Cristiano Ronaldo en Valdebebas: confirmado por tres vías

Cuando a las 15:00 horas recibí un mensaje de Alfredo Matilla informándome de que Cristiano Ronaldo estaba entrenándose en Valdebebas, "confirmado por tres vías distintas", pensé en que al final es cierto eso de que en Madrid es muy fácil encontrarte con tu ex. Suelo bromear para protegerme. Después, sucumbí al nudo en el estómago. No era de angustia, sino de pena. Esas ataduras que, de cuando en cuando, sufren las entrañas cuando uno añora lo que nunca jamás sucedió. "¿Se podrá tener nostalgia de algo que aún no te ha pasado?", se escucha en un monólogo precioso de la película Princesas. A mí me pasa. Debe ser la edad. O las canciones navideñas que escupen los altavoces de las gasolineras en las tardes de lluvia. Porque de esta montura no me baja nadie: Cristiano se ha entrenado este miércoles sobre las instalaciones de donde nunca se debió marchar.
Como a todos nos queda bien el traje de luces cuando el toro ya ha pasado, seguro que habrá alguien que me lance un reproche. "Pues al Real Madrid no le ha ido tan mal sin él", me pueden argumentar. "Se vio por encima del club y así le ha pasado, ha perdido más él que el Madrid", supongo que secundarán varios otros. A todos los que se posicionen junto a esas explicaciones les responderé que sí, que por supuesto, que un club siempre está por encima del individuo y que Cristiano perdió lustre conforme se alejaba de la capital de España a Turín. No me refiero a eso. Hablo del instante en que todo se rompió y en cómo el regreso de Cristiano hoy a Valdebebas ha despertado en mí (en muchos) una saudade poco saludable.
Uno es de ese lugar donde ha sido feliz y un servidor vivió en la dicha con el portugués de blanco. Pero un día conjugas en presente y a la mañana siguiente, la vida te encañona y te obliga a hablar en pasado. Todo lo que vemos está en proceso de no verse, le leí a Manuel Vilas. Aún recuerdo los meses posteriores a la salida del portugués del Madrid, con el equipo enfermo de gol, él marcando goles en Italia y la televisión del club proyectando imágenes de partidos jugados entre 2009 y 2018. Cada vez que veía aquello percibía una clara reducción de densidad capilar. Me quitó años de vida. Sin embargo, todo pasa y nadie tiene algo para siempre... salvo que seas el Madrid, donde la gloria es impermeable a las despedidas.
En eso se creyó Cristiano por encima de la historia y se equivocó. Falló en el cálculo de dimensiones entre su figura y la del club y acabó extraviándose. Obviamente, fue regando su camino con goles porque quien tiene hambre siempre busca sustento. Pero la notoriedad, el prestigio y la dimensión que da Chamartín se encuentra en pocos sitios.
Mientras el Madrid siguió ganando Champions, él acabó marchándose de los sitios por la gatera, viendo enemigos por todas las esquinas. Ahora, con 37 años se encuentra sin equipo... ¿Por qué nos empeñamos en ser felices y no darnos cuenta hasta que algo nos duele? Reconforta que las relaciones se hayan acabado cosiendo y hayan desaparecido los recelos. Por lo que pueda pasar. Pero me ha lastimado volver a sentir nostalgia de algo que no me pasó. Confirmado por demasiadas vías distintas.