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Cuando al Girona lo dirigía un propietario buscado por la Europol: "He estado en lugares peores que la cárcel"

Josep Delgado fue mandamás de los catalanes mientras estaba en búsqueda y captura. Acabó pasando cerca de dos años en una prisión polaca y ahora reclama justicia.

Josep Delgado durante su etapa como accionista del Girona, en Montilivi./EL PUNT AVUI
Josep Delgado durante su etapa como accionista del Girona, en Montilivi. EL PUNT AVUI
Jordi Cardero
Marc Mosull

Jordi Cardero y Marc Mosull

"Cuando entré en el Girona, no tenía ni puta idea de fútbol", inicia Josep Delgado, quien fuera máximo accionista del club entre 2010 y 2015. Su historia parece explorar los límites entre la realidad y la ficción, pero nada tiene de falso. Un cúmulo de leyendas han construido una de las historias más rocambolescas de nuestro fútbol. Al inicio de su mandato, desapareció durante ocho meses cuando una decena de furgones de la policía se presentaron en su casa: la Europol había emitido una orden de busca y captura después de que Polonia pidiera su extradición.

Delgado acabó en una prisión de Varsovia después de que la justicia polaca le acusara de blanqueo de capital, banda organizada y evasión de impuestos. Pasó 21 meses en la cárcel. "¡Pero no me han condenado nunca!", remarca. Dice haber recuperado una parte de lo que le bloquearon, pero que la historia todavía no ha terminado. "No sé si alguna vez habéis tenido una guerra contra alguien tremendamente poderoso, pero yo la he tenido contra un gobierno. Seguiremos luchando contra ellos y ellos contra mí", apunta durante esta conversación con Relevo.

En junio de 2010, un gol de penalti de Kiko Ratón salvó al Girona del descenso a Segunda B. Delgado, tal y como lo había prometido, se hizo con el club tras lograr la permanencia. Desde Polonia habían comenzado a rastrear sus empresas. A pesar de que, de formación, es ingeniero informático, hizo su riqueza extrayendo cobre en minas africanas. Luego, lo repartía por Europa. "En 2010 tenía hiperactividad empresarial", recuerda, y decidió iniciarse en el mundo del fútbol, un universo que desconocía por completo. Llegó a un Girona chupado en lo económico. "Dije 'buenos días' y ya me pidieron más de un millón de euros para los sueldos atrasados de los trabajadores. Y luego me presentaron a Hacienda", comenta.

"Una vez me dijeron una cosa que no entendí: tú no te vas a comer los turrones. Luego comprendí lo que significaba. Era el mes de julio y no teníamos equipo. Yo me preguntaba por qué necesitábamos a un director deportivo si con un entrenador ya había suficiente. Tampoco sabía qué quería decir salvar la categoría", cuenta Delgado. "Me metí en el fútbol porque vi que el deporte era el único negocio que en 2010 podía funcionar bien, aunque mi mujer me decía que compráramos un gimnasio", relata. Y, aun así, estuvo cerca de ascender al Girona a la máxima categoría en dos ocasiones.

Josep Delgado, en una conferencia de prensa con el Girona.  GIRONA FC
Josep Delgado, en una conferencia de prensa con el Girona. GIRONA FC

Una euroorden y un intento de detención de película

En 2011, Polonia decretó que el empresario habría defraudado decenas de millones a través de su empresa. La fiscalía consideraba que Delgado, junto a socios colombianos, transportaba camiones vacíos con una facturación falsa y posteriormente reclamaban el IVA. "Me enteré de la euroorden a principios de año porque aparecieron diez coches de policía en mi casa. Bloquearon todas las calles, como en las películas. Yo estaba en Kinshasa (Congo) por trabajo", explica. No regresó a Cataluña hasta finales de año porque, afirma, aprovechó para hacer algunos viajes de negocios. "Contacté 13 veces con el fiscal, lo tengo documentado, pero nunca quisieron hablar conmigo. La respuesta fue la orden de detención", critica.

"El comandante de la oficina de la Europol de Kinshasa me preguntó si el de la foto [de la euroorden] era yo. Le dije que sí. Ellos podían informar de que estaba allí pero sin ejecutar nada", relata. Así las cosas, se marchó a Dubai, donde tenía una empresa de trading. Luego, a Abu Dhabi. Después, a Ciudad del Cabo y Johannesburgo. Acabó en Buenos Aires, visitando a unos amigos. En diciembre de 2011, antes de Navidad, regresó a Cataluña y se presentó en los juzgados. Fue lo primero que hizo tras pisar tierra. Lo citaron a declarar una semana más tarde. Se opuso a la detención, se le retiró el pasaporte y se le dejó en libertad con la obligación de presentarse una vez por semana en una comisaría.

"Me querían borrar del mapa"

Josep Delgado Máximo accionista del Girona entre 2010 y 2015

"Me querían borrar del mapa porque facturaba una brutalidad", apunta Delgado, que se había convertido en el tercer máximo proveedor de cobre de Polonia. Tras su declaración, se esfumó. Estuvo tres años desaparecido. Pero no dejó de gobernar el Girona. Corren muchas leyendas de lo que sucedió durante aquella etapa. Largas conversaciones por Skype, llamadas en número oculto desde partes desconocidas del mundo e, incluso, que se llegó a disfrazar para reunirse en persona.

Delgado lo niega. "Si comer en el Botafumeiro es esconderme...", replica. "La gente decía que era yo quien estaba dentro de la mascota del Girona", añade. Y aunque dice que prefería, y prefiere, ver los partidos en el sofá de casa, explica que en más de una ocasión, antes de ser detenido, vio partidos en el estadio. Delgado entiende que la clave para dirigir al Girona durante aquella época fue delegar. Tuvo a cuatro presidentes en cinco años. Durante su mandato se apostó por Pablo Machín o Rubi, de quienes guarda muy buenos recuerdos. También Quique Cárcel, arquitecto del EuroGirona. Deportivamente, el equipo rozó la historia, tantas veces mencionada por Míchel.

Para ganar visibilidad, desde la —relativa— distancia, ingenió varias campañas de marketing. Regaló 3.000 banderas del club para crear un sentido de pertenencia, alquiló trenes de alta velocidad para desplazamientos en partidos clave para el club —5€ a cambio de viaje y entrada a Alcorcón y Almería en playoffs— y hasta sorteó un coche. "Un Mercedes 210 Clase C de entonces", recuerda perfectamente. También crearon el himno actual.

Josep Delgado, presidente del Girona.  GIRONA FC
Josep Delgado, presidente del Girona. GIRONA FC

Detención y traslado a la prisión de Varsovia

En agosto de 2016, la policía detuvo a Josep Delgado en Sevilla. Lo trasladaron a Madrid y de allí a Varsovia, donde pasó cerca de dos años privado de libertad. "La mañana siguiente de pasar la primera noche en prisión, un coche negro se llevó a un tío que se había suicidado. Al día siguiente, otro coche negro se llevó a otro hombre que se había suicidado. Al tercer día, otro. Yo pensaba: se han suicidado o los ha matado alguien. Hay gente que aguanta y gente que no aguanta", comenta.

"A mí me preguntaban por qué me habían investigado, quién cojones era. ¿Eres terrorista? ¿Eres espía? Yo era proveedor de cobre. Mis compañeros de celda me decían que tenía que vigilar, porque igual me pelaban", relata Delgado. "Pero he estado en lugares peores que la cárcel", sigue. "Por ejemplo, una vez estuve en Kikwit, en el centro del Congo, que es donde enterraron a las cinco primeras personas que murieron de ébola. Estuve durmiendo en el mismo sitio que durmieron antes de morir. No lo sabía, me enteré después", cierra.

A Delgado, dice, le mantuvo con fuerzas el saber que había gente en casa esperándole. Su batalla en los juzgados con la fiscalía polaca sigue vigente. "De vez en cuando agarro un avión y voy a Polonia a ver a mi abogado. Le digo qué, cómo va eso. Comemos, visito Cracovia y regreso. Llevo así desde 2010", relata.

"Machín llegó a Girona con su Polo y pensé, joder, este tío tiene dos cojones"

Josep Delgado Máximo accionista del Girona entre 2010 y 2015

En lo deportivo, acabó enamorado de Rubi -"un tío supercurrante que había trabajado en una agencia de viajes"- y orgulloso a partes iguales después de que se fuera al Barça, a formar parte del cuerpo técnico de Luis Enrique. Con Machín tuvo un flechazo. "Llegó a Girona con su Volkswagen Polo y pensé, joder, este tío tiene dos cojones. Y de 13 partidos perdimos uno. Fue acojonante. Vino sin la familia, le dejé uno de mis pisos. Se dejó la piel", declara.

Orgulloso de que el Girona esté en manos del CFG

Aquella fatídica tarde de junio de 2015 en la que el Lugo le arrebató el ascenso al Girona, el fútbol quedó en deuda con los catalanes. Delgado vendió gran parte de sus acciones, que terminaron en manos del City Football Group. Dice estar orgulloso de su decisión, "de haber vendido el club a esta gente: son los mejores del mundo junto a Barça y Madrid. Nunca habría proyectado el Girona tan arriba". En 2019 todavía conservaba un 30% de las acciones. A día de hoy, conserva "una cantidad simbólica".

Antes del cambio de propiedad, el Girona pasó por un concurso de acreedores. "Entramos voluntariamente y salimos, hicimos una transacción impecable", enfatiza. "Me lo he pasado muy, muy bien. Hubo momentos difíciles y complicados, pero reímos mucho, disfrutamos mucho. Hubo momentos arriesgados en que podríamos no haber seguido, pero me quedo con que pusimos al Girona a disposición de gente que es muy buena y que sentamos unas bases sólidas", cierra Delgado, que ha cambiado el fútbol por el baloncesto. Emprendedor por naturaleza, hace algunos meses fundó en España la primera SuperLiga PRO 3x3 de básquet —una modalidad históricamente urbana que desde su reconocimiento olímpico se ha convertido en un fenómeno global— reconocida por la FIBA. Pero esa es una historia que Relevo contará otro día.

Delgado entró al Girona "sin tener ni puta idea de fútbol" y acabó viendo partidos clandestinamente en las gradas. Se empapó, delegó, regateó -a la policía- y se enamoró de un club que el próximo curso disputará la Champions League.

Próximamente publicaremos la entrevista completa.