OPINIÓN

Kepa, su pasión por la cría de jilgueros y la fuerza de su sonrisa

Kepa Arrizabalaga, antes de la semifinal contra el Atlético./REUTERS
Kepa Arrizabalaga, antes de la semifinal contra el Atlético. REUTERS

"Es que estoy muy bien". Era la frase que pronunciaba Kepa Arrizabalaga hace menos de un año, en marzo de 2023, cuando volvía a la Selección española después de mucho tiempo de ausencia y varios periodistas le comentaban la sonrisa que no se le borraba de la cara. Regresaba, además, de la mano de Miguel Ángel España, entrenador de porteros de la Absoluta y uno de los técnicos que más ha creído siempre en sus condiciones. Luis de la Fuente confió en él como titular en ese parón ante la ausencia de Unai Simón.

El de Ondarroa veía la luz al final del túnel después de una época muy dura, en la que perdió el puesto en el Chelsea en favor de Mendy tras ser el guardameta más caro de la historia del fútbol (los londinenses pagaron 80 millones de euros por su traspaso). Kepa mantuvo la cabeza fría, trabajó duro, se apoyó en su familia y cuando hacía las maletas para buscar una cesión en la que recuperar la confianza, el nuevo dueño del equipo (Todd Boehly) frenó su salida porque le consideraba mejor guardameta que Mendy. Recuperó la titularidad con el cambio de técnico y volvió también con La Roja.

En aquella concentración era imposible borrarle la sonrisa, igual que desde hace varias semanas es difícil encontrársela. Pocos futbolistas hay tan expresivos como Kepa en cuanto a su estado de ánimo. A la vez, es un jugador que odia estar en el centro de atención. Es un especialista en soportar la presión (disfruta en las grandes citas), aunque sufre cuando se genera ruido mediático que no puede controlar. Lo pasó mal cuando tensó la cuerda con el Athletic para irse al Real Madrid en 2018 (llegó a pasar reconocimiento médico) y también cuando tuvo colgado en Londres el cartel de los 80 millones que costó. En el verano de 2023 frenó su marcha al Bayern para cumplir por fin su sueño de aterrizar en el Bernabéu, cumplió con creces hasta su lesión y mantuvo su felicidad en un vestuario donde se ha encontrado con varios viejos amigos. 

Un debate ajeno a Kepa

Sin embargo, cuando se recuperó de su dolencia muscular, Ancelotti le devolvió al centro del debate: primero dijo que era su portero y después, que decidiría en cada partido. Arrizabalaga, sin más culpa que un infortunio en forma de lesión, se volvió a ver con todos los focos apuntándole. Perdió la sonrisa ante el incómodo lugar que supone estar frente a un examen constante, falló en las semifinales contra el Atlético y perdió el sitio en la final.

En un puesto tan específico como la portería, cada guardameta es un mundo. Kepa, con sus virtudes y sus defectos, necesita una cosa por encima de todas: ser feliz. Sonreír y estar lejos de las polémicas es lo que le da la serenidad necesaria para hacer lo que mejor sabe, que es parar balones. Y todo lo ocurrido en las últimas semanas le ha torcido el gesto y le ha devuelto las dudas.

Aficionado a los jilgueros

Para entender la personalidad de Kepa, nada mejor que hacer un viaje hasta su infancia. El de Ondarroa tiene una pasión poco común entre los futbolistas: la cría de jilgueros. Tal es su devoción por estas pequeñas aves que fue varios años campeón de Vizcaya en concursos de canto (en torneos en los que competía contra más de 70 ejemplares). "Es una afición que me viene de mi padre. En casa siempre suelo tener pájaros, jilgueros y mixtos de jilgueros", contaba Arrizabalaga en junio de 2018. "Cada pájaro suele tener 10 minutos delante de un juez. Seleccionas a cuál llevar, ya que hay algunos que sólo cantan cuando están en casa, otros también cuando los llevas fuera...", explicaba.

Esa pasión por los pájaros demuestra parte de su personalidad. Muchas horas de entrenamiento con los pequeños animales para después jugárselo todo en un puñado de minutos. Lo mismo que le ocurre ahora en su profesión de portero, con largas horas de entrenamiento para después demostrarlo todo en varias acciones por partido. Este domingo vuelve como titular al Santiago Bernabéu, estadio en el que no juega desde el pasado 5 de noviembre contra el Rayo Vallecano (dejó la portería a cero).

Esta vez el juez será un estadio abarrotado, con una afición que mira con lupa lo que pasa en la portería. Kepa se ha visto en una situación que le incomoda y no habrá mejor señal para el Real Madrid que verle feliz de nuevo cuanto antes. Es el portero preferido de Ancelotti y tiene la calidad y la experiencia necesarias para suplir con garantías a Courtois cuando lleguen los cruces de Champions. Arrizabalaga ansía volver a la titularidad pero, sobre todo, necesita recuperar la sonrisa.