Marcos Acuña, una infancia difícil que ha forjado un carácter explosivo

El último partido de Marcos Acuña ante el Celta es un fiel reflejo de lo que está siendo una temporada complicada, de muchos altibajos. Una montaña rusa de sensaciones, sentimientos y rendimiento. Porque ya desde el inicio de la pretemporada, en el pasado mes de julio, su molestias en el pubis presagiaba que no iba a ser un año fácil para el Huevo.

Tras su primer partido ante Osasuna, el único con el Sevilla en el que completó todos los minutos, el dolor y la hinchazón en la zona dañada empezaba a complicarse. Llegó un momento en el que se hizo casi insoportable y eso provocó que se recurriera a los analgésicos y se insistiera en un tratamiento conservador para ver si se podía evitar el quirófano. Porque la idea de operarlo estaba en la mente de los servicios médicos del club, que necesitaban a un jugador vital en una temporada que estaba saliendo mal desde el comienzo.

Acuña lo tuvo claro, su sueño era participar en su último Mundial, junto a una generación de compañeros que habían logrado una Copa de América para su país y en la que había puestas muchas esperanzas. Recibió muchas críticas de la grada, también de manera interna del club, que temía que su participación con la albiceleste pudiera provocar un daño más importante en la zona que lo obligará a estar ausente en una parte decisiva de la temporada.

Todo mejoró con la ayuda de la nutricionista especializada en Nutrigenómica, Itziar González de Arriba. El cambio de alimentación (verdura y pescado) y el tratamiento para fortalecer la zona le permitieron mejorar su condición física durante su presencia en Catar y llegar en buenas condiciones para el regreso a Sevilla. Se volvió a convertir en un futbolista vital que sigue teniendo lagunas importantes. Tras el primer partido en casa ante el Getafe en el que anotó el primer gol, cargó contra el club: "Se dijeron muchas mentiras de mis lesiones y no tuve el respaldo del club, algo que me entristeció un poco. Soy jugador del Sevilla y el club tenía que haber aclarado la lesión que yo tenía. Siempre estuve comprometido". La tenía guardada.

Nacido en Zapala, su infancia no fue fácil. A la separación temprana de sus padres, se le unió una situación económica difícil después de que Argentina vendiera YPF como compañía nacional a una empresa extranjera. Echaron a muchos empleados y se volvió una zona muy pobre. La penurias económicas y el rechazo en el comienzo de su carrera de muchos equipos forjaron su carácter que le ha jugado malas pasadas. "Sos chiquito", le dijeron algunos ojeadores. Para algunos que le conocen "su mujer le ayudó a encaminar su vida".

Quizás por esas situaciones, por tener que desenvolverse solo en un entorno difícil, le cuesta controlar sus emociones. No lo hizo ante Osasuna, cuando Gudelj le entregó a Óliver Torres un papel en pleno partido, donde había instrucciones desde el banquillo. Acuña se lo arrebató de las manos y lo tiró al suelo. Luego criticó duramente a sus compañeros en el interior del vestuario. Tampoco tras la durísima derrota ante el Atlético. "No es sólo el entrenador, los jugadores tenemos que entender qué necesitamos. Nos dan herramientas y no las entendemos, no sé. Hoy creo que sobrepasamos todos los límites", dijo al término del partido. Ni ante el Getafe, donde tuvo una discusión acalorada con Bono también en el vestuario.

La última acción polémica ocurrió ante el Celta, en el último partido de Liga, donde antes del saque desde el centro del campo, tras el empate del conjunto gallego, protestó al colegiado que finalmente lo expulsó."En el minuto 90 el jugador (19) Acuña, Marcos Javier, fue expulsado por el siguiente motivo: Por gritarme en reiteradas ocasiones 'Te lo has cargado, eres el puto personaje del partido'", reflejaba el árbitro en el acta. Acuña, un jugador top con unas cualidades futbolísticas impresionantes, que al igual que su equipo, lleva una temporada de vaivenes.