Los 58 días más oscuros de un Girona que se debate entre la "osadía" de Míchel y el fantasma del descenso de 2019
El conjunto catalán ha perdido cinco de sus últimos seis partidos de Liga.

Mal comienzo de año para el Girona, que apenas ha sumado tres de los 18 puntos que se han disputado en la segunda vuelta de Primera División. Son números de descenso, pues solo Valladolid y Las Palmas tienen peores registros que los gerundenses, que ahora mismo afrontan un momento bisagra de la competición. Y es que entre la jornada 25 y la 26, la próxima, se cumple el segundo tercio de LaLiga, y Míchel es muy de dividir las temporadas en tercios.
También es un punto clave del curso porque el conjunto rojiblanco, en los próximos tres encuentros contra Celta, Espanyol y Valencia, a disputar en 16 días de diferencia, definirá sus objetivos de aquí a final de temporada: si pelea por competición europea o si lo hace por mantener la categoría. O si se queda en tierra de nadie. A día de hoy, pese a la mala racha, está mucho más cerca del sexto que del decimoctavo puesto que el Rayo tiene cuatro puntos más que los catalanes y el Valencia, ocho menos.
Con todo, tras la digna derrota ante el Real Madrid, Míchel ya dijo que no es del todo realista mirar a Europa en este momento. "Ahora es una osadía hablar de eso. Pero tengo mucha confianza en el equipo. Mi sueño es pelear por eso. Necesitamos continuidad, que en estos 13 partidos estemos conectados en todas las fases. Ojalá dentro de un mes estemos ahí en la pelea", verbalizó el vallecano, que vio una mejoría en el rendimiento de su equipo pese a caer en el feudo blanco.
El fantasma del descenso con Eusebio
Plantearse un hipotético descenso o el simple hecho de llegar con el agua al cuello a las últimas jornadas parece un tanto pesimista, pero ese fantasma recorre Montilivi porque hay un precedente que invita a ser cauto y no dar por segura la permanencia en LaLiga hasta que no sea oficial. Sucedió en la temporada 2018-19, la última en la que el Girona descendió de Primera a Segunda División, con Eusebio Sacristán como entrenador.
Entonces, el Girona afrontaba el último tercio de competición prácticamente en un escenario calcado al actual: tras la jornada 26 ocupaba en la tabla el puesto número 14 -ahora es el 13- acumulaba 31 puntos, los mismos que tiene ahora con una fecha menos disputada, y estaba ocho por encima del Villarreal, la misma distancia que le separa actualmente del Valencia, el primer equipo que descendería.

Es más, tras vencer en Butarque en la jornada 28, el 16 de marzo, se plantó con nueve puntos de margen sobre la zona roja con apenas diez partidos por disputarse. Era un panorama más que plausible para salvar la categoría por segundo año consecutivo, solo faltaba que fuera matemática la salvación para celebrarlo. Pero el equipo se cayó de un modo totalmente inesperado y perdió nueve de los siguientes encuentros.
58 días después del triunfo ante el Leganés, el 12 de mayo de 2019, el Girona volvía a ser virtualmente equipo de Segunda tras caer en casa contra el Levante (1-2) en la penúltima jornada. Aquel día toda la ciudad se conjuró para empujar a los rojiblancos hacia una victoria que les habría hecho depender de sí mismos en la última fecha en Mendizorroza. Ni poniéndose por delante, con gol de Stuani, fue posible revertir la mala racha y en Montilivi se vivió un funeral totalmente imprevisto meses antes, con un descenso que se hizo oficial en Vitoria, y uno de los capítulos más negros de la historia de la entidad que ahora sirve de aviso para navegantes en el momento bisagra de LaLiga 2024-25.