El Espanyol invierte el Covid y reivindica la 'generación pandemia': "Celebramos la vida, no la muerte"

El 14 de marzo de 2020, el Gobierno español decretó el estado de alarma que trajo consigo el confinamiento de toda la población. La ciudadanía entraba en una dimensión desconocida a causa de la pandemia de Covid-19 que alteró todos los espectros de la vida; también el fútbol, que se detuvo durante meses y cuando regresó, lo hizo a puerta cerrada, sin la parte esencial del deporte, sus aficiones, y entre homenajes a las víctimas de un virus que segó decenas de miles de vidas y que lo cambió todo.

Se cumplen cinco años desde que se anunciara la reclusión de los ciudadanos en sus casas, el comienzo de un nuevo orden mundial plagado de dudas y miedos. Es por ello que el departamento de comunicación del Espanyol rumió cómo conmemorar esa efemérides, casi siempre recordada con ramos de flores y minutos de silencio. Y desde el principio se tuvo claro que querían invertir el sentido lúgubre al que se asocia esta enfermedad.

"Celebramos la vida, no la muerte", cuentan. Y es por ello que decidieron homenajear a los niños y niños que nacieron en 2020, la 'generación pandemia', que un lustro después siguen siendo socios del RCD Espanyol. Porque ellos simbolizan todo lo bueno que ocurrió en un periodo vital con muchas más sombras que luces… también para el club perico, que en 2020 descendió a Segunda tras casi 30 años, aunque volvió a subir la temporada siguiente.

El pasado miércoles, esos niños y niñas, invitados por el club y acompañados de sus familiares, recorrieron el RCDE Stadium, realizando un tour privado por las instalaciones blanquiazules, el gran patrimonio que tiene la entidad, y que rezuma historia y sentimiento por todas sus paredes. Visitaron todos sus rincones: el auditorio Juan Segura Palomares, el pasillo de las camisetas, la sala histórica Ricardo Zamora y el vestuario local, donde recibieron un obsequio.

Y terminaron saltando al césped, como si fueron futbolistas profesionales. Allí, sobre el terreno de juego, pudieron saludar a las mascotas pericas y corretear como corren sus ídolos cada quince días, en una jornada especial para todos aquellos niños y sus familias que representan un brindis a la vida y proclaman que el sentimiento perico es indestructible y se siguió cultivando también durante la pandemia.