Los protagonistas del único descenso del Valencia temen que la historia se repita: "Nuestra plantilla era mejor… lo van a tener muy complicado"
Javier Subirats, Wilmar Cabrera, Paco Muñoz y José Ramón Bermell recuerdan el peor año de la historia del Valencia y analizan los porqués de la situación que atraviesa la actual plantilla che en LaLiga.
![Di Stéfano fue el entrenador que dirigió al Valencia en los últimos meses de la temporada 1985/1986. /Valencia CF](http://s3.sportstatics.com/relevo/www/multimedia/202501/31/media/cortadas/distefano-RL34RtfmAPdRYZJmC82yg9I-1200x648@Relevo.jpg)
En la Avenida de Suecia reina una calma tensa que puede terminar dando paso a una traca monumental en forma de descenso. El drama que supondría acabar en LaLiga Hypermotion está más presente que nunca para una afición che que lleva meses sufriendo lo indecible, tanto que todavía no ha podido ver a su equipo fuera de las últimas posiciones de la clasificación esta temporada. La situación desde luego no invita al optimismo y recuerda a la vivida en 1986, cuando el Valencia descendió por primera y única vez al infierno de la Segunda División.
Tan solo hace falta tirar de hemeroteca para comprobar que el conjunto blanquinegro tiene muchos antecedentes en su contra para escapar de ese macabro destino. Y es que tras firmar su peor primera vuelta de siempre con tan solo 13 puntos de 57 posibles, la historia lo coloca en una realidad que no invita a creer ni a los más optimistas: solo dos equipos de 21 con esa o menor puntuación lograron salvarse desde que las victorias otorgan tres puntos en LaLiga. Ahora cuenta con 16 tras dos partidos disputados de la segunda 'rueda', por lo que el cuento no ha cambiado demasiado.
El único halo de esperanza que han vivido los valencianistas ha llegado en forma de triunfos aislados, como el 4-2 ante el Real Betis tras la DANA o el 1-0 ante la Real Sociedad ya con Carlos Corberán a los mandos. Sin embargo, la humillante derrota cosechada ante el Barça el pasado domingo (7-1), la peor de los últimos 70 años, ha arrancado de cuajo los tímidos brotes verdes que había mostrado el equipo desde la llegada del técnico de Cheste y ha vuelto a sembrar un mar de dudas sobre la capacidad de la plantilla para poder revertir la situación.
El crudo presente es difícilmente asumible en Mestalla y el hastío, la dejadez y la desesperación que siente la afición es comprensible tras vivir un curso pasado en el que su equipo acabó en la novena plaza, una posición que, vista ahora, reafirma que rindió muy por encima de sus posibilidades. No lo vieron así desde el propio club, que, con Rubén Baraja haciendo de portavoz, confirmó que el objetivo para esta temporada era "mejorar lo hecho en la anterior", una misión que ahora no es más que una auténtica utopía. Y es que al Valencia le va a tocar apretar los dientes y dejar sudor, sangre y lágrimas sobre el césped los próximos meses para evitar el absoluto drama que supondría descender a Segunda División 38 años después.
En la ciudad todavía perduran los recuerdos de aquella etapa, marcada por las extremas dificultades económicas que arrastraba el club debido a la profunda remodelación que sufrió el estadio de Mestalla para ser sede del Mundial de España 1986. Un escenario que en cierta manera recuerda al de ahora, con el equipo dando tumbos en Primera División y la entidad envuelta en préstamos millonarios para tener liquidez y poder reanudar las obras del Nou Mestalla, que hasta hace poco menos de tres semanas llevaba paralizado más de 15 años.
Para remontarse a aquel año oscuro que le tocó vivir a la afición valencianista, Relevo se ha puesto en contacto con hasta cuatro miembros de la plantilla protagonista del hasta ahora único descenso del club en sus casi 106 años de historia: Javier Subirats, mítico centrocampista che, Wilmar Cabrera, máximo goleador del equipo con 14 tantos, Paco Muñoz Pérez, lateral izquierdo malagueño, y José Ramón Bermell, guardameta que tres años antes había evitado el descenso en la última jornada con una actuación estelar en la victoria por 1-0 ante un Real Madrid que solo tenía que empatar para llevarse el título y terminó viendo como el Athletic Club se coronaba como campeón.
Los cuatro recuerdan esa temporada 1985/1986 con cierta incredulidad y afirman que aquel equipo contaba con futbolistas de suficiente entidad como para haber luchado por objetivos ambiciosos. Eso fue precisamente lo que les traicionó, como relata el propio Paco Muñoz: "Teníamos un gran equipo, con jugadores como Quique Sánchez Flores, Fernando Gómez, Ricardo Arias, Miguel Tendillo… pero luego perdíamos contra todo el mundo y los rivales dejaron de respetarnos. Ninguno de los que estábamos en aquella plantilla pensábamos que acabaríamos bajando, yo el primero, pero nos fuimos a Segunda División casi sin darnos cuenta".
Entre los motivos que llevaron al Valencia a las arenas movedizas del descenso, destacaron principalmente las mencionadas dificultades económicas que no supo afrontar el presidente por aquel entonces, Vicente Tormo, según relata Wilmar Cabrera: "Lo que más nos jodió fue la falta de recursos del club. A Tormo le pasó el agua por arriba. Nos hubiese ayudado mucho cobrar dos o tres sueldos seguidos. Ese entorno económico nos afectó bastante; el equipo no demostraba la angustia de estar peleando por algo. Muchas veces los partidos se nos caían en detalles por fallar un pase, por defender mal o no terminar las jugadas…"
El exdelantero uruguayo también relata que el cambio de cromos en el banquillo de Mestalla afectó al equipo, que el curso anterior con Roberto Gil a los mandos se había quedado a un punto de disputar la Copa de la UEFA. Aquella fatídica temporada, Óscar Rubén Valdez empezó dirigiendo a la plantilla hasta su cese en enero por los malos resultados, momento en el que el mismísimo Alfredo Di Stéfano regresó al equipo con el que había sido campeón de liga en 1971: "La salida de Roberto Gil nos afectó. Era un entrenador que nos decía las cosas claras. Valdez quería mucho al equipo pero fue destituido y llegó Di Stéfano, al que a veces ni entendíamos".
Esa misma percepción se ve reflejada en las vivencias que recuerda Paco Muñoz de aquel infausto año: "Valdez no era entrenador para un equipo de Primera División, venía del Valencia Mestalla. Hicimos la pretemporada en Tenerife y nos puso a correr como locos subiendo y bajando el Teide; no tocamos prácticamente el balón. Cuando se marchaba después de dar las charlas técnicas, había jugadores como Subirats que reunían al equipo y decían que íbamos a jugar de una forma distinta a la que él había dicho. Di Stéfano tampoco estuvo a la altura, en mi opinión estaba anticuado. Recuerdo que en la charla previa a los partidos, ordenaba a Españeta que le trajese un whisky y daba la arenga mientras se lo bebía. Pensaba que íbamos a ganar los partidos sin bajarnos del autobús. Recuerdo en más de una ocasión que nos enfrentamos a equipos en teoría más débiles que nosotros y nos decía: 'Bueno, de estos ni hablamos, ¿no? Les metemos tres o cuatro y nos vamos para Valencia'. Luego salíamos al campo y nos costaba un mundo".
Para José Ramón Bermell, aquel descenso también tuvo que ver con la acumulación de otros factores como los equipos a los que tuvieron que enfrentarse en las jornadas clave, los malos resultados ante rivales directos o los problemas físicos con los que tuvo que lidiar la plantilla: "Se juntó todo. Nos afectó no cobrar. No es lo mismo pasar una semana previa a un partido entrenando con confianza que estar pendiente de si íbamos a recibir o no nuestro sueldo, de las continuas reuniones entre los capitanes y la directiva… También tuvimos lesiones, el calendario nos jugó una mala pasada en la segunda vuelta, en la que nos enfrentamos a los equipos de arriba en jornadas donde los de abajo puntuaron, y luego no fuimos capaces de sacar puntos contra nuestros rivales directos. Tampoco teníamos una concienciación importante sobre la posibilidad de bajar. Creíamos que iba a ser muy complicado descender simplemente por ser el Valencia".
El 13 de abril de 1986, en la penúltima jornada del campeonato, Betis y Cádiz condenaron al Valencia a un descenso amargo a la vez que inesperado tras un partido envuelto en cierta polémica. Al Cádiz le valía con un empate para salvar la categoría tras la derrota del Valencia el día anterior en el Camp Nou (3-0) y no tuvo dificultades para conseguirlo. Y es que el duelo entre los dos conjuntos andaluces acabó sin goles y con una suculenta prima doble de 90.000 pesetas para los jugadores del Betis otorgada por la directiva verdiblanca, comandada por el gaditano Gerardo Martínez Retamero en aquel momento.
La caída del club a la Segunda División generó un shock en la propia entidad y en los aficionados del fútbol español, que vieron por primera vez cómo un equipo grande que tenía en sus vitrinas una Supercopa de Europa, una Recopa, dos Copas de Ferias, cuatro títulos de Liga y otros cuatro de Copa del Rey, perdía la categoría. Sin embargo, el club, que pasó a estar dirigido por Arturo Tuzón, sentó sus bases y volvió a recobrar su identidad para regresar en apenas un año a Primera con el apoyo incondicional de su afición.
Para Javier Subirats, quien acumuló 13 temporadas en el club y 354 partidos como blanquinegro, aquel descenso, por incongruente que parezca, terminó dando alas al equipo de la ciudad del Turia. "A pesar de la ansiedad y tensión que vivimos durante la temporada del descenso, lo cierto es que el año siguiente el equipo y la afición se unió más que nunca en Segunda y a partir de ahí comenzó una etapa brillante para la entidad". Razón no le falta al de Paterna, y es que en las décadas posteriores el Valencia vivió sus mejores tiempos de la mano de Claudio Ranieri, Héctor Cúper y Rafa Benítez con una Copa del Rey, dos Ligas, una Copa de la UEFA, una Supercopa de Europa y dos finales de Champions League consecutivas.
El poso de la experiencia que da haber vivido etapas en el pasado que se repiten con el tiempo hace que estas cuatro voces estén más que autorizadas para analizar la situación actual del conjunto che en LaLiga, que ocupa la penúltima posición en el campeonato con 16 puntos, a cinco del Deportivo Alavés, que marca la salvación con 21.
Todos ellos coinciden en primer lugar en que lo que más le puede estar pesando al conjunto ahora dirigido por Carlos Corberán es su juventud, y con razón: es el segundo equipo más joven de LaLiga con una media de edad de 24,3 años, solo superado por el FC Barcelona, con 23,7.
Esa falta de experiencia puede servir para explicar la fragilidad defensiva del conjunto che en la competición doméstica, en la que ya lleva encajados 36 goles, nueve menos que los que recibió durante toda la temporada pasada. Precisamente es en el centro de la zaga donde el Valencia acumula hasta cuatro jugadores sub-23, más que en cualquier otra área de su plantilla: Mosquera (20), Tárrega (22), Yarek (20) y Jesús Vázquez (22), este último con un papel algo más residual.
Para Wilmar Cabrera, lo que necesitan los de Corberán para salir lo antes posible de la zona peligrosa es amarrar mucho mejor los partidos, algo que explica poniendo como ejemplo lo ocurrido en el duelo ante el Real Madrid en Mestalla (1-2): "Para luchar por evitar el descenso necesitas corazón, saber lo que hay en juego, porque en este tipo de situaciones parece que todo va en tu contra y que el destino te quiere joder. Ante el Madrid el equipo hizo un partidazo pero Guillamón cometió un error que supuso la derrota. En esa última jugada en la que pierde el balón y llega el gol de Bellingham, el 'morochito' tendría que haber mandado la pelota fuera de Mestalla, al bar de Manolo 'el del Bombo', en lugar de intentar controlar y sacarla jugada. A la actual plantilla le falta la experiencia que te ayuda a manejar mejor esos momentos complicados".
La visión de Paco Muñoz Pérez también es contundente e invita a caer en el pesimismo: "Veo bastantes similitudes entre el equipo que descendió y el actual, incluso te diría que nuestra plantilla era mejor. Si no consiguen darle la vuelta a la situación rápidamente, lo van a tener muy complicado. Tiene muy mal color".
En este sentido, lo que desde luego va a definir el futuro del Valencia a corto plazo y sus opciones de permanencia será el rendimiento ante los equipos de 'su liga', contra los que está obligado a no fallar tras la pésima primera vuelta que ha cosechado.
Sus dos próximos enfrentamientos en Mestalla ante Celta de Vigo (13º) y Leganés (16º) pueden marcar un antes y un después para los ches, como apunta José Ramón Bermell, que también incide en la importancia del factor psicológico en estas 'finales': "Va a ser clave vencer a los rivales directos porque eso te haría sumar tres puntos y que el otro equipo no puntúe en esa jornada. Todavía tienen tiempo de darle la vuelta a la situación, pero deben priorizar esos partidos y mentalizarse bien porque el aspecto psicológico va a jugar un papel importante en esta pelea".
Conscientes de la profunda fractura existente entre la afición y la directiva, los cuatro exfutbolistas están de acuerdo en que la gestión del club por parte de Peter Lim ha estado muy lejos de ser la adecuada para un equipo histórico como el Valencia.
En la parcela deportiva, el primer señalado es Miguel Ángel Corona, director deportivo del club, que este verano firmó a futbolistas procedentes de Segunda División como Dani Gómez, Germán Valera o Maximiliano Caufriez a los que Carlos Corberán ha descartado. De hecho, el belga ya se ha marchado al Salzburgo, y Gómez y Valera entrenan al margen del grupo a la espera de concretar su salida del club.
Esta situación es "incoherente" para Wilmar Cabrera, que no entiende los errores cometidos a la hora de reforzar el equipo el pasado verano: "A la directiva actual le falta actitud deportiva y conocimiento del fútbol presente. Muchas decisiones relacionadas con el armado del equipo son difíciles de entender. No puede ser que el equipo fiche a tantos futbolistas de Segunda División, que por algo están en esa categoría".
Según Bermell, la falta de compromiso de Peter Lim, que lleva más de cinco años sin pisar Mestalla, está relacionada con la conversión de los clubes en Sociedades Anónimas Deportivas, algo que, indica, ha generado un desarraigo a nivel identitario: "Hay un gestor que está a miles de kilómetros que toma decisiones pero no tiene espíritu valencianista. No sabe lo que significa el club ni lo que requiere una gestión de una entidad deportiva. Para ellos el Valencia es un negocio, más o menos rentable, en el que se compra y vende a jugadores con la ayuda de unos intermediarios".
Sea como fuere, los cuatro coinciden en que la posibilidad de descender es más realista que nunca y comparten una reflexión parecida a la de Santiago Cañizares, que afirmó recientemente que "el suelo del Valencia podría no ser la Segunda División".
"Si el Valencia acaba bajando, le costaría muchísimo volver a subir", afirma Subirats. Bermell, por su parte, declara que "la pérdida de categoría sería un mazazo terrible para la gente" y que, en su opinión, "sería más fácil quedarse en Primera División que ascender desde Segunda, categoría en la que hay equipos históricos y potentes".
Con las cartas encima de la mesa, ahora le toca al equipo de Carlos Corberán responder ante el reto mayúsculo que supone no deshonrar con el descenso a una afición acostumbrada a ver a los suyos en la zona noble de la clasificación. Lo que está claro es que la historia y la voz de la experiencia no auguran un buen presagio para el conjunto che, que en las próximas jornadas tiene en su mano aferrarse a la permanencia para no terminar escribiendo una nueva página negra en sus libros de historia.