REAL ZARAGOZA

El paso exprés y tortuoso de Andreas Brehme por Zaragoza: "Míster, yo ahí no juego"

El goleador de la final del Mundial de 1990 aterrizó en La Romareda en el verano de 1992 y apenas aguantó hasta abril del año siguiente.

Andreas Brehme, en un partido con el Zaragoza. /Real Zaragoza
Andreas Brehme, en un partido con el Zaragoza. Real Zaragoza
Pablo Díaz

Pablo Díaz

Cafú, Rijkaard, Chilavert o Andreas Brehme, entre otros. Tres de ellos campeones del mundo y el otro, el meta paraguayo, una estrella mediática mundial. El Real Zaragoza, sobreviviendo los últimos diez años en la Segunda División, vivió temporadas de gloria en los que era un club muy atractivo para estrellas emergentes —Jorge Valdano fue otro, aunque en una época anterior—  o, en el caso de Brehme, futbolistas veteranos que, estando en los últimos años de sus carreras, todavía albergaban capacidad suficiente para dar un rendimiento alto.

La añoranza de esos años y la noticia del fallecimiento del lateral izquierdo, que curiosamente marcó con la derecha su gol más afamado, el penalti que dio a Alemania el Mundial de Italia 1990 ante Argentina, nos retrotrae a esa época, en concreto al verano de 1992.

Tras una carrera con cinco años en el Kaiserlautern, dos en el Bayern Munich y cuatro en el Inter, recaló en La Romareda uno de los que todavía eran considerados mejores laterales zurdo del mundo, ante la sorpresa de aficionados, medios de comunicación y el mundo del fútbol en general. El club, acostumbrado a puestos del segundo escalón de la Liga, terminó sexto la temporada anterior, recibía a sus 31 años a una estrella mundial.

Antes de la explicación deportiva y económica, en la decisión de Brehme se intuía una motivación personal: la mujer de Brehme era natural de Utebo, localidad a escasos kilómetros de Zaragoza. Pero él pronto la restó importancia. "Mi mujer no ha influido. Estaba bien en Italia, pero antes de ir a Alemania prefería España". No influyó, pero sí.

La rueda de prensa de su presentación comenzó como se esperaba en la primera pregunta del periodista de turno, pero no en la respuesta del campeón del mundo. Todos se preguntaban por qué el Zaragoza. "Si he fichado por este equipo es porque no he podido hacerlo por el Barça, ya que Johan Cruyff no ha podido desprenderse de Richard Witschge, ni por el Atletico de Madrid, con el que tuve contactos a través de Bernd Schuster. No fui al Sevilla porque su potencia es inferior al Zaragoza, aunque me ofrecían más dinero", explicó, sincero, dejando caer que el club aragonés no era, ni mucho menos, su primera opción. "Si pasar del Inter al Zaragoza fuese un paso atrás, no hubiese venido", intentó suavizar.

Pero lo que mal empieza... En el contrato con el Zaragoza, Brehme firmó una cláusula que le permitía regresar a Alemania para visitar a sus médicos de confianza cuando su situación física lo requiriese. Con esa excusa, abandonó Zaragoza en varias fechas señaladas, generando malestar en el club y en Víctor Fernández, su entrenador, el mismo que alzaría en las dos temporadas siguientes la Copa del Rey, primero, y la Recopa, después.

La ruptura de Andreas Brehme con el Zaragoza se desencadenó en una charla técnica de un encuentro liguero. Víctor Fernández, debido a la baja de Darío Franco, había situado en partidos anteriores a Brehme en el medio del campo, al estilo que Pep Guardiola, años después, aplicaría con laterales alemanes como Philipp Lahm o Joshua Kimmich. Su alta capacidad técnica le permitía ayudar en la distribución del juego. Sin embargo, llegado un momento, en la charla técnica de ese partido, el técnico anunció que ese día el alemán volvería al lateral. "Míster, yo ahí no juego", respondió. La relación se acabó rompiendo y el club y el futbolista rescindieron el contrato en abril de 1993, aún sin terminar la temporada, después de 24 partidos disputados con la camiseta del Zaragoza.

Días después de abandonar el club, en Alemania, lo explicó: "Jugando en el medio lo hice a un nivel de los mejores del mundo, pero el entrenador me ordenó volver a la izquierda y todos mis compañeros se llevaron las manos a la cabeza. No se lo podían creer", añadiendo que los directivos maños le habían suplicado de rodillas que no se marchase.

Esas declaraciones no cayeron bien en un vestuario al que Brehme no había hecho mucho por acoplarse. "Eso es mentira, nadie se ha llevado las manos a la cabeza", le respondió después Miguel Pardeza, uno de los hombres fuertes de su equipo. Otro, el capitán, Xavi Aguado, fue más explícito: "¡Pero qué está diciendo este tío!" Brehme regresó al Kaiserlautern, donde terminó sus días de futbolista.