Diego Martínez se despide del Espanyol: crónica de un sufrimiento anunciado

Se acabó la historia de Diego Martínez con el Espanyol. Tras cuatro derrotas consecutivas, el club le ha sentenciado. Le sucederá Luis García, ex futbolista del club y actualmente entrenador del RSC Internacional. Podría ser anunciado esta misma tarde y presentado mañana martes. Termina una etapa que empezó con ilusión pero con una base poco sólida.

Valladolid, Real Madrid, Celta y Girona. Diego Martínez ya no se sentará el próximo sábado en Cornellà ante el Athletic. La última vez que el Espanyol encadenó cuatro derrotas consecutivas fue con Rufete, técnico de emergencia. El equipo terminó descendiendo a Segunda. La situación no es crítica, pero sí complicada. Si el Valencia gana esta noche al Rayo, el Espanyol caería a puestos de descenso.

"Nadie nos ha soltado la mano en ningún momento. Eso no se refleja en ninguna clasificación y lo llevaré siempre en el corazón", ha dicho el propio Diego en su despedida. Al acto han asistido el Mao Ye, CEO del club, parte del cuerpo técnico, Domingo Catoira, director deportivo y ex jugadores como Capdevila. También se han dejado ver futbolistas de la casa -Javi Puado o Nico Melamed-, pilares del equipo -Darder, Cabrera o Sergi Gómez- y algunos fichajes de esta temporada -Joselu, Denis Suárez o Brian Oliván entre otros-.

La etapa de Diego Martínez como entrenador del Espanyol comenzó en arenas movedizas. La incierta situación con Raúl De Tomás planteó un verano complicado para Domingo Catoira. El director deportivo, por su parte, termina contrato a finales de abril y muy posiblemente tampoco continuará en el club. Finalmente RDT quedó apartado del equipo y los pericos se reforzaron con hombres como Joselu o Braithwaite.

"Sabíamos que el camino iba a ser duro. Dijimos que habría que redimensionar los objetivos. Todos somos conscientes de que esta situación no es la que debería ser y asumo al responsabilidad", ha dicho Diego.

La realidad es que Diego no siempre estuvo del todo contento con las piezas de las que disponía, sí con su fe en el proyecto. "Les puntúo con un 20 sobre 10", ha enfatizado el ya ex técnico. Las desaciertos bajo palos, sin embargo, labraron el primer tramo de temporada del Espanyol. Ni Lecomte ni Álvaro Fernández dotaron al equipo de la solidez necesaria. Ahora, con Pacheco, incorporado en el mercado de invierno, el equipo respira algo distinto. Sigue encajando, pero no por errores individuales.

Pese a contar con el internacional Joselu -acostumbrado a convertir el agua en vino cada semana con la camiseta del Espanyol-, los de Diego Martínez han fallado en las áreas. En sólo dos partidos de esta temporada los blanquiazules han generado más ocasiones de calidad que su rival. Ocurrió en los dos últimos encuentros. Son el octavo equipo que más anota, pero el tercero que más recibe.

Diego Martínez ha comentado que respeta la decisión del club pero no la comparte. Se veía con fuerzas para sacar adelante esta situación. "A veces las cosas no funcionan. El equipo podría tener cuatro, cinco o seis puntos más habiendo hecho lo mismo. Si estoy aquí es para reconocer con naturalidad ni responsabilidad y agradecer el trabajo realizado", valoró el entrenador al ser preguntado sobre qué había fallado.

Tampoco ha querido opinar sobre si le han faltado herramientas para desarrollar su proyecto, que quería desarrollar a medio-largo plazo: "No es momento de hablar de eso. Es un momento de mucha tristeza. En el fútbol hay que adaptarse a las situaciones y hablar claro".

"No miro a los jugadores porque me emociono", ha dicho Diego. Se marcha apoyado por la columna vertebral de la plantilla y fiel al mismo discurso del primer día: "coherencia y adaptación". El fútbol del Espanyol ha sido cada vez menos coral y más minimalista. Es precisamente la adaptación a los momentos de dificultad que mencionaba el entrenador.

"Cuando las cosas te importan duele mucho más. Vine siendo un vigués de Granada y me voy siendo un perico", ha cerrado el entrenador. El próximo sábado ante el Athletic el Espanyol ya tendrá una nueva cara en el banquillo.