Kike García resucita al Alavés en el estreno goleador de Asano

Poco queda del Mallorca de la primera vuelta que no sólo era decisivo en las áreas sino también incesante en su fútbol. El golazo de Asano, que se estrenó como goleador, sirvió para marcar al camino, pero luego los de Jagoba se apagaron. Todo lo que había hecho mal el Alavés en la primera parte lo remedió en la segunda con un Kike García empeñado en salvarse en su segunda juventud.

[Consulta la clasificación de LaLiga]

Se presentaba el equipo de Coudet en Son Moix tras una dura derrota ante el Espanyol en Mendizorroza y con la obligación de al menos puntuar para no seguir cayendo en la tabla. El Mallorca debía ganar para confirmar que estaba recuperado de su bache y seguía aspirando a Europa, pero cualquier plan salta por los aires con un gol tan tempranero.

El primero en disparar fue el Alavés, con un remate cruzado de Carlos Martín cuando apenas habían transcurrido tres minutos, pero poco tardó en llegar la respuesta. Justo antes del diez de partido, Maffeo hizo gala de músculo para colgar al área un balón desde un lateral. Dani Rodríguez intentó bajarlo y antes siquiera de poder pensar qué hacer con él vio como Asano lo empalmaba con la diestra para esconderlo en el ángulo de la portería de Sivera.

El nipón se estrenaba en Liga con un golazo que celebraba Jagoba en la banda, aunque sin mucha euforia por las recientes remontadas que ha sufrido su equipo. Al Alavés se le derrumbó el plan y apenas conseguía asomar en campo rival cuando Manu Sánchez atacaba la espalda de Maffeo, pero Valjent, Raíllo y Mascarell se ocupaban de escupir cada balón que se acercaba a Greif.

El Mallorca dominaba incluso sin tener el balón porque se sentía cómodo basculando y cerrando pasillos a Carlos Vicente y Aleñá, desaparecidos en los primeros compases. El equipo de Coudet arriesgaba en la construcción y allí saltó el equipo balear para robar en el centro del campo. Darder puso a correr a Muriqi y el pirata pensó antes en el festejo que en la definición cuando picó el balón por encima de Sivera. El tiempo se congeló en Son Moix mientras la pelota volaba y pasaba pegada al palo en la que podría haber sido la sentencia antes de la media hora. Perdonaba el Mallorca y el Alavés se iba con vida al descanso.

Los de Coudet no reaccionaron en los primeros minutos de la segunda parte y el partido entró en un bache sin ocasiones ni ritmo alguno. Tenían la pelota los vitorianos pero eran incapaces de acabar jugadas sobre la portería de Greif. Tuvieron que esperar a que pasada la hora de partido el Mallorca asomara la cabeza en ataque para despertar. Primero lo tuvo Muriqi en una centro pasado que después estuvo a punto de rematar Asano y volvió a aparecer el kosovar tras pescar un balón en la pequeña y toparse con las manos de Sivera.

El nudo en la garganta de Coudet tras la doble ocasión de los mallorquinistas se transformó en euforia minutos después al ver a Carlos Vicente poner un buen balón al área. Lo recogió Manu Sánchez en la otra banda y mientras se caía consiguió devolverlo a la grande. Kike García apareció sólo en el segundo palo, facturó el empate y le lesionó en la misma acción.

El Alavés había crecido en el partido porque le había arrebatado el balón al Mallorca y, sobretodo, conseguía robarlo rápidamente cada vez que lo perdía. El gol era un chute de adrenalina que se apagó cuando Sivera voló hacia su izquierda para evitar un golazo de Darder desde fuera del área. Aquello niveló las sensaciones de ambos sobre el césped cuando el final parecía babazorro.

Jagoba se volcó con Muriqi, Larin y Abdón en la delantera pero fue Samú Costa quien tuvo en su cabeza la victoria mallorquinista cuando Raíllo picó un balón fantástico por encima de la defensa. El portugués se lanzó en plancha tras ganarle la espalda a Manu Sánchez y la victoria se esfumó al ver la pelota rozar el palo izquierdo de Sivera.

El Mallorca tuvo las más claras en la primera parte para haber matado el partido y luego no supo qué hacer con el balón. Le quemó como si se estuviera jugando la permanencia y no luchar por Europa. No así al Alavés, al que Kike García rescató para mantener a pulso las constantes vitales.