Si Araújo obedece a sus instintos será una grieta para el Barça
El central uruguayo lleva siete meses sin vestir de azulgrana.
El retorno de Ronald Araújo es inminente. Es difícil justificar, por muy fan que seas del uruguayo, que su regreso es sencillo de explicar. Su última titularidad con el FC Barcelona fue el 4 de mayo ante el Girona (4-2 perdió el Barça). Han pasado más de siete meses desde que Ronald fuese el líder de la zaga, y todo ha cambiado mucho a su alrededor, aunque los nombres sean los mismos. Ha cambiado la idea y aunque los compañeros sigan siendo Cubarsí, Balde, Koundé e Íñigo, el fondo es diferente, por lo que el retorno del uruguayo habrá que enmarcarlo en un condicional. En un cómo que tenga en cuenta todo aquello que ha dejado de parecerse.
Hansi Flick ha situado la frontera de su idea en el límite de la conciencia colectiva. El Barça siempre ha llevado como lema el defender lejos, pero el técnico alemán ha elevado este axioma, a ratos solo funcionando como eslogan, a un fundamento tangencial de su idea de juego. El Barça no defiende lejos. Solo lo hace así. O solo quiere hacerlo de esta forma, lo que implica varios factores clave. El primero es que el equipo se construye para presionar la pérdida con intensidad y muchos efectivos porque el objetivo es evitar a toda costa tener que defender cerca de tu área, una reacción alérgica que tiene como síntoma el fuera de juego, la bandera que ondea en la casa de Hansi.
Un cambio de vida radical
El segundo punto es que los centrales han tenido que cambiar su forma de acercarse al juego. Ya no se acompaña el desmarque, sino que se fuerza. Es decir, en vez de correr sobre el desmarque, tratando de evitar que el jugador saque ventaja, Flick propone motivar que se sucedan, confiando en el timing de sus defensas, logrando así que el ritmo del oponente se corte al caer en fuera de juego o perder el balón. ¿Y el riesgo? Si esto fuese una peli y Araújo le preguntara a Hansi, este sonreiría como lo hacen los que han visto mucho cine. "La muerte". Elige tu vida.
Y aquí aparece Ronald. Lo más destacable del uruguayo es que a campo abierto es un futbolista colosal, un titán en el cuerpeo y yendo al suelo, un defensa que vibra con los delanteros potentes porque siente, y está convencido de ello, de que va a ganar. Y quién soy yo para negarle tal presentimiento. Araujo ha demostrado ser una pieza de valor incalculable en estas situaciones por su físico y determinación. Pero su valor puede haber encontrado un enemigo, que es el propio sistema, por lo que deberá ejercer de segunda virtud. La primera está por descubrirse. Si Araújo empieza a obedecer a sus instintos, el Barça jugará peor. Lo hará porque toda su confianza reside en la fuerza de su idea, por mucho que a veces le cueste goles. Y el fútbol es confianza. Araújo puede ser una grieta… pero también un alivio. Es su oportunidad.
Lo es porque Araújo entra en sus mejores años y puede convertirse en aquello que su físico y determinación ya han insinuado muchas veces, y el Barça de Flick representa un reto intelectual al que debe dar forma, creerse capaz para resolverlo. Que sus piernas sean consecuencia y no causa principal de su juego, algo necesario para que su fútbol se eleve y coja más matices. Podríamos decir que Araújo es al fútbol lo que la acción al cine. Espectacular, pero muchas veces previsible. Para ser algo más, Flick le brinda un escenario ideal para que su defensa coja altura y su físico le confirme como lo que siempre llevó dentro. Ronald, como Neo en Matrix, debe elegir qué pastilla tomar y qué realidad vivir.