La noche en la que todo saltó por los aires en el Bernabéu incluyó indisciplina, un documental y una amenaza: "¡Te echo!"
Este martes se cumplen cinco años del derrumbe del Real Madrid contra el Ajax que desencadenó una crisis en el vestuario y la llegada de Zidane.

Dijo una vez Woody Allen que del deporte admiraba su capacidad para escribir guiones imprevisibles y finales insólitos. El pasado sábado, lo vivido en Mestalla con la pésima gestión del final a cargo de Gil Manzano fue un ejemplo excelente, el último, de que el director siempre tiene razón. Con el fútbol en general, y particularmente cuando está en medio el Real Madrid, no se puede contar con un desenlace previsto. Su historia está colmada de remontadas que rompieron pronósticos hechos un minuto antes, pero también se encuentra salpicada de derrumbes inesperados, después de los cuales siempre arreció una tormenta.
La última gran 'noche de cristales rotos' que se recuerda en el Santiago Bernabéu sucedió hace justo un lustro, el 5 de marzo de 2019, cuando una derrota imprevisible ante el Ajax, en fondo y forma, hizo saltar por los aires a un vestuario tenso con su entrenador (Solari) y revolvió a un presidente que dejó a un lado su hieratismo para alzar la voz e intentar reconducir las aguas.
Antes de analizar la caja negra del caos, pintemos los antecedentes de aquel Real Madrid-Ajax de vuelta de octavos de final de la Champions. El equipo entrenado entonces por Solari se trajo de la ida de Ámsterdam un buen botín (1-2) y una mala idea, la de Sergio Ramos. El capitán, después del gol de Marco Asensio que ampliaba la ventaja en el Johan Cruyff Arena, provocó una tarjeta amarilla que le acarreaba sanción para la vuelta y le permitía pasar limpio a un hipotético cruce de cuartos. Así de resuelta vio la eliminatoria. El asunto trajo cola. Por la acción y por las declaraciones posteriores del sevillano.
Primero reconoció tácitamente que había forzado la amonestación ("Viendo el resultado, decidí así") aunque posteriormente reculó en sus redes sociales: "Quiero dejar claro que me duele más que a nadie, que no he forzado la tarjeta, como tampoco lo hice contra la Roma en mi anterior partido de Champions, y que apoyaré desde la grada como un hincha más con la ilusión de poder estar en cuartos". Una rectificación que no evitó que la UEFA abriera una investigación y le castigara con dos partidos de sanción.

Luego volveremos a Ramos, cuya imagen en la platea acabó marcando el encuentro en una noche que se presentó con demasiadas preocupaciones. Por un lado las deportivas, pues los madridistas llegaban después de perder dos Clásicos consecutivos, en semifinales de Copa y en Liga. No marcaron un solo gol y los resultados abrieron la cancela a la sombra de Mourinho. Por otro lado, las familiares, las que concernían al ambiente del vestuario, enrarecido por una nueva gambada del agente de Bale, Jonathan Barnett ("La afición debería besarle los pies"), y por otro roce entre Solari e Isco, que acabó en un acto de indisciplina del malagueño.
Isco, un expediente y un documental
Su relación era ya un divorcio público. El entrenador optó por no incluirle en la lista de convocados y cuando el de Arroyo de la Miel conoció la noticia tomó la decisión de no subirse al autobús del equipo. Cogió su coche y se marchó de la Ciudad Deportiva. No estuvo presente en la charla de Solari antes del encuentro, el técnico informó al club de su ausencia y el Real Madrid, amparándose en su código interno, le abrió un expediente sancionador.
A los dos días el futbolista se disculpó ante sus compañeros. Pero el capítulo alteró la concentración previa de un encuentro clave. Perdida la Copa y la Liga, era la Champions o nada. Enfrente, un Ajax prometedor: De Ligt imponiendo en defensa; Van de Beek y De Jong, fichado por el Barça, vistiendo trajes de luces en el medio; y Ziyech y Tadic tramando arriba. Desde la derrota en Europa, los neerlandeses lo habían ganado todo, con un promedio de más de cuatro goles por partido.
Con agitado prólogo y llamativa estadística nació el combate. Pronto se intuyó la crónica de sucesos. A los 18 minutos, el Ajax ganaba 2-0 (Ziyech y Neres) y a los 35' el Madrid ya contaba con dos caídos: Lucas Vázquez y el 'juvenil' Vinicius, lesionados. Y mientras, Sergio Ramos en el palco, grabando su documental de Amazon. Un esperpento. En septiembre se puso sonido a los lamentos que el capitán lanzaba en su pecera. "Hay que marcar como sea, hay que meter gol", dijo tras el 0-1. "No me jodas, esto es increíble", se alteró tras el 0-2. El golpe a Vinicius le hizo temerse lo peor: "No me jodas que se ha lesionado también...". El 0-3 de Tadic, en el 62', detuvo la grabación.

El tanto de Marco Asensio despertó una moderada esperanza, pero al Bernabéu no le dio tiempo a tocar la corneta. A los tres minutos, Schöne, en lanzamiento de falta, firmó la condena a un Madrid desastroso en ambos polos y empoderó aún más a ese Ajax que llegó hasta semifinales. El blanco fue uno de esos batacazos que dejan intrahistorias que perduran, tachan entrenadores y cierran ciclos. De todo eso hubo en la anatomía de esta caída.
Los siguientes planos a una eliminación de tal contundencia giran al vestuario. En la espesura de los minutos en la caseta después de los naufragios se pueden clavar dardos. Y más en el Real Madrid, donde cualquier derrota es un K2 de arena. Aquella noche, en las entrañas del estadio, se vivió una de las discusiones más encendidas entre Sergio Ramos y Florentino Pérez. Como es habitual, el presidente bajó del palco al finalizar el choque. Según informó Manu Sainz en el Diario As, noticia que posteriormente se confirmó, esperó a los jugadores y les reprochó su actitud "vergonzosa". La temperatura de todas las partes desencadenó un cruce de declaraciones tensísimo.
Ramos le respondió y le señaló delante plantilla, miembros del cuerpo técnico y staff médico: "La planificación ha sido una vergüenza". Florentino llegó a decirle: "Te echo". La reacción del camero fue: "Perfecto. Tú me pagas y yo me voy. Lo he dado todo y me he partido la cara por este escudo, por este club y hasta por ti". Un rifirrafe que no acabó en ese momento con la relación entre ambos, un 'matrimonio' singular. El capitán continuó siéndolo hasta 2021, cuando salió por una puerta pequeña una vez que la oferta de renovación de Florentino Pérez caducara...

Quien acabó aquel 5 de marzo sentenciado fue el entrenador, Solari. "Lo siento, presi", se disculpó tras la derrota. "Más lo siento yo", fue lo que encontró de regreso. Una frase que, en ese tipo de situaciones, lleva implícito un cambio de rumbo. Sobre todo si el mandamás empieza a escuchar gritos contra él. Las jornadas posteriores fueron frenéticas en cuanto a debates y reuniones internas hasta que el 11 de marzo el Real Madrid comunicó la rescisión de contrato del argentino y el retorno de Zidane.
El francés volvía nueve meses y ocho días después envuelto en un manto divino cosido por el balance de su primera etapa en el banquillo: tres Champions, una Liga (doblete Liga-Champions en 2017), dos Mundiales de Clubes, dos Supercopas de Europa y una Supercopa de España. Florentino se echaba de nuevo en brazos de Zizou, que volvió a apaciguar el ambiente y pegar los pedazos rotos de la última gran noche volcánica que se vivió en los pasillos del Bernabéu. El miércoles vuelve la Champions al estadio blanco, ante el Leipzig y con un 1-0 de margen. No hay mejor aprendizaje que los errores.