ATHLETIC CLUB - RAYO VALLECANO

Iñigo Pérez vuelve a Bilbao, la casa en la que cimentó "una personalidad desconocida en este mundo"

El hoy técnico del Rayo se formó en Lezama, donde impresionaban sus capacidades intelectuales, su humor y, después, una conexión con Bielsa mucho más allá del fútbol.

Iñigo Pérez celebra un gol en la inolvidable temporada con Marcelo Bielsa./Getty Images
Iñigo Pérez celebra un gol en la inolvidable temporada con Marcelo Bielsa. Getty Images
Patxo De la Rica

Patxo De la Rica

Iñigo Pérez vuelve a San Mamés. Por primera vez, el exjugador rojiblanco visitará la Catedral como entrenador, liderando a un Rayo Vallecano que está enamorando a todos y que sueña con clasificarse a competiciones europeas más de veinte años después. De moda. Con muchos focos sobre él, con sondeos para coger las riendas de proyectos ambiciosos, pero con la convicción de que tiene que seguir creciendo. Una decisión que le define. Como ha hecho todo en su carrera, futbolística y técnica, paso a paso, sin prisas y midiendo bien los tiempos. Por eso, su regreso a la que fue su casa es aún más especial y conocer cómo se fue construyendo una personalidad arrolladora como la suya, que se ha ganado a una plantilla que va con él a muerte, es más importante. Del Iñigo Pérez que llegó en 2002 a Lezama queda poco, pero esos años son claves para entenderle hoy.

Antes de comenzar el encuentro saludará a buenos amigos, como Óscar de Marcos, con quien tiene una amistad a prueba de distancias. Mantienen contacto constante, pese a que separaron sus caminos hace más de una década. La pasión por el juego y su admiración por Marcelo Bielsa les une, pero, sobre todo, una forma de ser en la burbuja que significa ser reconocidos en un mundo como el del fútbol cada vez más artificial. Se admiran. De igual forma que Iñigo siente una conexión especial con Ernesto Valverde, con quien tiene en común su agencia de representación, pero también una carrera en la que el técnico de Viandar de la Vera le acogió en dos momentos claves.

El primero, cuando Iñigo era un niño de 14 años y despuntaba en los campos navarros del barrio de la Txantrea, que tantos futbolistas ha 'regalado' al Athletic. Gorka Iraizoz, Iker Muniain, Borja Ekiza, Mikel San José o Beñat Prados, más recientemente. Para que el hoy técnico del Rayo aterrizase en Lezama, el Txingurri fue clave. Había realizado pruebas durante muchas semanas junto a Ekiza, Roberto Torres y San José -este llegó años más tarde-, pero había dudas en casa. Apareció la figura del entrenador rojiblanco, que se había retirado años antes y formaba parte de la Dirección Deportiva de Andoni Zubizarreta. Ernesto viajó a Pamplona, se reunió con los padres del mediocentro y les convenció para que el chico que despuntaba con un golpeo de balón único se incorporase definitivamente a la estructura rojiblanca.

Empezó entonces una vida en el Seminario de Derio, un edificio situado a pocos kilómetros de Lezama y en el que vivían las promesas hasta que hace pocos años se construyó la residencia en las propias instalaciones rojiblancas. "Inteligente y educado", dicen. Era un ejemplo y fue superando etapas siendo muy importante en todas las categorías, marcado como uno de los elegidos para llegar al primer equipo. Nadie dudaba de ello.

Pero si preguntas por él, más allá de mencionar su zurda exquisita, los que fueron compañeros suyos en la adolescencia cuentan anécdotas imperdibles por su humor, su capacidad para devorar pizzas en apuestas que siempre ganaba y, sobre todo, su profesionalidad. Había salido de casa para ser futbolista y eso siempre lo tuvo muy claro. "Tenía una personalidad desconocida en este mundo, por sus altas capacidades y por sus intereses", cuenta un excompañero en la cantera.

En la cantera rojiblanca fue siempre uno de los líderes de la camada de 1988, en la que también estaban el mencionado Ekiza, Eneko Bóveda o Iago Herrerín. Buen estudiante -aunque habría que esperar para que fuese un lector empedernido, apasionado de la poesía y de la psicología-, fue superando cribas sin problemas hasta llegar a un Bilbao Athletic en el que coincidió con Luis de la Fuente en unos años complicados para el segundo equipo rojiblanco. Allí coincidió con varios futbolistas que después fueron importantes en el primer equipo, más allá de los mencionados de su quinta: Beñat Etxebarria, Markel Susaeta, Etxeita, Iker Muniain o Iturraspe, por ejemplo, además de algún entrenamiento y un partido con Óscar de Marcos.

El cambio con Marcelo Bielsa

Tras destacar en el filial, su primera oportunidad llegó precisamente en Vallecas, ante su actual equipo, en una eliminatoria copera en la que rozó el gol y en la que dejó detalles. Pero todo cambiaría en 2011, con la llegada de un Marcelo Bielsa que lo descartó desde Rosario, mientras estudiaba de forma compulsiva a todos los jugadores de aquella plantilla. Allí iba a aparecer el carácter del navarro para hacerle entender a un entrenador muy firme en sus ideas que se equivocaba. Pocos han conseguido hacer cambiar de idea el argentino, pero Iñigo lo consiguió en un entrenamiento inolvidable en Lezama.

En una sesión más en la que hacía de sparring, Gorka Iraizoz le pegó un 'puñetazo' en un despeje que hubiese acabado con el entrenamiento de cualquiera. Más aún si no cuentas para el entrenador. Pero no dudó en seguir, en uno de esos gestos que enamoraban a Bielsa mucho más allá de fútbol. Desde entonces y hasta hoy fueron inseparables. Aunque no consiguió formar parte de los intocables para el rosarino, era uno de los más cercanos con el entrenador, no muy dado al trato personal con sus futbolistas. Con Iñigo, en cambio, compartía muchas charlas e intimidades personales. Tenían mucho en común, sobre todo en su forma de ver la vida. Se convirtió en un modelo de conducta que sigue al pie de la letra.

"Guardo mi amistad con Marcelo Bielsa como un tesoro porque es difícil acceder a él. Me gusta ser agradecido y él se portó muy bien conmigo en temas extradeportivos y a día de hoy tenemos una buena amistad", contó en una entrevista el zurdo, que estuvo muy cerca de trabajar como ayudante de Bielsa en 2022, justo después de retirarse y antes de unas elecciones presidenciales que dejaron al argentino fuera del Athletic y encaminaron a Iñigo a aceptar la oferta de Andoni Iraola para formar parte de su cuerpo técnico en Vallecas. "Marcelo fue el que mejor le entendió y el que más le ayudó", explicaba en Relevo José Luis Oltra, ex entrenador de Iñigo en una complicada etapa en Mallorca.

Ernesto Valverde y sus compañeros más cercanos le acogieron en su regreso a Bilbao. Una estancia con el único objetivo de volver a estabilizarse, antes de emprender nuevos caminos junto a Jagoba Arrasate, su entrenador en Soria y Pamplona. Todos, dicen, sabían que sería entrenador. Y todos, aseguran también, que sería de los buenos. No parecen estar equivocados.