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Gabino Rodríguez: "Me reuní con Cruyff para ir al Barcelona, pero mi carácter lo impidió"

El exjugador del Betis y Espanyol confiesa en una larga entrevista a corazón abierto con Relevo que pasó el reconocimiento médico para firmar por el Sevilla: "Clemente me convenció y me fui al Espanyol".

Gabino Rodríguez, en la pastelería que regenta en la actualidad./RELEVO
Gabino Rodríguez, en la pastelería que regenta en la actualidad. RELEVO
Alonso Rivero
Samuel Silva

Alonso Rivero y Samuel Silva

De Gabino Rodríguez (Sevilla, 18 de junio de 1964) dijo Gaby Calderón: "Ojalá tuviera en su cabeza el mismo fútbol que le sale por los pies". Aunque haya personas en las nuevas generaciones que lo tengan en el olvido, Gabino era de esta estirpe de futbolistas que merecía la pena pagar una entrada sólo por verlos. Algunas crónicas de aquellos años 80 reflejaban que aquel habilidoso mediapunta poseía características propias de Johan Cruyff y Mágico González. Quizás más como el segundo, su inmadurez y rebeldía le jugaron malas pasadas.

Gabino Rodríguez y el bulo sobre sus adicciones.

En la localidad de El Ronquillo, a 50 km de Sevilla, vive desde hace seis años. Allí parece haber encontrado la calma que su alma necesitaba para ser feliz. Conocido por El Letanías, barrio sevillano donde vivió durante años, pocos saben que su infancia y sus orígenes están vinculados al pueblo onubense de Santa Olalla del Cala, de donde eran sus padres y donde vivió gran parte de su infancia. Su vida y su carrera futbolística han estado llena de obstáculos, fruto de su carácter impulsivo. Futbolista muy influenciado por las emociones, mostró a cuentagotas esos cambios de ritmo y esa calidad capaz de levantar un estadio. "Si antes de cualquier partido había tenido una discusión o un problema con mi padre, con mi mujer o con mis hijos, yo lo reflejaba en el campo", comenta. Estuvo cinco años en su Betis, de donde salió de manera traumática. Entre medias, dos años en el Espanyol, donde fue querido y muy feliz.

Durante toda la charla, Gabino Rodríguez hace hincapié en aquellos defectos que le impidieron ser todo aquello que el mundo del fútbol esperaba de él. Como si ahora, con la calma que dan las heridas cicatrizadas y el paso del tiempo, pudiera entender todo lo que pasó. Todo gira en torno a su impulsividad, a su rebeldía extrema que le enfrentaba a entrenadores y compañeros. De repente, confiesa: "Mira, yo he tenido la oportunidad de jugar en el Barcelona. Estuve reunido con Johan Cruyff para hacer la pretemporada en Andorra. Por mi carácter, por mi forma de ser, por mi perfil como persona, inmaduro, no tuve la oportunidad de verme ahí. Mi carácter era muy impulsivo. Yo fui muy irrespetuoso con Carriega, con Luis Aragonés. Hoy en día lo domino, tengo un equilibrio mental tremendo y una madurez que he intentado fortalecer, que equilibra esos momentos, pero mis impulsos eran terribles".

Gabino Rodríguez habla sobre Cruyff.

"Siempre tuve ofertas de equipos grandes. Jesús Gil también me quiso fichar, pero conocía mis impulsos y mi carácter y eso marcaba más que otras cosas que se dijeron con malas intenciones de que bebía o fumaba", prosigue. No sólo aquellos grandes clubes llamaron a su puerta, también el eterno rival que trataba de llevárselo de Heliópolis a Nervión en una operación conjunta con el central Diego Rodríguez. Nunca quiso hablar de aquello, quizás porque el Gabino de hoy sabe que eso hubiera mermado el sentimiento que los béticos tienen por él. Pero es una charla a corazón abierto y también confiesa que atravesó aquel momento: "Pasó lo mismo que con Diego, mismo entrenador, presidente y vicepresidente. Éramos los dos en el lote. Azkargorta, Luis Cuervas y Del Nido padre. Hubo contactos 100% en la casa del Sevilla para firmarme. Yo iba a ser el jugador mejor pagado del Sevilla. Incluso hubo un periodista que se atrevió a decir que yo había pasado reconocimiento médico. Y hoy puedo decir que es cierto. No se llevó a cabo porque se metió por medio Clemente para llevarme al Espanyol. Fue a verme a la playa y en una comida me convenció. Ésta es la verdad, todo lo demás es ojana".

Clemente y Aragonés lidiaron con su difícil carácter

"Necesitaba un entrenador con personalidad, un entrenador que dijera, 'aquí mando yo, no tú, y si no haces lo que te digo, al banquillo'. Y ese era Clemente. Para mí, él fue un fenómeno, conmigo al menos. De él no puedo decir otra cosa. A mí me firmó él para el Espanyol y yendo para la pretemporada me dijo: 'A partir de ahora que ya eres jugador del RCD Espanyol usted hará lo que yo le diga en mi táctica'", relata de su época bajo el mando del vasco. "Yo era el único futbolista que podía salir de su guión. Él así lo transmitía en las charlas que teníamos. Siempre me llamaba de usted porque sabía que si un día me llamaba de tú, por mi carácter, me perdía. Yo jugaba en la mediapunta, donde me desenvolvía como quería, era una maravilla. Por detrás mía estaban Antonio Orejuela y Javier Zubillaga, y por delante Michele Pineda, vaya futbolista", prosigue.

Gabino Rodríguez, sobre Clemente.

Luis Aragonés también le marcó, otro entrenador con carácter. "Con Luis tuve muchos enfrentamientos. Por nuestros caracteres, chocábamos mucho y otras veces nos llevábamos muy bien. Éramos muy amigos. Jugaba de titular y cuando nos enfrentábamos me mandaba al banquillo. Estuve dos meses allí. Él me decía: 'Usted, caliente '. Era el minuto 10 y llegábamos al 90 y no me sacaba. Para estar conmigo tenía que ser así", destaca.

El paso por su Betis y una salida traumática

Sus comienzos como canterano del Betis no fueron fáciles. "Era flaco, delgado… ¡Siempre estaba descartado! No recuerdo ser un futbolista llamativo para ninguno de los entrenadores de aquella época. Era un jugador que pasaba desapercibido. Mis cualidades la vieron cuando realmente estaba metido en juveniles. Tuve la suerte de que en partidos puntuales hice goles y llamé la atención. Romo, Cristóbal, Amancio… Eran canteranos llamativos para el Betis y no subieron ninguno", recuerda Gabino.

Poco después se produciría su soñado debut con su Betis en el emblemático Atocha, sustituyendo a toda una leyenda como Julio Cardeñosa. Nadie sabe que un día antes se hizo un esguince y que la ilusión pudo más que el dolor. Decidió callarse. Había conseguido llegar al primer equipo aunque quizás, ni él ni su familia estaban preparados para aquello. "Cuando eso ocurrió, le vino muy grande a mis padres. Eran personas de campo, trabajadoras. Cuando llaman a tu hijo con 18 años para eso, todo se convierte en una locura. Tantas llamadas, tantas fotos. Ellos no sabían distinguir si todo aquello sucedía por algo bueno que me estaba ocurriendo o porque me había metido en un lío. Fui un niño muy rebelde, muy difícil de tratar", recuerda.

Tras un año en Logroño para hacer el servicio militar, El Letanías regresa a un Betis con Cardeñosa, Gaby Calderón o Poli Rincón, entre otros, en el vestuario. "Estar al lado de Gaby Calderón era la repera. Luis Del Sol era un entrenador que no tenía que envidiarle nada a ninguno de los que he tenido en mi carrera. Si te tenía que dar una hostia, te la daba", relata mientras su sonrisa parece transportarlo a aquellos momentos. De verdiblanco vivió dos etapas, cinco temporadas donde su irregular rendimiento le impidieron alargar su estancia en su casa. Tras su regreso del Espanyol, en el verano de 1993, Sergio Kresic decide no contar con él.

Gabino, abajo en el centro, junto a Poli Rincón. GB
Gabino, abajo en el centro, junto a Poli Rincón. GB

"Me mató. No lo esperaba nunca. Cuando Lopera me lo dice me quiero morir. Necesitaba continuar y me sentía solo. Necesitaba más que nunca al Betis. Había sido un empresario malo y necesitaba del Betis. Cuando aquel día tengo que salir del Villamarín y miro hacia atrás, se me caen dos lágrimas como dos soles. A partir de ahí estaba yo, yo y yo. Y nadie más. Con falta de madurez y experiencia en muchas cosas. Y ya intentar otra película, que ya la de futbolista no existía. La otra película era ser entrenador, es lo más cercano, rápido y letal", explica.

Gabino Rodríguez y su posible fichaje por el Sevilla.

Su salida como entrenador de la cantera

Allá por el año 2012, concretamente en el mes de enero, Gabino recibe otra noticia dura que lo aparta del sueño de ser entrenador en el equipo de su vida. Se filtra que debido a la utilización de un lenguaje soez y las quejas de algunos padres, el Betis decide despedir a Gabino como entrenador del cadete B. Hoy, 11 años después, el exjugador cuenta su versión en Relevo. "Mentira. Todo", se defiende Gabino. "Otro bulo que quisieron vender los señores que entraron por Valenzuela en la cantera del Betis, que yo era de él. Fueron contra mí y no lo entendí. Cómo dices groserías un año cuando llevaba tres", cuenta. Aun así, se mantuvo trabajando en los escalafones inferiores hasta que ya fue imposible. "Seguí en el Betis por necesidad imperiosa familiar. Sabía que podía ocurrir. Existe la maldad, el odio, la venganza. Sabía que el momento de irme era el que se fuera Miguel Valenzuela. Fuimos cayendo todos", asegura.

"Todo eso era una trama. Sigo teniendo amistad con los chavales. Soy un tío abierto y gracioso, digo las cosas con sentido del humor y nada más. ¿Se puede entender mal? Quizás, pero los que lo entiendan mal es que yo les caigo mal. Estaba haciendo unas campañas brillantes en cadetes. Me gustaría que dijeran estos chicos cómo jugábamos nosotros. Era una creación mía. Esos cadetes eran la repera. Estaban Fabián, Ceballos, Lara, Guillermo, que fue al Barcelona. José Carlos, que estuvo en el Alcorcón. Tenía esa ilusión. Cuando en el Betis pasa lo de Lopera y Valenzuela, y automáticamente me excluyen de esas cosas, imagínate empezar de nuevo", finaliza.

Le preguntamos sobre ese mito de que se excedía con el alcohol en su época de jugador. "Yo tendría que haber salido en aquel momento, cuando se publicaron esas cosas y a quien la publicaba, haberle parado los pies. Pero no tenía esa madurez para todas esas cosas. Yo no le daba ni bola a aquello. Me daba igual. Con los años, mis propios hijos me dijeron: 'Papá, esto hay que arreglarlo '. Y a partir de ahí, pusimos los medios para pararlo todo porque todo fue una gran mentira. Llevo 15 años en la radio y a ver si un día he llegado tarde. Tengo una empresa que diariamente hace dulces para otras. Nunca he fallado. Que me hayan gustado las mujeres, yo no lo oculto. Nunca me he ocultado. Pero eso no quiere decir que yo bebiera, trasnochara o que fumara, ni mucho menos", responde con vehemencia.

Sus problemas como empresario y el apoyo de su mujer, Lola

Gabino montó una cadena de supermercados Spar. "No me fue bien", reconoce. "Los números económicos no salían y tenía que marcharme. Me tengo que ir de ser empresario porque no tengo capacidad intelectual y me doy cuenta de que los números están en rojo. Y tengo que empezar de cero para poner en orden mi vida económica y personal. Ahí no hay ninguna mentira. A día de hoy soy mucho mejor empresario, porque me gusta aprender a diario de los grandes y rodearme de personas que son más brillantes que yo. Eso sí, en los momentos difíciles, muchos compañeros me dieron la espalda", relata.

Una parte importante en la vida de Gabino ha sido su mujer, Lola. "El valor de mi mujer en mí ha sido el volver a nacer con otro carácter, con otra forma de ser, ver la vida de otra manera", afirma convencido. El fútbol le hizo ser quien es hoy día, aunque no deja de martillear su conciencia que pudo ser mucho más. Errores del pasado. "Me quedé a la mitad. La vida me dio unas cualidades tan grandes e innatas… Cuando veo a los chavales de hoy, a Gavi, Fabián… Yo tenía mejores condiciones que ellos. En el mundo del fútbol no le he envidiado nada ni a Joaquín. Mis condiciones no las envidiaba ni a uno de los más grandes, que es mi favorito entre los mitos", argumenta. "No digo que sea mejor pero tampoco peor". Así de seguro recuerda su yo futbolista.

Gabino Rodríguez, sobre las emociones en el jugador.

La llamada de Iñaki Sáez que pudo cambiar su destino

De repente y sin mencionarlo, Gabino hace un giro en la entrevista para mencionar un momento de su vida que le hizo especial ilusión: "Estaba en un momento complicado de mi vida y me llama Iñaki Sáez cuando estoy en la selección de Ceuta. Es brutal. No ha habido una cosa que me diera más alegría. En aquella selección española Sub-16 estaban De Gea, Thiago, Dani Pacheco… Una camada de futbolistas brutales. Me da la posibilidad de sentarme al lado de él y dirigirlo. Veía un camino de entrenador metido en el ámbito más profesional. No todos han intentado joderme, quizá he sido yo el culpable de no saber aprovecharlo. Tampoco voy a decir que soy el bueno de esta película, claro que me habré equivocado. Pero he tenido la fortaleza de intentar hacer de equivocaciones, virtudes. Tengo el chándal de ese día. Cuando era futbolista no guardaba ni una sola foto. Cuando pasaron esas cosas he guardado todo con esmero. Hoy me hace feliz una simple foto. No supe ni guardar una foto. En el fútbol hace falta gente con muchas vidas".

Sabe que el tiempo avanza y que el sueño de estar nuevamente en un banquillo se vuelve cada día más complicado: "No me gustaría hacerme mayor sin tener esa chispita, voy a llevar a este equipo semiprofesional o profesional con una pequeña posibilidad de entrenarlo. Creo que tengo ese aprendizaje, ese conocimiento. ¿Por qué no pedirlo? A nadie le gusta pedir ayuda, pero por qué no. Si estás necesitado, pide ayuda, que no pasa nada. Parece que si has sido un grande de la banca, de la literatura o del fútbol, no puedes pedir. He sido un deportista de élite pero me he adaptado a trabajar en lo que haya salido. Mi familia estaba ahí y no siempre puedes estar en la cima. Cuando se trate de estar en la élite hay que cuidar todos los entornos, pero cuando necesites ayuda, hay que pedirla. Si pasas una crisis, eres cadáver y estás condenado al olvido".

"Me he planteado, mi familia, mis hijos... ¿Por qué me he tenido que ir a Gibraltar a entrenar al Manchester 62, a Cuenca, a Quintanar del Rey…? Vuelvo a la cantera del Betis como si te dieran un premio. ¿Por qué? Si tengo capacidad y mérito. Estoy preparado y sé de lo que estoy hablando. No lo entendí. A través de los años he aprendido más cosas. Los bulos han podido mucho más que el razonamiento. Lo válido era lo que la gente decía y lo insuficiente lo que yo presentaba, mi formación como entrenador. He demostrado que he sido un tío muy claro. No tengo que ocultarme de esas idioteces, eso ha sido lo que ha frenado mi historia en el mundo del fútbol, que no la pierdo. Sigo insistiendo", recalca. Una charla ya sin lágrimas, que se secaron con el paso de los años pero necesaria para explicar los motivos que le condenaron a no convertirse en leyenda. Amado y criticado, pero simplemente Gabino.