Así es Cyle Larin: el delantero del Valladolid que coincidió con Kaká y Benito Floro

Cyle Larin llegó hace nueve días a Valladolid. Apenas ha tenido tiempo para visitar la capital castellano-leonesa, pero ya se ha ganado a toda Pucela. Su cesión hasta el final de curso, con opción de compra obligatoria, se ha convertido en la mejor noticia para los de Pacheta. Por el momento, su rendimiento es 'cum laude' gracias a dos goles que valen seis puntos frente a Valencia (1-0) y Real Sociedad (0-1) y un salto de gigante en la clasificación para olvidar las penas.

El jugador canadiense con pasaporte jamaicano, nacido en Brampton hace 27 años, llegó al José Zorrilla procedente del Brujas belga, donde no había tenido suerte esta campaña. Su intermitencia en las alineaciones hasta el pasado mes de enero -350 minutos repartidos en 13 partidos- le abrieron la puerta en el pasado mercado invernal. Llegó entonces el Mundial de Catar y su actuación le sirvió para colocarse en el escaparate, lo que también ayudó a que el Valladolid decidiese contratarlo durante el pasado mercado invernal.

Antes de fichar por el Brujas, el ariete norteamericano lució con gusto su condición goleadora en el Besiktas turco, el equipo que le reclutó para el Viejo Continente en el año 2018. Y antes todavía, su historia también tuvo relación con el fútbol español, en concreto, con Benito Floro, que fue quién lo eligió para vestir los colores de la selección de su país. El técnico español no dudó en echar el guante a Larin cuando solamente jugaba a nivel amateur en la facultad.

"Nos íbamos a universidades de Estados Unidos y buscábamos a chicos canadienses que estuviesen jugando a buen nivel", dijo Floro -en declaraciones a Relevo- tras repasar recientemente su etapa como seleccionador de Canadá. "Allí, por ejemplo, descubrimos a Cyle Larin. En cuanto lo vi le dije al mánager: no le des vueltas, que se venga", relata el técnico asturiano. En su selección (2013-2016), lejos del brillo y el talento de la actual, sobresalía el exdeportivista Julián de Guzmán.

Ese fue el primer paso de Larin para relanzar su carrera, cruzarse con Benito Floro como antesala de su llegada al fútbol europeo. En Turquía cayó de pie. Larin logró 32 goles en año y medio, cifras que le hicieron olvidar al Orlando City y centró su carrera en Bélgica tras la llamada del Brujas. Llegó con tres títulos en el zurrón (Liga, Copa y Supercopa) y con la experiencia de haber jugado cedido en el Zulte Waregem.

Sin embargo, el Brujas ha preferido que Larin saliese el pasado mes de enero para desarrollar su talento. Y ahí apareció un Valladolid que se peleó con más equipos de Primera por hacerse con sus servicios. Consciente de su corpulencia y estatura (189 centímetros), tuvo que darse codazos con el Cádiz, que necesitaba relevo para Lucas Pérez, pero no pudo competir con las condiciones ofrecidas por el equipo de Ronaldo Nazario.

Su vida giró siempre en torno al fútbol, aunque los comienzos no estuvieron relacionados con el balompié. Larin jugó al hockey y también al baloncesto, pero nada le motivaba tanto como el balón blanco y negro. "El hockey es caro y no tenía ese dinero", dijo en una entrevista a The Guardian. "El fútbol siempre fue lo único en lo que sabía que era realmente bueno. Me encantó el juego. Idolatraba a Didier Drogba. Jugué contra él en la MLS y siempre veía al Chelsea. Era mi equipo favorito".

Pero no fue fácil centrar sus miras en el fútbol hasta la llamada de Benito Floro. Aquella apuesta le dio licencia para jugar en la MLS y compartir equipo con el exmadridista Kaká. "Veía su nivel y dónde ha jugado (...) y yo ya sabía que quería llegar a jugar a ese nivel (...) Ha sido un buen ejemplo", dijo sobre el centrocampista brasileño, compañero en el Orlando City.

El mismo equipo donde tuvo que pasar página tras ser detenido en 2017 por conducir en estado de embriaguez. Larin pidió perdón a sus compañeros y pudo recuperar su condición de jugador a las órdenes de Alessandro Nesta, otro de los nombres que marcó su carrera antes de viajar a Europa. Aquel episodio, tras reconocer que había bebido "dos o tres vodkas con Red Bull", no impidió que el delantero canadiense hiciese grande su carrera.