El Príncipe de las Bateas vuelve a reinar en Balaídos

Duelo entre aspirantes a asomarse a las plazas europeas en Balaídos. Los empates ante Atlético y Real Madrid de la pasada jornada, reforzaron a gallegos y navarros para un duelo en el que Osasuna tuvo que reestructurar su dibujo por las bajas. Vicente Moreno metió tres centrales y le dio un giro a los laterales en una defensa de cinco. Giráldez recuperaba a Mingueza para un once reconocible, en el que repitió Fer López.

Los primeros minutos fueron de dominio rojillo, que pronto avisó con disparos peligrosos de Ante Budimir y de un Bryan Zaragoza explosivo. El ariete croata reclamó un penalti por mano de Hugo Sotelo que Sánchez Martínez no le compró, mientras el Celta esperaba su momento para sacar la cabeza y elaborar cerca del área de Sergio Herrera.

Ilaix Moriba tuvo la primera clara de los gallegos, con un disparo mordido que no vio portería. El primer tiempo navegaba en un entorno relativamente tranquilo, en el que ambos priorizaban no cometer errores y solo la alegría de Bryan Zaragoza y Fer López daban un toque diferente en zona ofensiva. Los locales tiraron de la magia de la última perla celeste para ganar terreno y del juego de espaldas de un Borja Iglesias, al que le costó vivir cerca del área en el primer acto.

Con un disparo peligroso de Mingueza llegó la más clara del primer tiempo. El remate con el interior del carrilero del Celta lo detuvo con seguridad Sergio Herrera, pero dejaba claro el cambio de tendencia en el juego, con el cuadro de Claudio Giráldez siendo cada vez más protagonista. Los celestes se marcharon al vestuario más acomodados sobre Balaídos.

La segunda parte solo tuvo un color y Claudio Giráldez fue manejando los tiempos para desatar la tormenta celeste en el momento oportuno. Sergio Herrera mantuvo a Osasuna con vida, con varias intervenciones de un nivel superlativo. Sergio Carreira avisó con un remate durísimo y dos minutos más tarde fue Williot el que se cruzó con el guante del meta rojillo, que estuvo realmente inspirado.

La grada de Balaídos lanzó algún objeto sobre el área de Sergio Herrera, que avisó a Sánchez Martínez para activar el protocolo correspondiente. El altercado no frenó el momento del portero de Miranda de Ebro, que todavía tuvo tiempo de sacar un pie milagroso en un mano a mano de Williot. La acción estaba invalidada, pero el muro rojillo parecía inexpugnable. Hasta que apareció la mística desde el banquillo, que envolvió la noche de hoy.

Llegó la hora de invocar a Iago Aspas y Claudio Giráldez no lo dudó. El Príncipe de las Bateas sustituyó a un Fer López, que está llamado a ser su sucesor, pero el de Moaña tiene cuerda y aura para rato. Su entrada al césped levantó a una grada que ya creía, pero que en ese momento terminó de convencerse de la victoria. La magia tardó tres minutos en hacer su efecto.

Lucas Torró cometió una imprudencia derribando a Borja Iglesias en el área, tras una de las primeras acciones de ataque de Aspas y Sánchez Martínez no dudó en castigar la acción del '6' de Osasuna con penalti. Ese balón tenía nombres, apellidos y un magnetismo único para que todo el celtismo empujara a la red la pena máxima. Lo mandó a la red, como ya avisara hace seis días a Giuliano en el Metropolitano, para elevar al Celta a soñar con Europa.

Vicente Moreno reaccionó. Retiró a Catena para meter a Rubén García y deshacer la defensa de cinco. Osasuna tenía veinte minutos por delante para rascar un punto, que no iba a llegar a pesar de la insistencia desde los costados y de la entrada de Raúl García de Haro y Kike Barja. Balaídos se aferró a la magia y despidió la Grada de Gol como merecía, con una victoria dibujada por un Iago Aspas inmortal.