Iván Fresneda: "¿Por qué salí del Madrid? Me faltó dar un pasito más y confiar en mí, pero me vino bien"
El lateral del Valladolid, objetivo de media Europa, habla con Relevo en la concentración de la Sub-19.

El 30 de diciembre, en pleno terremoto por los marcajes a Vinicius, un juvenil de 18 años fue el primero en demostrar que al brasileño también se le puede parar con fútbol. El nombre de Iván Fresneda (Quijorna, Madrid, 2004) retumbó ese día en todo el mundo, pero un año atrás no le sonaba a casi nadie. Tampoco a Pacheta, la persona que le cambió la vida. Todo se disparó después de un partidillo entre el Valladolid y su equipo juvenil. Fres jugaba con los pequeños y el técnico se enamoró de él.
Días después debutó como titular sin pasar por el filial, se asentó, ascendió con el Pucela a Primera y este curso está brillando entre los mejores. Le tientan los gigantes de Europa (Arsenal, Newcastle, Borussia Dortmund, Juventus o Milan) y el Real Madrid, que un día le tuvo entre sus mirlos, le espía desde la impresión. No todos saben que Fresneda se marchó por la puerta de atrás de Valdebebas en 2018, pero sí que desde entonces no ha dejado de crecer. Ahora, además de una de las sensaciones de LaLiga, también es uno de los líderes de la Sub-19 que estos días busca clasificarse para el Europeo en Extremadura, donde atiende a Relevo.
¿Cómo recuerda Iván Fresneda sus inicios en el fútbol? Me han dicho que eres de un pueblo muy pequeño de Madrid…
¡De Quijorna! Empecé a jugar al fútbol sala allí con cuatro o cinco años. Mi padre era el entrenador, me metía mucha caña. Pasé a jugar a fútbol con siete y a los ocho o nueve me vino a ver el Real Madrid. Contactaron con mis padres para decirles que vendrían sus ojeadores a un partido. Me vieron bien y me mandaron a las pruebas de La Fábrica, como a tantos otros. Yo las he hecho unas cuantas veces, por cierto (risas). Veía que otros compañeros se quedaban por el camino y yo conseguí entrar. En 2012 ya hice la pretemporada con el Madrid, pero me dijeron que ese año era mejor que me quedase en otro sitio para jugar más minutos. Me fui al Boadilla y salió todo redondo. Hice un montón de amigos que todavía conservo y disfruté muchísimo. De ahí volví al Madrid para hacer otra vez las pruebas y ese año ya me quedé.
En Valdebebas compartiste equipo con muchos de tus ahora compañeros en la Selección.
Con muchísimos. Y disfruté al máximo. Estuve con Mario Martín, con Gonzalo… y con más que han estado en otras convocatorias de la Selección. He compartido un montón con ellos. Del Madrid me llevé amistades muy grandes.
¿Siempre has sido lateral derecho?
¡Qué va, si yo era delantero! Llegué al Madrid y recuerdo que le dije al entrenador que me probase de 9. No me gusta defender. Me vio y así fue: aquella primera pretemporada con el Madrid la hice de delantero. En mi siguiente etapa en Valdebebas empecé de extremo, mi posición habitual. Ahí, Álex Dorado se fijó en que tenía mucho recorrido desde el lateral y me fue cambiando. Después me fui al Leganés y jugué de lateral izquierdo y de extremo. Yo disfrutaba mucho atacando, pero en esa época tuve mis primeros contactos con mi representante de hoy en día (Luis Bardají). Me dijo que estaba muy bien jugar en varias posiciones, pero que a esa edad ya tenía que escoger una demarcación. Él me veía futuro de lateral y así me he quedado.
Ahora eres uno de los talentos más prometedores del fútbol europeo, pero en su momento el Madrid no se quedó contigo. ¿Por qué?
Bueno… Era muy pequeño, no lo recuerdo bien, pero el Madrid es un club muy grande y con jugadores buenísimos. Creo que incluso me vino bien. Son decisiones que se toman año a año. Tú ahí peleas para poder jugar una temporada más, es un club gigante y todo el mundo quiere estar en un Madrid o en un Barça. Aprendí mucho en Valdebebas, disfruté y rendí bien… pero me faltó dar un pasito más, mejorar y confiar más en mí mismo. Sinceramente, me vino muy bien irme. Pasé al Leganés, jugué muchísimo y eso me sirvió para firmar por el Valladolid.
¿Cómo se fraguó tu fichaje por el Pucela?
Eran tiempos de pandemia. Yo no tenía ni idea del interés del Valladolid, pero Javier Suárez, el director de cantera, llamó a mis padres y los convenció. Lo he dicho varias veces: puede parecer difícil salir de casa por primera vez (él todavía vivía en su pueblo, Quijorna) y te surgen dudas, pero lo llevé muy bien. Todos los compañeros me ayudaron.
Subiste del Juvenil al primer equipo sin pasar por el filial, un salto que sorprendió a todos. ¿Cómo te descubrió Pacheta?
De casualidad. Yo iba a entrenarme con el filial un martes. Recuerdo que estábamos viendo vídeos, repasando el partido del fin de semana… y de repente me llamaron: 'Fres, tienes que ir con el Juvenil, van a jugar contra el primer equipo'. Me fui al campo de al lado a calentar un poco y salí en la segunda parte. Con Pacheta siempre se trabaja mucho el entrenamiento con el Juvenil, hacer dos tiempos de 45 minutos. Era un día de tantos que se hacía lo mismo. Bajé con muchas ganas y me salió todo perfecto. Yo no me lo creía cuando me lo decían, pero le gusté mucho al míster. Habló con mi entrenador, Borja Fernández, y ya esa misma tarde tuve que hacer una prueba de COVID para entrenar con el primer equipo por la tarde. Una locura.
Tardaste muy poco en debutar. ¿Qué te dijo Pacheta antes de aquel partido contra el Betis?
Ese día también se estrenó otro compañero, Víctor Narro. Yo tuve un poco de suerte: uno de los dos laterales tenía COVID y el otro estaba medio lesionado. El míster habló con nosotros uno o dos días antes. Nos cogió a los dos y nos lo dijo con una sonrisa de oreja a oreja: "Vais a salir a jugar. Y vais a saber lo que es el fútbol profesional". Perdimos contra el Betis, que después fue campeón, pero me llevé una experiencia brutal, increíble.
De jugar con el Juvenil ante 50 personas a hacerlo delante de 30.000 en cuestión de días. ¿Qué se te pasaba por la cabeza?
Estaba nervioso, pero eso le ocurre a cualquiera. A día de hoy también siento nervios antes de un partido. Y está bien tenerlos, pero hay que saber afrontarlos. Porque si no, te comen. Y te pueden hacer mal. No sé cuánta gente fue a ver ese partido de Copa, pero miraba a la grada y parecía que había 80.000. Fue superdivertido.
Eras un semidesconocido y, de repente, todo el mundo empezó a hablar de ti. ¿Cómo se gestiona eso con 17 años?
Sí… Semanas antes de debutar yo era un aficionado del primer equipo como otro cualquiera. Lo llevé con mucha alegría: pasé de ir a ver jugar a los profesionales a que la gente me fuera a ver a mí y me pidiese fotos. Eso es un lujo. Hay que atender a todo el mundo con una sonrisa, hayas ganado o hayas perdido. Son ellos quienes nos apoyan siempre.
Y, algo inusual, sigues compaginando los estudios con jugar en Primera. ¿Cómo lo llevas?
Sí, estoy cursando Gestión Deportiva en la universidad. El año pasado me saqué el Bachillerato y la EBAU. Doy un poquito de todo, desde asignaturas de actividades acuáticas a gestión de empresas o de tu dinero. Creo que es muy importante. La vida de un futbolista es corta. Debes tener estudios para afrontar tu vida en un futuro.
Aquel entrenamiento con Pacheta te cambió la vida. En cierta manera te pasó lo mismo el 30 de diciembre, cuando secaste a Vinicius. ¿Cómo preparasteis ese encuentro?
Jugar contra uno de los mejores equipos del mundo siempre es muy complicado, pero tienes que afrontarlo sin miedo. Es igual que cuando te juegas una permanencia; los nervios deben ser los justos. Defender a un tío como Vinicius, que para mí es uno de los mejores jugadores del planeta... ¿qué me van a decir? Que intente defenderlo como pueda (risas). Antes de todos los partidos nos enseñan vídeos de los jugadores a los que nos medimos, pero él es un tío élite. También te tiene que salir a ti el día, que estés acertado, intenso, concentrado durante todo el partido… Un jugador como él te la puede liar en cualquier acción.
En invierno estuviste a punto de salir. El Arsenal y el Borussia Dortmund apretaron mucho. ¿Cómo viviste ese mes de enero?
Fueron semanas normales, de verdad. Mi representante me mantuvo al margen de todo lo que se habló. Más tarde fui un poco más consciente de todo, pero no estuve nada pendiente de lo que salió.
Sonaste para casi todos los grandes de Europa...
Sí, pero estuve concentrado en el Valladolid y en lo que tocaba. No especulé con poder salir, si no, si me iba a quedar… juego en un club histórico y estoy muy contento.
Ahora regresas a la Selección Sub-19. ¿Te sientes el líder?
No. Todos somos muy importantes. Yo estoy en el Valladolid, y el resto están en otros equipazos de España y de fuera. Tenemos un grupo unido, con jugadores buenísimos. Ojalá podamos clasificarnos para el Europeo. Vestir la camiseta de la Selección es una oportunidad enorme. Contra Dinamarca, el primer día, hicimos un gran partido pese al empate. Lo dice el míster y lo pensamos nosotros. Lo manejamos, tuvimos la pelota, robamos rápido, generamos ocasiones… siempre se puede mejorar y lo vamos a hacer, pero fue mala suerte. Dependemos de nosotros mismos para pasar.
Jugaste con Dani Rodríguez (Barça) por delante, un jugador con características parecidas a las de Gonzalo Plata. ¿Con qué tipo de extremo te sientes más cómodo?
Dani es un jugadorazo. También es zurdo, con mucha capacidad ofensiva. Se parece bastante a Plata. Yo me defino como un lateral ofensivo, me gusta subir, jugar en campo rival. Siempre que puedo me incorporo y me asocio con el extremo o el mediapunta. Aquí hay jugadores para ello.
Tenéis nuevo seleccionador: José Lana. ¿Cómo es?
Repite el mismo patrón de todas las inferiores: tener el balón, ser agresivos cuando lo perdemos, intentar que esté en nuestros pies, jugar rápido… Solo queda que nos entren las ocasiones. José es un gran entrenador, nos está ayudando mucho.
Y ya para acabar... ¿qué tres sueños quiere cumplir Iván Fresneda en lo que le queda de carrera?
Voy a ser realista. Durar muchos años en Primera, que me respeten las lesiones y debutar algún día con la Selección. Es mi país, un objetivo con el que todos soñamos. Y clasificarnos para el Europeo, por supuesto.