Este sí es el Mbappé de Florentino Pérez
El fútbol no obedece ni a planes ni a esperanzas. Si la pelota y el mercado de fichajes se ajustaran a la lógica, el encanto se habría suicidado. El aficionado lo vería todo más tranquilo, efectivamente, con sus derrotas asumidas y sus expectativas bajo cero. Cardiólogos e iglesias reducirían su clientela. Pero quién quiere sobrevivir en un amor civilizado. Este jueves, un día de transición entre las luces de la Champions y el rigor de la Liga, una de esas jornadas con cielo encapotado en Madrid y sin posibilidades de infartos, se conoció que Kylian Mbappé había comunicado al PSG que se irá al finalizar esta temporada.
La filtración de su decisión, no por esperada, dejó de ser inesperada. Un día después de allanar el triunfo de Champions contra la Real Sociedad, sin rastro de esos guiños que durante años han protagonizado titulares ni filtraciones dentro del propio vestuario. Después de demasiado tiempo guiado por un entorno insatisfecho, convertido en un futbolista con multicargo y de multicargas propias de una bomba de relojería, el delantero decidió cambiar de estrategia los últimos meses para planchar el terreno de su salida del club y recomponer su imagen para garantizarse un buen futuro, previsiblemente blanco.
Desde que la temporada pasada Mbappé deslizara que no iba a prolongar su contrato con el PSG, que acaba en este mes de junio, el francés optó por un perfil bajo. Discreto con los medios, con ese punto pueril perfectamente limado y reservado incluso con los compañeros del vestuario. Ni siquiera el núcleo más cercano a Kylian conocía plenamente sus intenciones. Ni filtraciones interesadas ni coqueteos cansinos que nunca acababan de culminarse. Lo más complicado de aprender en la vida es saber qué puente cruzar y qué puente quemar. Mbappé tenía identificada su travesía. Por eso, a pesar de su comportamiento y sus cobras, nunca ha incendiado la vía del Real Madrid.
Su relación con Florentino nunca se rompió del todo y la comunicación entre ellos ha sido relativamente fluida. Las disculpas personales del delantero el día que decidió quedarse en París el pasado verano, y su comportamiento posterior, hizo pasar al presidente del "este no es mi Mbappé" a ver con optimismo la posibilidad de tenerle como otro gran reclamo en el nuevo estadio. Como informó Relevo el 2 de junio, el deseo del dirigente de vestir de blanco al astro francés en 2024 es más fuerte que nunca. En primer lugar porque alguien que gestiona mal el rechazo nunca cierra una puerta; y en segundo término porque comenzó, ya sí, a recibir desde París cada vez más señales de que el jugador iba a agotar su contrato y salir de su club.
Si el Madrid decidió no fichar en verano a un delantero top (Kane), pese al deseo de Ancelotti, fue por la llama de Mbappé. El de Bondy no ha comunicado oficialmente el destino pero, con la carta de libertad bajo el brazo, hay pocos que no le vean presentado en el Nuevo Bernabéu. Todo será cuestión de semanas... Desde el último desengaño, el Real Madrid reconstruyó el equipo en torno a Vinicius, Rodrygo y un Bellingham que es un imperio. Y siempre deslizó, por estrategia o con sinceridad, que no iba a mover ficha hasta que él diera los pasos necesarios (el club nunca se ha sentido cómodo entre pulsos, sospechas y demás juegos artificiales). El de este jueves es una zancada. Aunque el madridismo, mientras su firma no esté negro sobre blanco, siempre tendrá un punto de desconfianza.
No es un secreto que una parte de la afición sigue con la herida abierta y tiene a Mbappé por un tipo que no es de fiar, un hombre que jugó con el Real Madrid para engordar su bolsillo. Sin embargo, el perdón tardaría en llegar lo que tarde en llegar el gol. Madurar es perder algunas ilusiones y empezar a tener otras. Sin Mundial y con un ciclo acabado en el PSG, sólo se le ve bajo el techo retráctil una vez se saque la calculadora y cuadren los números (entre todos) para no dinamitar la escala salarial. Porque ahora el Madrid es quien marcará el relato entre el sueldo, la prima de fichaje y los derechos de imagen. Entre tanto, Ancelotti y el vestuario se relamen ante lo que puede ser, más que un fichaje, un impacto. Este jugador, que con un balón no se puede explicar agarrando una ley natural, encaja como un guante en el club de los imposibles. Igual que encaja ahora en lo que quiere Florentino. Porque este sí es su Mbappé.