Cuando Raffaella Carrà intentó parar a gritos el fichaje de Antonio Cassano por el Real Madrid: "Florentino, está loco... Tienes que fichar a Luca Toni"
Beppe Bozzo, su histórico representante, detalla a Relevo todos los entresijos del fichaje de Antonio por el club blanco.
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A la luz de los comentarios pirotécnicos que va desparramando hoy día en la plataforma Twitch, y teniendo en cuenta que en su paso por España dejó enganchones con Fabio Capello, su imagen sirvió de gasolina para imitadores (Carlos Latre) y protagonizó varios episodios -narrados en su propia autobiografía- donde alardeaba con nocturnidad del mix sexo-croissants… Sí, viendo el dibujo completo de su sombra, uno puede pensar que escribir sobre Cassano sea cómico y ridículo, osado e innecesario, anacrónico, sarcástico o incluso frívolo. Lejos de la realidad, su paso por Chamartín fue serio, quizás demasiado.
No es exagerado decir que Cassano nació póstumo. Tampoco reconocer que el Real Madrid -en 2006- acababa de fichar un artefacto creado a sí mismo para soportar un peso imposible e innecesario para niños inmaduros y geniales. Es obvio que el Antonio futbolista había dejado de serlo precisamente el día que comenzó. Algunos años atrás, concretamente el 18 de diciembre de 1999. Tenía 17 años, y le acababa de romper la cintura a Laurent Blanc y Panucci, defensas de un Inter que ese día cayó frente el Bari. Fue su segundo partido en Serie A, el primero como titular. Un par de años después se convertiría en el fichaje estrella del calciomercato. Llegaba a la Roma de Francesco Totti, con quien construyó una pareja de nicho. Sí, solo para entendidos en un reservado.
"El interés del Madrid por él ya comenzó en 2004. Ese verano hizo una Eurocopa magistral con Italia. Nos llaman de allí para preguntar. La temporada siguiente (2005-06) terminaba contrato. Estaban Inter y Juve, que le querían. Necesitaban un delantero, por eso en enero comenzamos los contactos con ellos. Habría llegado gratis allí en junio", recuerda Beppe Bozzo, hoy agente FIFA y director de AGB Sport Management, agencia determinante en las negociaciones y acuerdos entre Morata y el Milán, Angeliño con la Roma o, en su día, Odriozola y la Fiorentina. "Ernesto Bronzetti fue clave como intermediario. Él encendió la mecha con Florentino, que ya lo conocía, por otra parte. Los clubes italianos ofrecían más dinero al futbolista, pero el Madrid era el Madrid", subraya.
Cassano tenía 23 años, y lo que vino después no debe sorprender del todo, especialmente si se tiene en cuenta que nació (1982, año en que Italia gana el Mundial) en una calle estrecha del casco antiguo de Bari. Allí jugaba siempre a la pelota, quizás para esquivar la escuela y la micro criminalidad. Era soberbio, estaba cosido por membranas especiales y sujeto a múltiples matices y dicotomías. Fue el cine de Woody Allen y la sombra de la luz del cantautor Franco Battiato. Fue Anita Ekberg, quien huía de la prisión en la que se encontraba: no sabía salir de su magnífico rol en La Dolce Vita. Sí, todo eso era FantAntonio, probablemente incapaz de sostener tanto talento en una tierra que carecía de él. Siempre generoso, excéntrico y arrogante, quizás por una pésima gestión de la rabia, su lado más frágil. Le tenía encadenado.
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Puede que no lo supiera ni siquiera él, pero cuando aterrizó en Barajas lo hacía muerto de miedo. O no. Es lampante que acababa de materializar lo que no se atrevió Totti, quien ya le echaba de menos. Apenas llegado, se movía con determinación, porque Antonio tenía un objetivo claro tras un año malo con la Roma en el que terminó discutiendo con Luciano Spalletti: quería jugar el Mundial. Primero destacar en ese estridente Madrid para, después, llamar la atención de Lippi como hiciera con Trapattoni en 2004.
La 'trattativa'
Volviendo de nuevo atrás, lo cierto es que las negociaciones fueron más sencillas de lo previsto. Su llegada al Bernabéu apremiaba, porque López Caro se había quedado sin Raúl y Ronaldo, lesionados. "Me llamó José Ángel Sánchez. Después estuvimos en la oficina de Don Florentino. La segunda reunión fue en el Eurobuilding. Estaban Carlos Martínez de Albornoz, Sánchez, el presidente, Bronzetti y yo. Tomábamos un café, y Pérez mostraba dudas principalmente por el carácter del jugador. Yo le dije que, si así era, mejor que no lo fichara… Tanto, tenía muchos clubes detrás", relata Bozzo.
Paradójicamente, una vez superado el último obstáculo que vendría después con Raffaella Carrà como protagonista, se acercaba un momento de culto en la planta noble del Santiago Bernabéu. Se presentaba Antonio Cassano, y con él ya pululaban todas las cassanate. La primera, con el abrigo de piel que cubría un físico pasado de peso. La segunda es que llegó tarde a la presentación presidida por Emilio Butragueño (Di Stefano estaba enfermo y Florentino Pérez de viaje). Es curioso… Pese a que el Buitre ya le advirtió el día anterior que se vistiera con traje, el de Bari desoyó y redobló su apuesta de ataque subiendo al escenario con dos relojes, cuatro anillos, tres cadenas, dos pendientes y dos pulseras. No era una provocación, sino un disfraz de buzo doble para quien teme el mar y sus profundidades.
Ese momento soberbio luce mucho más con el penúltimo flashback de la historia. "Estábamos allí todos, como te decía. De repente, aparece Raffaella Carrà, amiga de Florentino. Te recuerdo que ya la prensa internacional hablaba de la posible llegada a Madrid… Bien, pues ella de lejos le dio una voz diciendo esto: Don Florentino, no compre a Cassano. Está loco. Fiche a Luca Toni. Lo curioso es que esto me ayudó. Ella tenía un apartamento allí, porque trabajaba entonces en Madrid. Nos echamos todos a reír, y yo insistí al presidente que no lo comprara", describe antes de terminar la conversación con el vuelco que dio todo después, cuando en boca del propio empresario madridista suelta esto: "No, no, Beppe. Cassano es muy bueno. Lo queremos. Vamos a ponernos de acuerdo con el precio". Palabra de Florentino.
Estima eterna por él
El fichaje -cuatro años de contrato- sacudió el mercato. Antonio, que solo quería el Madrid, terminó arribando por cinco millones de euros. Así la Roma se aseguraba perderlo gratis. "Siempre intenté satisfacer sus deseos, aunque no recuerdo lo que me dices. Sí, eso que el futbolista no se creía que un todopoderoso como el Madrid quisiera ficharle. Repito que ya hubo tanteo el año anterior. Sabía que era una oportunidad única para él. El club más laureado del mundo. Se la jugó, y no le fue bien. ¿Sabes lo que me sigue diciendo José Ángel Sánchez cuando hablamos? Pues que fue uno de los mejores técnicamente que han tenido. Era fantástico", sentencia.
Beppe Bozza se despide al teléfono recordando los réditos de Antonio Cassano en España: apenas tres goles, una asistencia maravillosa a Higuaín en el Calderón y un gol al Atlético en el Bernabéu, contributivo en el título de Liga con un Capello que le tuvo apartado tres o cuatro meses. "Más que discutir con él, pagó el cambio de directiva. Llegó Ramón Calderón, y poco a poco trató de erradicar todo lo que había antes. Antonio era de Florentino".

En 2007 se marchó cedido a la Sampdoria, y después el Milán lo compró por cinco millones y medio. "Prometí al Madrid que recuperaría, de alguna manera, lo que pagó por él. Al final no perdieron nada, sino todo lo contrario. Por desdramatizar… Me perdí su presentación con el abrigo de piel. Estaba en las oficinas estudiando bien el contrato. Se hizo todo muy rápido. Era un tipo sui generis, imposible de homologar. Auténtico, genuino. No actuaba y no provocaba. Decía que tenía frío ese día, ya está". Era 4 de enero, y esa piel que ceñía su físico protuberante ya no la tiene, porque según contó hace años en una entrevista con tono distendido, en clave de humor… "Me la robaron. No está en mi poder".
Lo de Cassano en Madrid fue una aventura exprés de un tipo que quizás no sabía lo que verdaderamente deseaba: el amor verdadero en una callejuela estrecha de un barrio para, desde el anonimato, poder jugar al fútbol como un niño. Sin complejo, sin presión, sin obedecer a nadie. Una vez dijo Anita Ekberg que su sentencia de muerte fue, curiosamente, La Dolce Vita. Quedó atrapada, encasillada ahí, y ya no pudo salir. La destrozó psicológicamente. Extrapolándolo al calcio, los efluvios puros de magia que soltó Antonio cuando destrozó a Blanc y Panucci no le abrieron el camino de nada. Certificaron el inicio de una muerte futbolística. Le obligaron a vivir en un mundo que hoy, en su disfraz de streamer, detesta. Por eso, en pañales, le agrede y le margina. Una y otra vez. Cassano es la risa que oculta el llanto, la noche sin luna, el grito que esconde el silencio y es azuzado por el dolor, la parodia como coraza de alguien que se sintió inadaptado en la seriedad. Sí, quizás Florentino tuvo que haber fichado a Luca Toni, como dijo la Carrà. Habría resultado todo mucho más efectivo, pero probablemente menos serio.