Iñigo I de Vallecas toma la alternativa en el Santiago Bernabéu con su Rayo de autor

Aunque solo haya sumado un punto de los últimos nueve posibles y su séptimo puesto en la clasificación sepa a poco, lo que nadie le puede quitar ya a este Rayo de Iñigo I de Vallecas es la etiqueta que le acompaña allá por donde pisa: 'es ya un equipo de autor, uno de los que mejor juega de la Liga y casi nunca deja indiferente'. Tal cual. Ni más, ni menos.En la victoria (nueve), en el empate (nueve) y en la derrota (ocho) el equipo de la franja sabe lo que quiere. Y quiere lo que dispone su entrenador. Uno de esos técnicos con aire de despistado profesor universitario de primer o segundo curso, que en pleno invierno anuncia camisetas blancas de manga corta sin mancha publicitaria. Y eso que no es de Bilbao, que es de Pamplona.
Iñigo Pérez Soto, que así se llama el padre de la criatura, a sus 37 años y en su segunda temporada como técnico del Rayo Vallecano se prepara para su alternativa en el banquillo del Santiago Bernabéu. La temporada pasada no llegó a tiempo. Tuvo que regresar de Bournemouth, donde quería continuar haciendo carrera en la Premier al amparo de su jefe Iraola, pero no pudo arreglar los papeles de trabajo y aceptó la oferta de hacerse cargo del Rayo tras el despido de Francisco. Jornada 25.
Todo lo que sucede, conviene, suele decir Vicente del Bosque ante situaciones parecidas. No llegó, entonces, al partido contra el Real Madrid del Bernabéu de la primera vuelta, pero se encontró con que su estreno como primer entrenador en Primera fuera contra la 'squadra' de Ancelotti en Vallecas. Terminó en empate (1-1). Igualada que se ha repetido este curso también en casa (3-3). Ahora, por fin, le llega el turno de del gran escenario blanco, del que no tiene muy buen recuerdo como jugador. Dos partidos con el Athletic, dos goleadas en contra (5-1 y 4-1).
Para la ocasión, domingo, 16,15, Iñigo pretende que el Rayo sea su Rayo, o al menos se le parezca, independientemente de las bajas que tiene: Mumin, Isi, De Frutos, Camello y Nteka. Tratará de que los que jueguen sean fieles a unos conceptos, a unas ideas, a un plan de juego. Intentará continuar siendo el conjunto que solo ha sumado dos puntos menos como visitante que como local. Vallecas siempre será necesario por la identidad histórica que mantiene con el equipo, pero también es importante que éste no cambie de modales cuando se viste de visitante. Una de sus virtudes está siendo su salida al galope. Ha marcado el 25 por ciento de sus 28 goles en los primeros 15 minutos.
En la ocupación de los espacios sobre el campo, el Rayo es un libro abierto. Mínimas variaciones posicionales. Un 1-4-2-3-1 de manual que, a la hora de defender, se transforma en un 1-4-4-2 con un simple movimiento en paralelo del delantero más avanzado (Nteka) hacia la zona del mediapunta de turno (Isi, o en su defecto, Trejo). O la inversa. Que da igual y supone lo mismo. Investigando en el baúl de capacidades de este Rayo hay que destacar su facilidad para pasar de defender, normalmente, cerca de su área, lo que ahora se llama bloque bajo, a estirarse en fase defensiva y tratar de recuperar rápido. Es el segundo equipo del Campeonato en este apartado. También es segundo en recuperaciones rápidas y tercero con más alto en ritmo de recuperación.
Con el balón, su preferencia es atacar la profundidad y buscar con insistencia la espalda de la defensa rival, convirtiéndose en el bloque más largo de la LaLiga. Estamos, pues, ante un equipo perpendicular, con un ritmo de recuperación alto y que no necesita tener mucho el balón, ni masticar posesiones largas para generar peligro. Le gusta llegar desde los costados, más por la derecha que por la izquierda. Y una de las diferencias más notables con el Rayo de Iraola, su antecesor y maestro, es que le da más protagonismo al juego interior. Por el mero hecho de que el de Pamplona fue asistente del guipuzcoano (Usurbil) es complicado evitar las constantes comparaciones entre sus dos pizarras. Evidentemente, tienen bastantes puntos en común, pero también sus diferencias. El once de Andoni parecía mejor plantado posicionalmente. Le generaban menos ocasiones y contenía mejor a sus rivales. Sin embargo, era más frágil cuando tenía que defender cerca de la portería rival.
Las diferencias, triviales, también están marcadas por las condiciones individuales de los jugadores que más están participando. Aunque el grueso de la plantilla se mantiene, no son los mismos futbolistas ahora que entonces. De la mano de Iñigo, Batalla ha llegado a la portería. Es el nuevo rey de su propia área y contempla el segundo mejor dato en tanto por ciento de paradas, solo por detrás de Oblak. Le protege un cuarteto defensivo casi fijo con centrales como Lejeune y Mumin, lesionado ahora para el resto de la temporada, y Ratiu y Chavarría como laterales. Su regular rendimiento le ha permitido convertirse en el segundo equipo del Campeonato que mayor tanto por ciento de ocasiones rivales desbarata y el tercero al que más hay que rematar para hacerle gol.
En el centro del campo, Iñigo ha optado por abrir el abanico y dar más oportunidades. Unai López (16 partidos titular) y Óscar Valentín (14) han encontrado una gran competencia en Pathé Ciss (14) y también ahora en Pedro Díaz (5), que ha ganado mucho protagonismo en los últimos encuentros. Por delante del doble mediocentro, nos topamos con una de las mayores apuestas del técnico actual: Isi en la mediapunta en perjuicio de Trejo, que hace tiempo que ha dejado de ser imprescindible, pero que cuando sale, cumple. Esta maniobra ha venido condicionada, en parte, por el gran rendimiento de Jorge de Frutos en la banda derecha, el territorio que parecía propiedad de Isi para toda la vida. Álvaro le mantiene el pulso con Embarba en la izquierda.
Arriba, dura competencia entre Camello (14) y Nteka (12). Dos delanteros en las antípodas futbolísticas, pero que ofrecen dos soluciones distintas de ataque. El francés, potente y gran ganador de duelos, es más una primera referencia ofensiva fija, mientras que el ex del Atlético, el héroe del oro olímpico en París, te ofrece más juego asociativo lejos del área rival. Sin ellos, el técnico tendrá que improvisar. Tiene la alternativa de Guardiola, un ariete de toda la vida, o jugar con un 'bajito' rápido como falso nueve ¿Embarba?
Esta es, momentáneamente, la obra de Iñigo. Llega al Bernabéu en séptima posición con 36 puntos y por delante de equipos como la Real Sociedad, Girona, Celta o Sevilla... De puntillas y medio en silencio, ha sabido llevar con un tacto exquisito situaciones extremas de su vestuario como las suplencias de Raúl de Tomás y James. En ninguna de ellas le ha templado el pulso. Ahora, ¿por qué no?, sin obsesionarse, le gustaría mejorar los resultados de la era Iraola, de la que también formó parte. En aquellas dos temporadas, 21-22 y 22-23, el Rayo terminó decimosegundo en ambas, con 42 y 49 puntos respectivamente. A pesar de los últimos reveses, está en números de superarlo. Su gran mérito, resultados al margen, es que su equipo tiene un estilo propio, definido, valiente. Parece que ha optado por ser un entrenador de los que prefiere morir de una flecha en el pecho, que de una flecha en el culo. Buena elección.