y sólo salí porque estaba desanimado y triste con Jesús Gil. Tenía ganas de buscar otros aires.
![Donato, a la derecha, presencia una acción entre el portero Abel y Hierro en la Final de Copa de 1992. ABC](http://s2.sportstatics.com/relevo/www/multimedia/202306/16/media/cortadas/Donato_Atletico_Madrid_FinalCopa92-U62270100748yyT-624x385@Relevo.jpg?cw=780&ch=481)
¿Cómo era Jesús Gil, con el que tuvo 11 entrenadores diferentes en cinco años?
(Se ríe). Era un personaje, a mí me gustaba, pero tenía aquellos prontos... Cuando llegué me trataba como uno más de la familia. Tengo amistad con Miguel Ángel, con sus hermanos, su hermana, la mujer de Jesús Gil... Me han tratado maravillosamente bien. Luego, él tenía esa calentura… Pero los dos o tres primeros años fueron magníficos.
¿Cuándo se torció todo?
Con la marcha de Luis Aragonés, Jesús Gil ya cambió y empezó a entrar en el vestuario. Luis tenía su carácter. Le dije: 'Si te marchas de aquí, esto va a ser un caos'. Y así fue. Jesús Gil ofendiendo a muchos jugadores... No a mí, pero yo siempre defendí a mis compañeros. Cuando vino José Luis Villarreal, decía 'este jugador es una porquería'. ¡Cómo puede hablar así de un jugador!
¿Con usted qué pasó?
Teníamos un partido contra el Parma (semifinales de la Recopa en abril de 1993). Me llama en la concentración y me dice que yo hablé mal de Marbella, que me iba a poner a parir, que no me iba a pagar… 'Tío, ¿de qué me está hablando? ¿Por qué voy a hablar mal de Marbella?'. Y me amenaza: 'Ya verás lo que te voy a hacer'. Me cabreé y discutimos. Me mandó quitar del equipo titular.
¿Y qué hizo?
Le pedí a mi mujer que me viniera a buscar al hotel, casi a la una de la mañana. Un follón tremendo. Tomás y el doctor González vinieron a hablar conmigo. A mí no me gusta que nadie me amenace. Tomás me tocó el corazón -que lo hiciese por la plantilla y por los compañeros- y me quedé. Estuve en el banquillo y Asprilla marcó dos goles (1-2). Antes del partido de vuelta, estaba en el campo, con mi música, vino Jesús Gil y me abrazó: 'Te quiero pedir perdón'. Le contesté: 'Presidente, está perdonado, pero ahora estoy concentrado'. Ganamos 0-1, pero fuimos eliminados. Le perdoné, pero la tristeza estaba ahí. Como persona y como familia, les quiero un montón. Fue un momento en el que estaba triste y salí.
¿Cómo fue esa salida al Dépor?
Miguel Ángel Gil me dijo: 'Tengo dos años de contrato para ti con opción a tres'. Yo le respondí: 'Mira, Miguel Ángel, no voy a firmar'. Me comentaba que iba a traer a un entrenador brasileño, un jugador brasileño… 'Mira, no se trata de eso, me encuentro triste y me quiero ir de vacaciones. Luego ya veré'. Ahí recibí la llamada de Lendoiro, quería que firmase un precontrato. Yo le dije que no iba a firmar con nadie. Si quiere comprar, que vaya al Atlético de Madrid y que pague lo que tenga que pagar. Yo por la puerta de atrás no salgo. No voy a traicionar al Atlético. Si quiere fichar, que pague. Humanamente yo pensaba que era imposible que me fuese.
¿Y entonces?
Me llamó Enrique Cerezo: 'Donato, te hemos vendido para el Deportivo'. Yo le comenté, 'pero…¿Miguel Ángel (Gil) lo sabe?'. Se había casado y estaba de luna de miel. 'Tú tranquilo, que sólo tienes que venir a firmar el finiquito'. Después me entraron dudas: salir de un equipo grande, el tercero de España, y venir a una ciudad de un equipo que acababa de subir a Primera... Pero tenía un proyecto bonito con Lendoiro, que había firmado a Bebeto y Mauro Silva.
¿Cómo superó esas dudas?
Me estaba despidiendo de los atletas de Cristo en Brasil, la reuniones eran todos los lunes, y una hermana me dijo: 'Tengo un mensaje para ti'. Mira esto, el 23/20. El versículo decía: 'Yo envío mi ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca el lugar que yo he preparado'. Me entró una paz en mi corazón para venir a Coruña... No tuve problema ni para la casa ni para colegio de las niñas. Y con el Deportivo casi ganamos la Liga el primer año, en la 93-94. Todo fue maravilloso.
¿Con los años recuperó la relación con Jesús Gil?
Después me encontraba con él y me abrazaba: 'Fue el peor error que cometí en mi vida', decía. Podía tener sus cabreos, sus prontos, pero lo reconocía también. Me pidió perdón y me repitió que el haberme dejado marchar del Atlético al Deportivo fue 'el peor negocio que había hecho en el fútbol'. Cada vez que yo iba al Calderón era aplaudido por la afición. Una cosa impresionante.