REAL MADRID

El origen de la celebración de los goles de Jude Bellingham

La estrella inglesa del Real Madrid repite el gesto cada vez que envía el balón al fondo de la red contraria.

Jude Bellingham celebra un gol con el Real Madrid./REUTERS
Jude Bellingham celebra un gol con el Real Madrid. REUTERS
Javier Mercadal

Javier Mercadal

La salsa del fútbol es el gol. Es un momento de felicidad plena. Por un instante, el mundo se detiene, los problemas se olvidan y solo importa la sensación de euforia desatada que recorre todo el cuerpo. En la grada los aficionados se vuelven locos, en las cabinas de retransmisión los narradores se desgañitan. Sobre el verde, los jugadores se abrazan de alegría. Sin embargo, en medio del caos desatado, hay futbolistas con la sangre fría suficiente para realizar una celebración concreta. Un gesto reconocible, que en muchas ocasiones se convierte en un icono.

Es el caso de los goles de Jude Bellingham. La nueva estrella del Real Madrid lleva prácticamente toda su incipiente carrera realizando el mismo gesto cuando marca un gol. Y son varios cada temporada, pues pese a desempeñarse como centrocampista se trata de un jugador con mucha llegada. No en vano, en la 2022/23 finalizó con 14 dianas en 42 partidos con el Borussia Dortmund. Después de cada una de ellas, realizó su icónica celebración.

El origen de las celebraciones de los goles de Bellingham

Cada vez que marca un gol, Jude Bellingham se planta frente a la grada y con pose firme abre los brazos de par en par. La imagen es tremendamente potente. Por ello se ha convertido en imagen de portadas y productos de merchandaising. Para encontrar los orígenes de este gesto hay que retrotraerse al inicio de su carrera. Cuando siendo todavía un adolescente defendía la camiseta del Birmingham City.

Concretamente, a su segundo gol como profesional. El primero, marcado el 31 de agosto de 2019, lo consiguió de rebote en un partido en casa contra el Stoke City. Entonces, Bellingham solo tenía 16 años y 36 días. Había salido desde el banquillo por lesión de Jefferson Montero en el minuto 30. En la segunda parte, inició una cabalgada desde el centro del campo hasta las inmediaciones del área rival. No encontró a ningún compañero desmarcado, por lo que intentó el disparo. Con mucha fortuna, el balón besó la red tras tocar en un defensa rival. El centrocampista inglés entonces lo celebró lanzándose de rodillas, antes de ser avasallado por sus compañeros.

La primera vez que Jude Bellingham celebró un gol con los brazos abiertos frente a la grada fue el 14 de septiembre de 2019. Fue el primer partido del actual futbolista del Real Madrid como titular. El Birmingham visitaba al Charlton, y en el minuto 59 Berllingham marcó el que a la postre sería el único gol del partido. Entonces, el centrocampista se dirigió a la grada poblada por los seguidores visitantes e hizo su icónica celebración, surgida de una forma natural. Desde entonces, salvo momentos puntuales, ha repetido siempre el mismo gesto.

La polémica de Bellingham en San Mamés

Así hasta que llegó a La Liga. En su primer partido con el Real Madrid, a Jude Bellingham le tocó visitar San Mamés. Probablemente, uno de los estadios más míticos de la competición española. También, uno de los que se precia por respetar la tradición. Igual que hizo con el Birmingham, Bellingham debutó con la camiseta blanca con gol. A la salida de un córner, enganchó una volea dentro del área que, sin ser un chut especialmente estético, entró por la escuadra de la portería defendida por Unai Simón.

Tras marcar, Bellingham corrió rápidamente a realizar su icónica celebración. Se posó frente a la grada de San Mamés y abrió los brazos como suele hacer. Sin embargo, en esta ocasión, frente a él se encontraban aficionados del Athletic Club nada contentos con la acción del inglés. De hecho, los gestos de desaprobación por parte de varios hinchas rojiblancos fueron más que evidentes. Iker Muniain, jugador bandera de los vascos, también se sintió agraviado por el gesto de la estrella madridista. Así se lo hizo saber con el dedo índice, indicándole que en la Catedral eso no se hacía. En lugar de la alegría del gol, se interpretó como un gesto de desafío y soberbia por parte del ganador.