¿Por qué Ferran Torres ha jugado el mejor partido del curso?
El delantero culer ha cuajado una gran actuación como extremo diestro en el partido más completo de la temporada.
![Ferran Torres durante el encuentro /AFP](http://s2.sportstatics.com/relevo/www/multimedia/202302/20/media/cortadas/339M4PF-highres-Rf4M45F1PIvAIHl11QmHwvK-1200x648@Relevo.jpg)
No hay nada tan volátil como las opiniones que se muestran como irreversibles y finales. Cuando más fuerte se muestra algo, más fisuras tiene. En el fútbol, un terreno vidrioso en el que todo tiene un reverso oscuro, cada 90 minutos se generan estados de opinión que pretenden imponerse a los anteriores. De forma ininterrumpida, cada jugador nace y muere muchas veces durante una temporada. Pocos como Ferran Torres, que después de meses sin encontrar su fútbol, ha cuajado un fenomenal partido como extremo diestro.
Las verdades absolutas en un deporte como el fútbol duran lo que un pase horizontal en nuestra memoria. De ahí que el partido de Ferran haya desenterrado muchas frases que se presuponían como mantras. Partiendo como extremo diestro, una posición que durante el Mundial había aborrecido, mostró todo aquello que parecía encajado en una versión anterior, ya perdida: desborde a pierna natural, mucha presencia en área rival y una gran capacidad de producir situaciones de peligro. De ser el extremo sin regate, a dejar la cifra más alta de un jugador del Barça este curso (10), más de los que había hecho desde el 15 de octubre.
Su partido debería servir para volver a poner encima de la mesa lo que sus malos partidos y un enjambre de ruido excesivo a su alrededor han hecho olvidar. A pesar de no haber marcado ni asistido, algo que se le recriminaba, Ferran ha demostrado por qué su fútbol puede ser valioso sin dejar huella en el marcador. Partiendo desde la diestra, Torres encuentra rutas más sencillas para sacar su mejor versión. Su primer control, al ir hacia dentro, sorprende al rival y le permite generar situaciones de ventaja en conducción y acabar siempre en área rival, zona de la que nunca debería salir. Es como si, partiendo desde ese perfil, su juego se reencontrase con sus principios, los que le llevaron a dónde está hoy.
El Barça es un equipo jovencísimo repleto de futbolistas que deben aprender a jugar en la élite de forma regular. El fútbol no es una ciencia exacta en la que se tracen crecimientos lineales, inflexibles, sino que se experimentan subidas y bajadas constantes que modifican opiniones. Por eso es importante siempre analizar desde el condicional y no desde la rotundidad, porque son tantas las variables que entran en juego que el propio fútbol se encarga de ir desmontando narrativas.
Ferran llegó al Barça en un momento de necesidad colectiva y escasez individual, de un equipo hundido anímica y tácticamente. Lo hizo siendo, tras Aubameyang, el máximo goleador del equipo en ese segundo tramo, jugando de extremo en izquierda, derecha y hasta de 9. Tras un verano de fichajes arriba y un rendimiento bajo, mucha gente olvidó el contorno del jugador, dibujando solo un arquetipo que para nada se ajustaba a la realidad. Para muchos el del Cádiz habrá sido su mejor partido porque el impacto visual del regate pesa por encima de todo, pero Ferran ha jugado muchos otros enormes partidos. El valenciano es jugador de detalles, de movimientos invisibles, de voracidad. Sería injusto que solo el día que el regate emerge se le valorasen cosas que ya las ha hecho muchas otras veces.
En un deporte sin memoria, conviene recuperar aquello que los jugadores nos ofrecen y nosotros mismos nos encargamos de enterrar.