Iñaki Williams se come a la Real y devuelve la ilusión a Bilbao

Iñaki Williams tenía hambre de día grande y se comió a la Real de principio a fin. Auténtica figura del derbi vasco. Ídolo de San Mamés. Goleador rojiblanco. Todo lo que quiera el delantero para destacar una de sus actuaciones más portentosas desde que llegó a la élite. Dos goles para devolver la alegría a la afición rojiblanca e ilusionarles con poder cerrar la temporada con buena nota tras el duro golpe que supuso la eliminación copera. El Athletic venció cómodamente a una floja Real Sociedad y recortó distancia con la Europa League. Para los más optimistas, también con una Champions League que ahora queda a ocho puntos de distancia.

Fue el Athletic de los grandes días en San Mamés. El mismo que encerró al Barcelona pero acabó llorando un gol anulado. Idéntico al que superó ampliamente a Osasuna pero que fue incapaz de anotar el segundo gol para estar en la final de la Copa del Rey. La realidad es que más allá de resultados, en las últimas semanas los rojiblancos han recuperado el pulso y están cuajando los mejores partidos de lo que va de año. Tres triunfos y un empate en los últimos cuatro choques ligueros dan muestras de ellos. La ilusión se ha vuelto a disparar en Bilbao.

Se pasó cinco meses sin ver puerta, pero en los últimos once días ha marcado cuatro. Cosas de las rachas de los delanteros. Iñaki Williams está viviendo uno de sus mejores momentos de forma de los últimos años y ha pasado de ser criticado a máximo goleador del Athletic en lo que va de temporada, con nueve tantos. El mayor de los Williams volvió a ocupar la banda y se convirtió en una pesadilla para Aihen Muñoz, que además de sus dos goles tuvo que sufrir incluso un caño que demostró la confianza con la que está encarando los partidos el atacante rojiblanco.

Y es que Iñaki se crece en los días grandes. Y los derbis vascos lo son. Con espacios, además, es imparable y ante los de Imanol pudo correr en varias acciones, como en la del segundo gol. (Golazo, perdón). Pero la mejor noticia para el Athletic en los últimos partidos es la superioridad del internacional ghanés en ataques posicionales. Eso le ha dado un salto de nivel al equipo y al propio delantero hasta convertirle en el faro ofensivo del cuadro bilbaíno.

Si además es capaz de sumarle el olfato goleador para cazar balones sueltos en el área, como el que aprovechó a la media hora, volverá a ser la estrella que siempre se presumió que sería. El segundo tanto, mención al magistral pase de Raúl García, demuestra que está con la barra de confianza al máximo. Pudo cedérsela a su hermano, pero agachó la cabeza, recortó hacia afuera y golpeó arriba al palo corto. Está de dulce. Y San Mamés lo celebra.

La siempre criticada pareja de mediocentros Dani García-Vesga volvió a dar un máster de cómo jugar un partido importante. Mérito suyo y también de un Ernesto Valverde que ha seguido confiando en ellos cuando más criticas llovían. Han conseguido darle la vuelta, adaptándose y pudiendo brillar más allá de la destrucción. Ante los donostiarras, Dani García fue la escoba para desarbolar el talentoso centro del campo txuri-urdin y Mikel Vesga puso la calidad para cimentar los ataques bilbaínos.

Más allá del acierto en el centro del campo, también es mérito del Txingurri haber conseguido que este equipo vuelve a recuperar su sello con una presión alta muy intensa que no deja respirar a sus rivales. El Athletic está en uno de los picos más altos de nivel de la temporada, justo cuando todo se decide. Las opciones europeas están más vivas que nunca.

El que escribe estas líneas defendía que Ander Capa no podía ser titular en el derbi. Dos años después de su última titularidad (25 de abril de 2021 ante el Atlético de Madrid) y con solo 33 minutos en lo que iba de temporada, parecía arriesgado que saltase de inicio en un partido como este. Y más ante un conjunto realista que destaca por la calidad de sus futbolistas ofensivos. Pero el vizcaíno cumplió con nota. Supo esperar su oportunidad y aprovecharla cuando De Marcos cumplía sanción e Iñigo Lekue afronta los últimos días de una recuperación muscular.

Comenzó el choque algo temeroso. Parecía que el miedo a fallar defensivamente le coartaba para explotar sus mejores virtudes ofensivas, pero con el paso de los minutos se fue soltando. Agradeció que en el primero tiempo ningún jugador txuri-urdin pisase en exceso su zona con el 4-4-2 en rombo de Imanol, pero en el segundo tiempo, con la salida de Ander Barrenetxea, también pudo cumplir con su aprobado hasta que Valverde decidió cambiarle a la hora de partido. Gran noticia para el Athletic.

Es una pena, pero Mikel Oyarzabal no está. Pese a que volvió de su lesión el pasado 31 de diciembre, el capitán realista no encuentra el pico de forma ideal. En San Mamés no pudo ni siquiera aparecer. Yeray e Iñigo le ganaron todos los duelos individuales y le amargaron su regreso a San Mamés. Quizá no sea responsabilidad suya, si no de quién decide alinearle pese a que está muy lejos de poder ser determinante. O al menos así lo parece en cada acción.

Mikel personificó la frustración de los realistas. Porque lo mismo se puede decir de un Brais que se ha ido apagando con el paso de los meses, de un Mikel Merino al que le cuesta controlar los partidos como lo hacía o a un Kubo demasiado individualista. Imanol no fue capaz de superar la presión rojiblanca e igualar en intensidad a los bilbaínos. La Real sigue en puestos Champions y con margen por la derrota del Villarreal, pero la racha de resultados es alarmante.

En el derbi lucieron dos porteros criados en Lezama. Un alavés, Simón, y un navarro, Remiro. Un rojiblanco y un txuri-urdin que compartieron entrenamientos en Bilbao cuando ambos eran canteranos rojiblancos. Y estas líneas deben servir para ensalzar el trabajo que se realiza en la factoría vizcaína, ahora que Kepa ha vuelto a la titularidad del Chelsea y de la Selección o que Aitor Fernández disfruta en Osasuna.

Remiro fue el primero en brillar sobre el césped de San Mamés en el derbi, pese a que cada una de sus intervenciones fue pitada por una gran mayoría del público. Poco antes de la media hora, el realista sacó una buena mano a un remate de Nico Williams y minutos después respondió con una gran palomita a un golpeo desde fuera del área de Iñaki Williams. Es cierto que quizá erró en el gol rojiblanco, esperando demasiado metido de su portería el córner, pero cuajó un gran partido en una visita siempre especial para él.

Simón, como siempre, estuvo cuando se le necesitó. El internacional tuvo personalidad para pedirla siempre al pie para jugar desde atrás y se lució cuando más falta hacía. Con la Real mejorada tras el descanso, Unai respondió con una gran acción de reflejos a un disparo de Barrenetxea y, en el rechace, sacó el pie para despejar el segundo remate de Kubo cuando los aficionados realistas ya estaban celebrando el empate. Sus grandes intervenciones sirvieron para que el público cantase '¿Y Remiro qué?', en lo que fue sin duda una gran fiesta para San Mamés. El Athletic se ha vuelto a ilusionar.