DEPORTIVO ALAVÉS - FC BARCELONA

La decisión que cambió la suerte de Mario Rosas, el "mejor que pasó por La Masia" para Xavi: "Quería ser ese jugador que todo el mundo pensaba"

El ahora técnico del AC Bellinzona suizo repasa en Relevo su trayectoria como futbolista.

Mario Rosas, junto a Xavi Hernández./CEDIDA
Mario Rosas, junto a Xavi Hernández. CEDIDA
June Lavín

June Lavín

"Fue el mejor que pasó por La Masia. Nunca olvidaré su nombre. Jugaba con ambas piernas. Lo tenía todo, pero se perdió". Esas fueron las palabras de Xavi Hernández sobre Mario Rosas (Málaga, 1980), un centrocampista tocado por una varita mágica y de un talento inverosímil que, "por unas cosas u otras", no llegó. "No tuve paciencia, que hoy es lo que le recomendaría a cualquier joven. Sufrí, pero no me he fustigado, aunque la gente sí que me lo ha recordado. Yo quería ser ese jugador que todo el mundo pensaba que iba a ser. Buscaba eso", reflexiona en una entrevista a Relevo. Descuelga el teléfono y se sitúa frente al ordenador desde el cantón del Tesino, donde ahora reside y dirige al equipo de la ciudad, el AC Bellinzona de la segunda división de Suiza.

Mario Rosas habla sobre las expectativas.RELEVO/PABLO MUÑOZ

Catalogado por Xavi, con quien compartió todo ("éramos muy trastos, tirábamos globos de agua y nos metimos en algún que otro problema..."), como "el mejor que pasó por La Masia", no se castiga por no haber cumplido las expectativas. El Barça se fijó en él con sólo 12 años, cuando 'Boquerón' Esteban Vigo, ojeador del club culé en Andalucía, se personó en un encuentro en Vélez-Málaga: "Me vio jugar, habló con mi madre y le dijo si estaría dispuesta a que fuese unos días a Barcelona para que me viesen entrenar. Y así fue. Fui a entrenar, les gusté y me quedé". Pese a las dudas iniciales ("cualquiera las tiene, yo me fui solo"), Mario Rosas cambió Portada Alta, su barrio, por "la burbuja" de La Masia.

Se definía a sí mismo como un "centrocampista de calle" con "buen uno contra uno, buen pase y agresivo", algo que, a esas edades, no suele ser habitual. Además, se destapó como uno de los grandes goleadores de una generación en la que también estaban Xavi Hernández, Puyol, Jofre Mateu o Gabri García. "Llegué a Barcelona con doce años y no me marché hasta los 21. Todos esos años los viví con Xavi. Cuando subíamos, subíamos juntos [al primer equipo]; cuando nos mandaban a una categoría superior, nos mandaban juntos. Todos los años jugamos juntos", recuerda Mario Rosas.

La importancia de Van Gaal y las trastadas en La Masia

El momento que Mario Rosas mejor recuerda y más intacto conserva de su etapa como canterano culé se remonta a una mañana en la que el club le comunica que Van Gaal cuenta con él, también con su inseparable Xavi, para entrenar con el primer equipo: "Teníamos 17 años, que es una edad en la que todavía no estás hecho, y, claro, para nosotros entrar en un vestuario como el del Barcelona, dos chicos de 17 años... Xavi muchas veces se quedaba en casa [Mario compartía habitación con Gabri García, pero Xavi era uno más] y muchos días se quedaba en casa porque teníamos doble sesión o entrenábamos temprano y ese día, más aún. A los dos nos daba vergüenza entrar en un vestuario en el que estaban Rivaldo, Kluivert, Figo, Van Gaal...".

Los nervios, habituales en las primeras veces, tardaron poco el desaparecer: "Ahí había un nivel humano... Nos trataron genial, los nervios fueron solo al principio". Además de en su progresión, considerado en su momento una de las mayores promesas del fútbol base del Barça, nunca se olvidó de disfrutar: "Éramos muy trastos, que es lo normal a esa edad. De vez en cuando haces una trastada, de vez en cuando te metes en un problema... Es lo que toca a esa edad. Tirábamos globos de agua desde el balcón... Un día sin querer dimos a una persona, tuvo que venir una ambulancia y Serra Ferrer nos llamó [risas]. Trastadas de la edad".

Mario Rosas, sobre la importancia de la paciencia.RELEVO/PABLO MUÑOZ

Mario Rosas quemó etapas a un ritmo vertiginoso y, con 20 años, priorizó jugar. Esa decisión le llevó a abandonar las categorías inferiores del Barça para recalar en el Deportivo Alavés en la temporada 00/01: "Xavi no logró asentarse en el primer equipo hasta varios años después. Yo no tuve esa paciencia que hoy le recomendaría a cualquier jugador joven. Cuando te vas del Barça, te das cuenta de lo que es ese magnífico y gran club. No tuve paciencia, quería jugar, quería tener minutos, quería ser partícipe...".

Sin embargo, nada salió como esperaba en su aventura en Vitoria-Gasteiz: aunque el Glorioso disputó la final de la Copa de la UEFA contra el Liverpool (cayó 4-5), sumó tan sólo 237 minutos de juego repartidos en nueve encuentros. "Lo que conseguimos fue algo épico, porque conseguimos plantarnos en la final de lo que ahora es la Europa League, pero a nivel individual no fue tan bueno como me hubiese gustado. El objetivo era volver al Barça, pero no pudo ser. Ese año [en el Alavés] aprendí mucho. Vivir experiencias fuera, vivir fracasos, aunque yo no los llamaría fracasos, decepciones. Que un entrenador no cuente contigo porque su idea de fútbol no va con tu manera de jugar... Eso también te enriquece", apostilla.

Mario Rosas habla sobre las dificultades para adaptarse al Deportivo Alavés.RELEVO/PABLO MUÑOZ

"Me costó muchísimo encontrar esa estabilidad al salir del Barça. Mi caso viene marcado por no entender que hay otras maneras de jugar, otros entrenadores con otras ideas, que en el fútbol toca trabajar y que no sólo vale el talento o la creatividad. En el Barça siempre ganas, es una burbuja, porque tienes dos o tres partidos difíciles al año. Esto [el Alavés] es otra cosa... Estaba muy hecho y adaptado al ADN Barça, a jugar con el balón y fui a un sitio que era totalmente lo opuesto. Sufrí en ese sentido. No supe adaptarme", añade. Además de en el conjunto vitoriano, también pasó por el Salamanca (por partida doble), Numancia, Cádiz, Girona, Castellón, Real Murcia, Khazar Lankaran (Azerbaiyán), Huesca, Hércules, Eldense, Roda y Burriana. En total, más de diez clubes que le permitieron cumplir su sueño de ser profesional y reconciliarse, en parte, con el fútbol.

"Sufrí porque no supe adaptarme a otro tipo de fútbol. Estaba muy hecho al ADN Barça"

Ahora, con algo más de perspectiva (colgó las botas en 2016 y ha ejercido como director deportivo), se sincera y reflexiona: "Yo era el primer interesado en que eso fuese así [en llegar al primer equipo]. Yo quería ser ese jugador que todo el mundo pensaba que iba a ser. Era el primero que buscaba eso. No se dio, y seguramente por mi culpa, pero no me voy a estar castigando. Quizás no tuve la carrera que la gente pensó que iba a tener, pero he vivido muchas cosas. He conseguido ser profesional muchos años y gracias al fútbol conocí a mucha gente que está en mi vida. He sido feliz".

Su aventura en Suiza y los halagos para Xavi

Mario Rosas colgó las botas en 2016, después de dar sus últimos coletazos en el Burriana de la Regional Preferente de la Comunidad Valenciana. Desde entonces, ha probado suerte como director deportivo y, también, como entrenador. Dirige, en la actualidad, al AC Bellinzona de la segunda división de Suiza: "Llevamos justo un año y la verdad es que muy bien. Estamos muy a gusto, las cosas están saliendo bien y estamos muy contentos, la verdad". Y, en la distancia, se atreve a analizar el porqué del adiós de Xavi al banquillo del Barça, ahora ya con Flick al mando: "Se ha sido muy injusto con Xavi, pero en el fútbol no hay paciencia.Queremos resultados para ya cuando no debería ser así. El Barça está viviendo una situación un tanto convulsa y eso le hace buscar esa inmediatez".

"Cuando el Barça firma a Xavi lo hace para que sea un poco el escudo de Laporta y de la directiva"

"Xavi va al Barça poniendo dinero de su bolsillo, en una situación malísima, y gana una liga, saca jugadores jóvenes... Yo creo que se ha sido muy injusto con él. El Barça, en la situación en la que está, no toma buenas decisiones. Cuando se firma a Xavi, me atrevería a decir que lo hacen para que sea un poco el escudo del presidente [Laporta] y de la directiva, no tanto porque valorasen su trabajo", añade.

Y, por último, aprovecha para recordar las virtudes futbolísticas del de Terrassa ("jugar con él era una delicia, siempre ganaba el equipo en el que estaba Xavi y era muy difícil quitarle el balón"), con el que todavía conserva "una muy buena relación", y para analizar cuánto ha cambiado La Masia desde su adiós al Barça: "Está todo más profesionalizado... Se ha perdido un poco la inocencia. Fui a La Masia, a la nueva, y me encontré con varias cocineras, limpiadoras... Una de ellas me dijo que había cambiado todo tanto que había chicos a los que no conocía. Se ha perdido familiaridad y contacto".