GIRONA FC - FC BARCELONA

El día que el padre de Xavi inauguró Montilivi con el Girona contra el Barça: "Ahora con el grupo City está en otra dimensión"

El estadio se estrenó en el año 1970 con un derbi catalán que ganaron los azulgranas por 1-3.

Retrato del Girona en el día de la inauguración de Montilivi. Quim Hernández es el antepenúltimo de la fila de arriba. /Ajuntament de Girona. CRDI (Salvador Crescenti Miró)
Retrato del Girona en el día de la inauguración de Montilivi. Quim Hernández es el antepenúltimo de la fila de arriba. Ajuntament de Girona. CRDI (Salvador Crescenti Miró)
Marc Mosull
Lu Martin

Marc Mosull y Lu Martin

El 14 de agosto de 1970, el Girona FC inauguró el estadio de Montilivi. El primer rival fue el FC Barcelona en un amistoso, a priori, muy desigual. Por aquel entonces, los rojiblancos eran equipo de Tercera División, pero a pesar de ello plantaron cara al conjunto azulgrana, que ganó por 3 a 1. Desde entonces, las cosas han cambiado mucho para el club gironí: se ha establecido en la élite y, en la mejor temporada de su historia, ya se ha asegurado plaza europea. Este fin de semana, los gerundenses se enfrentarán contra el Barça en su feudo con la posibilidad de asegurarse el sueño de la Champions y asaltar el segundo puesto de la clasificación, superando precisamente al Barça de Xavi Hernández.

La historia tiene estos guiños. Joaquim Hernández López -conocido como Quim-, fue jugador del Girona durante la temporada 1970-71 y uno de los 22 futbolistas que inauguraron Montilivi. El sábado, su hijo se sentará el sábado en el banquillo del Barcelona, luchando por conseguir que el Barça sea subcampeón.

"Jugaba de interior, era muy técnico. Controlaba toda la zona del centro del campo. Posteriormente, su hijo heredó esa forma de jugar y de ver el fútbol", reconoce Pere Pla, excompañero de Quim Hernández en el conjunto gironí. El progenitor de Xavi y de su hermano Óscar Hernández, su segundo, fichó por el club gerundense en 1970 procedente del filial del FC Barcelona tras ser descartado para el primer equipo por Vic Buckingham, pero solo vistió de rojiblanco un año. En declaraciones a Relevo, Quim recuerda con cariño y nostalgia aquella época de juventud: "Éramos un equipo muy profesional en una Tercera División que era muy dura. El Girona ya era un club potente en mi época, pero ahora ha entrado en otra dimensión con el grupo City".

Martín Vences, un carcelero en el banquillo

El centrocampista nunca se entendió con Martín Vences, el entrenador. Se ganaba la vida como funcionario de prisiones, nada extraño que fuera un tipo exigente y estricto, un auténtico sargento. Hay quien dice que los entrenamientos eran tan duros que los jugadores llegaban exhaustos a los últimos minutos de los partidos y que de no haber estado Vences en el banquillo, el Girona habría ascendido de forma directa a Segunda en 1971. Incluso les exigía justificaciones a sus futbolistas cuando salían de la comarca para visitar a sus familiares. "Era ridículo que tuviera que pedir permiso para ir a ver a mis padres", recuerda uno de sus pupilos.

Martín Vences, en su presentación como entrenador del Girona.  Ajuntament de Girona. CRDI (Foto Cine Sans)
Martín Vences, en su presentación como entrenador del Girona. Ajuntament de Girona. CRDI (Foto Cine Sans)

El caso es que Quim Hernández solo disputó una veintena de partidos a lo largo de una sola temporada, la cual concluyó con la desilusión de caer en el playoff ante el Villarreal. A pesar de ello, recuerda su paso por el Girona "con mucho cariño" y guarda muchos amigos allí: "Tenemos un chat, nos llamamos y quedamos a menudo. Forjamos una gran amistad".

Tras su marcha del club gironí, Quim Hernández jugó en Europa, Calella, Manresa, Hospitalet, Reus e Igualada. Como su hijo, fue primero futbolista y, después, entrenador: dirigió a Terrassa, Sants, San Cristóbal, Igualada, Rubí, Tremp, Sant Quirze y Tàrrega, convirtiéndose en un verdadero trotamundos del fútbol territorial catalán. Pero, volvamos al estadio.

Montilivi, justo antes de su inauguración.  Ajuntament de Girona. CRDI (Narcís Sans Prats)
Montilivi, justo antes de su inauguración. Ajuntament de Girona. CRDI (Narcís Sans Prats)

De Vista Alegre a Montilivi

Después de casi 40 años en el campo Vista Alegre, hogar y corazón del club desde su fundación en 1930, "el Girona se vio forzado a cambiar de sede porque el señor Almeda, propietario de los terrenos donde se asentaba el estadio, no quiso prorrogar el contrato de alquiler al club", desvela Albert Mateos Poch, socio de la entidad desde hace casi 50 años, además de exconsejero y exencargado del área social.

Entonces, el presidente Narcís Codina, junto a sus compañeros de junta Benjamí Colomer, Joan Vidal, Josep Garrido y Joaquim Ribas, a los que se les añadiría más tarde Josep Ribera y Jaume Grabuleda, compraron una parcela en las afueras de la ciudad, en el barrio de Montilivi, para edificar una nueva casa para los gerundenses. Los siete magníficos -así se les conoce- pagaron de su bolsillo las 6.495.542 pesetas -unos 39.000 euros- que costó el solar y el arquitecto Josep Ros proyectó un estadio con capacidad para unos 17.000 espectadores, la joya de la corona de la entidad. El presupuesto de la obra fue de 30 millones de las antiguas pesetas, a día de hoy, unos 180.000 euros.

«Un estadio de Primera» para un equipo de Tercera

"El Girona quería convertirse en el equipo hegemónico de la provincia. Además, como en esa época tenía mucha afición, se construyó el estadio más grande de las comarcas gironines con la esperanza de subir a Segunda División, como mínimo", relata Mateos Poch, que, con cuatro años, estuvo presente en la inauguración de Montilivi aunque él no se acuerde. La prensa de la época fue un paso más allá. "Sí, es un estadio de Primera División. Así que ya sabe el Gerona lo que tiene que hacer en las temporadas inmediatas", aparecía en la portada del periódico local Los Sitios en la edición del 14 de agosto de 1970.

El conjunto gerundense se quedó a las puertas del ascenso a Segunda en 1971, 1973 -en ambos casos perdió en el playoff- y en 1977, cuando terminó segundo en liga -solo subía a división de plata el campeón- y se tuvo que conformar con un ascenso a la recién creada Segunda B. A principios de los 80, el club cayó hasta Regional Preferente y, ahogado por las deudas, se vio obligado a municipalizar el estadio, pero esa ya es otra historia.

«El acontecimiento deportivo del siglo»

La inauguración del entonces denominado Nuevo Estadio del Gerona CF -en época franquista, los nombres de los clubes catalanes fueron españolizados- se vivió en la ciudad como "el acontecimiento deportivo del siglo". Así tituló aquel momento histórico en portada el periódico local Los Sitios. En la ceremonia previa hubo "suelta de globos" de color rojo y blanco, el campo fue bendecido por el arzobispo de la Diócesis de Girona, Narcís Jubany, y el alcalde Josep Borrell efectuó el saque de honor antes del pitido inicial.

La entrada general para el partido costaba 150 pesetas. Con ella, regalaron un banderín conmemorativo patrocinado por una empresa de seguros que ahora es pieza de coleccionismo. "Fue algo apoteósico. Las crónicas hablan de 19.000 espectadores, pero quizás eran más", revela Pere Pla, que fue unos de los once elegidos para representar al Girona en el estreno de su nueva casa.

Once del FC Barcelona en el día del estreno de Montilivi.  Ajuntament de Girona. CRDI (Salvador Crescenti Miró)
Once del FC Barcelona en el día del estreno de Montilivi. Ajuntament de Girona. CRDI (Salvador Crescenti Miró)

"En el ambiente se respiraba la tremenda ilusión de la gente de la ciudad que por fin tenía un estadio propio. Desde el banquillo, se veía un campo precioso y ple com un ou", detalla Lluís Busquets, que jugaba de media punta en el filial del FC Barcelona y fue convocado con el primer equipo para la ocasión. "Jugué diez minutos ese día en Montilivi. Lo curioso del caso es que la temporada siguiente dejé el Barça y fiché por el Girona y allí me quedé hasta 1977", subraya con una sonrisa el de Figueres.

«Fue una gran fiesta para la ciudad»

"Recuerdo perfectamente aquel partido. Fue una jornada preciosa e histórica en la cual nos enfrentamos a un gran equipo como el Barça. Fue una gran fiesta para Girona", evoca con añoranza Quim Hernández. "La inauguración de un estadio de esas dimensiones fue un acontecimiento no solo para la ciudad, también para toda la provincia. Además, al día siguiente y al otro de nuestro partido, se disputó el primer Trofeu Costa Brava con cuatro equipos de campanillas: Borussia de Neunkirchen, Espanyol, Valencia y San Lorenzo de Almagro", expone Pere Pla. Desde aquel día parece que la Costa Brava se ha olvidado de invertir en el Girona, salvo para pedir entradas en el palco cuando juega el Barça... si no llueve.

En lo deportivo, en aquel histórico día, venció el FC Barcelona 1-3 con goles de Bustillo (2), primer anotador de la historia del estadio gironí, y Fusté, (RIP). Por parte del conjunto local, marcó Vivolas. En las filas azulgranas, también jugaron figuras de la época como Zabalza, Reixach, Marcial o el portero Reina. "Enfrentarte contra la plantilla del Barça impresionaba. Imagínate, Fusté era un ídolo para nosotros, y me acuerdo de que durante el partido nos daba consejos", rememora con satisfacción el de Banyoles, para el que el estreno del estadio fue "una jornada imborrable y un recuerdo para todo la vida".

Pere Pla no se perderá el decisivo partido del próximo sábado que rememora uno de los días más bonitos de su vida y de la historia del Girona. Tampoco Quim Hernández, que inauguró un Montilivi que pronto será reformado y en el que su hijo Xavi se jugará la segunda plaza de LaLiga.