LALIGA EA SPORTS

Viaje a los orígenes del 'Bordalismo': "Me hizo vivir una de las mejores épocas de mi vida, pero me tenía amargado"

Amigos y jugadores descubren el lado más íntimo del entrenador del Getafe, en el foco tras la polémica en San Mamés.

José Bordalás, antes del último partido entre el Real Madrid y el Getafe; y en su etapa como entrenador del Almería. /GETTY/RELEVO
José Bordalás, antes del último partido entre el Real Madrid y el Getafe; y en su etapa como entrenador del Almería. GETTY/RELEVO
Manuel Amor
Jonás Pérez

Manuel Amor y Jonás Pérez

A cambio de volver a convertir al Getafe en un equipo competitivo, capaz de hacer del Coliseum un fortín (siete puntos de nueve) y rascar un empate en San Mamés (2-2) ante un Athletic lanzado, José Bordalás vuelve a pagar el precio de las críticas. Esta temporada las iniciaron Xavi ("normal que la gente no quiera ver fútbol") y De Jong ("es una vergüenza"), las continuó Arrasate ("no hay balones ni recogepelotas") y las encendieron Iñaki Williams ("todos le tenemos calado") y Unai Simón ("me parece una vergüenza que un entrenador tenga que hacer esto") después de la bronca en Bilbao del pasado miércoles. Bordalás, en un partido tenso, acabó expulsado mientras denunciaba insultos graves del propio Williams ("que comente lo que me ha dicho") y entre abucheos del público.

La suya ha sido siempre una figura controvertida desde que aterrizó en la élite allá por 2009, con picos en la época del Getafe de los 'Bad Boys' (el que más faltas hacía y el que se paseó como nunca por Europa) y que le llevó a enfrentarse, entre otros, a Setién, Ten Hag, Lopetegui, Koeman o Marcelino. El clima de tensión se rebajó en su período sabático entre su salida del Valencia, en junio del 2022, y su regreso al Coliseum, en abril del 2023, pero ha vuelto por todo lo alto... y promete mantener el nivel. Bordalás, a sus casi 60 años, no parece dispuesto a cambiar de método.

"Yo ya lo recuerdo así: era un hombre de carácter, de grito y con una fuerza innata para transmitir a sus jugadores", cuenta a Relevo Enrique Pastor, el presidente que le dio su primera oportunidad como entrenador profesional. Fue en el Alicante CF, en la temporada 93-94, y casi de casualidad. "El año anterior le pusimos al frente del filial y logró el ascenso a Preferente. El primer equipo estaba en Tercera. Lo dirigía Félix Palomares (ex del Barça), pero me dijo que quería cobrar más dinero y se fue. El sustituto ya estaba en casa: Bordalás". Por aquel momento tenía sólo 30 años y una vocación clara: "Él había sido un buen futbolista, pero tuvo una lesión muy seria. Le cité una noche en un pub de copas y le propuse ser el entrenador del Tercera. Me decía: '¡No me digas!, ¡no me digas!, ¿de verdad?'. Se emocionó". De ahí al éxito hay un paso. Su definición, certera: "Es un profeta".

Bordalás, en un partido con el Alicante CF.
Bordalás, en un partido con el Alicante CF.

Su esencia ha variado poco desde entonces: "Era una araña: tejía el partido y hacía caer al contrario". En aquel momento, la Tercera era una categoría similar a la actual Primera Federación y Bordalás rozó el sobresaliente en sus dos campañas al frente del Alicante. Destacaba por su juventud, su "genio" y su "carácter". El Benidorm de Segunda B, en la 95/96, fue el siguiente que se fijó en él... ¡y allí entrenó a Pepe Mel, que es sólo un año mayor que él! "Por eso lo admiro tanto: porque sé que es un técnico que se ha creado a sí mismo. Le han curtido todos los campos de Tercera y Regional que ha tenido que pisar", rememora Mel, que desvela una anécdota curiosa: "En ese momento, Bordalás compatibilizaba el Benidorm con su trabajo de agente de seguros. Iba al 'curro' por la mañana y teníamos que adaptarnos a su horario para entrenar".

Mel, ahora sin equipo, sitúa el origen de la propuesta del técnico del Getafe en aquellos inicios en el lodo: "Era otro deporte. Ni había un balón único para todos, ni los campos cumplían los mínimos que te exige una competición. Cada uno, en su estadio, hacía lo que le daba la gana. Si miras cualquier equipo de un pueblo de la Comunidad Valenciana, seguramente él haya estado allí: en Elda, en Alcoy, en Benidorm, en Villajoyosa… Ha aprendido ese fútbol y es el que le ha marcado". Efectivamente, Bordalás pasó por todos los conjuntos mencionados y por el Novelda, el Hércules... El Elche, en 2009, le ofreció la posibilidad de dirigir por primera vez en Segunda. Duró tres temporadas, fichó por el Alcorcón y en 2015 se marchó al Alavés, donde su carrera empezó a despegar hacia la élite más absoluta. Allí también vivió uno de los episodios más inverosímiles de su trayectoria.

"Se crio en otro fútbol: ni había un balón único para todos, ni los campos cumplían los mínimos. Eso le marcó".

Pepe Mel Entrenador y exjugador de José Bordalás

"Ascendimos a Primera como campeones... ¡y lo echaron! A él lo había fichado el director deportivo, y en enero ya se sabía que este igual no seguía. Aun así, fue una sorpresa", detalla el futbolista Dani Abalo. Él llegó a Vitoria en enero del 2016 después de jugar y marcar en Champions y con cientos de partidos en la categoría, pero ni así lo tuvo fácil para hacerse un hueco. "Nada más poner un pie en el campo dije: 'Mierda, ¿qué hago aquí?'. Estábamos en el calentamiento, me llamó para hablar con él y me dijo que iba a tener difícil jugar porque no había sido un jugador que él hubiese pedido, que para él es muy importante firmar jugadores que quiere, que él tiene sus jugadores en los que confía mucho… Pero por suerte, poco a poco, le fui dando la vuelta y tuve bastante protagonismo".

El ejemplo de Abalo sirve para ilustrar una realidad de vestuario: Bordalás, allá donde ha ido, siempre ha conseguido crear una guardia pretoriana de futbolistas que van con él "a muerte". Juan Cala, al que dirigió en Getafe, lo respalda: "Hace que todos vayan a una, y eso le convierte en un técnico tan especial. Saca lo mejor de ti". Después de aquel extraño despido del Alavés en 2016, Bordalás quedó en el mercado. El Getafe le llamó en septiembre, pero dudó mucho sobre si aceptar o no aquel ofrecimiento de Ángel Torres: los madrileños iban penúltimos en Segunda y parecían haber perdido el rumbo. Mel le empujó a aceptar.

Bordalás, con Ángel Torres.
Bordalás, con Ángel Torres.

"Me llamó y me comentó que tenía una oferta del Getafe, pero que en ese momento estaba en puestos de descenso. Le ayudé, le di mi opinión... y a partir de ahí le ha ido todo muy bien. No me pareció justo su cese en Vitoria después de conseguir un ascenso. Aquello fue un palo tremendo. Yo ya había entrenado al Getafe, había estado con Ángel Torres… y sé que es un club magnífico para sentirse a gusto y realizarte", cuenta. Bordalás colgó el teléfono, dio luz verde al acuerdo y el resto, un ascenso a Primera, un quinto puesto en LaLiga y unos cuartos de final de la Europa League mediante, es historia.

«No para de meterte el dedo en el culo»

Si algo destacan sus futbolistas es el carácter motivador (y "agotador") del entrenador alicantino. Cala lo resume a la perfección: "Era como: 'Joder, el hijo de puta este me tiene amargado como un padre, pero me está haciendo vivir una de las mejores épocas de mi vida deportiva'. No me dejaba pasar ni una, pero sentía que no le podía defraudar". Su relación con Bordalás fue más allá de lo futbolístico: "Cuando vino a Getafe yo estaba hundido, emocional y deportivamente, y fue capaz de convencernos a todos de que podíamos conseguir el objetivo. Estábamos 21º en la Jornada 8 y en diciembre ya nos colocamos terceros. Fue increíble".

El central, ya retirado, guarda en la memoria una conversación: "A mí me había entrenado Juan Ignacio Martínez, su primo hermano. Me cogió y me dijo: 'Oye, te conozco de la época de JIM, te he visto jugar y estás a un 5% de tu nivel. Empiezan a decirme que ya estás acabado, pero te voy a dar la oportunidad y espero que me demuestres que no'. Me puso en alerta y sacó mi mejor rendimiento. A partir de ahí, fuimos creciendo y se generó una confianza máxima entre nosotros". La pareja Cala - Cata Díaz fue inamovible y una de las más sólidas de la categoría. Por aquel entonces ya empezaba a criticarse el estilo de su Getafe.

"Que el Barça y otros se quejen de pérdidas de tiempo y del campo… En España somos especialitos: nos ponen un sambenito y ya no nos lo quitan. Bordalás habrá colaborado un poco, pero ya es recurrente meterse con él. Sé cómo es y cuál es su estilo: quiere equipos aguerridos, que vayan de verdad y que compitan. Dentro de sus limitaciones, hace todo lo que puede para ganar el partido. Es un competidor y un ganador nato", elogia Cala, que cree que tildar al ex del Valencia de "reservón" es un error: "Él quiere jugar siempre hacia adelante, en campo rival. Eso no casa con lo defensivo. No cree en el gilitoque, sino en que el balón tiene que estar en el equipo rival, presionar arriba, jugar adelantado… Y hacer correr a los 11 del campo. ¡Eso, como central, es una maravilla! Que el delantero corra a muerte hace que el balón llegue menos limpio a mi zona".

El zaguero expone otra situación para explicar cómo Bordalás es un experto en tocarle la fibra a los suyos... día tras día. "No para de meterte el dedo en el culo. El lunes empezaba a hablarme del delantero al que nos íbamos a enfrentar el fin de semana: 'Este delantero hace esto, es muy bueno, te va a ganar, ya te digo yo que te va a ganar…'. Y así el martes, y el miércoles, y el jueves… No deja de herir el orgullo del futbolista. Cuando sales el domingo al partido, ves al delantero y le tienes hasta manía".