LA MIRADA

Nico, tú sí entendiste todo

Nico Williams se lamenta tras una ocasión fallada./GETTY
Nico Williams se lamenta tras una ocasión fallada. GETTY

Podríamos empezar por echar la vista atrás y preguntarnos cómo éramos con veinte años. Por redes sociales entendíamos básicamente de Facebook, donde nuestros amigos y familiares compartían sus viajes, reflexiones y felicitaciones de cumpleaños. No sabíamos de whatsapp y nos esmerábamos por decir mucho en pocos caracteres. Cuando cada sílaba contaba, apenas las malgastábamos en palabras baratas. No nos escondíamos en avatares, y ni siquiera sabíamos qué era eso.

Hoy, casi veinte años después, a través de las redes somos capaces de saber la vida de nuestros cantantes favoritos, de futbolistas, de nuestros ex o nuestros jefes. Vivir de ello o intentar comer y viajar gratis a cambio de influencias. O de jeta, según se mire. Pero también podemos acosar, abusar, y hacerle la existencia imposible a alguien. Podemos juzgar sin saber, sacar a relucir las miserias de los otros cuando no son más que las propias. Podemos jugar con la salud mental de los demás, e incluso con su vida, para después echarnos las manos a la cabeza cuando alguien no consigue aguantar todo ese odio ajeno, y le pone fin de la forma más triste posible.

Así que mientras unos debaten sobre la ética de comprar bebés como hijos o nietos, superando cualquier capítulo de Black Mirror, otros vuelcan su basura en un crío de veinte años que juega a fútbol y a veces, muy a su pesar, falla goles y su equipo pierde. Como si la mierda de uno entrase en el sueldo del otro. Y no, no todo vale. No, no tiene por qué soportarlo. Y no, no tiene que estar preparado para hacerlo. No le ha dado tiempo, lo estaba empleando en llegar a jugar en el equipo de sus sueños, junto a su hermano mayor, y devolver algún día lo que esa tierra le ha dado a su familia. Desde que se mudara a Bilbao con 10 añitos, junto a su madre e Iñaki, a Nico le enseñaron a lo que era el Athletic y la ilusión por verse en una gabarra aupando una Copa. Lo que no sabía es que su quinta debería manejar y normalizar los insultos y amenazas a través de las redes. Que los malos son menos, pero más ruidosos que los buenos.

Pero no, Nico, tú no tienes que hacer eso. Tú bastante tienes con rechazar y eliminar todo eso que no te pertenece, como un acto de valentía y no de evasión cobarde. Eso es para los que se esconden y pasean impunes por esos lares ensañándose, con vergonzosa impunidad, con un niño que no consigue conciliar el sueño porque su Athletic perdió. Y que despierta con la pesadilla de que esta sociedad nada aprendió. No, Nico, no es culpa tuya. Tú sí aprendiste todo.