El Rayo, desde los ojos de quien lo vio nacer: "El día que no pueda ir, que me lleven en caballo al estadio"
Rafael Garrido abre las puertas de su museo del equipo a Relevo el día del Centenario: "El día que este club se vaya de Vallecas, desaparecerá".
Superhéroes. Máquinas del tiempo. Garajes de los que nacieron imperios. De la nada. La manzana mordida. La manzana mordida en el suelo del barrio que tantas veces hizo de pelota. Garajes que tienen la misma vida que emana la plaza. Recuerdos que engrandecen una de las mejores historias jamás contada. Superhéroes de la clase obrera. A veces solo un matiz en la formulación de la frase nos transporta a un escenario u otro. Su punto de partida, en esta ocasión, es Vallecas. El epicentro de Vallecas. Unas calles de las que brotó un alma. Rafael Garrido con la capa. 87 años a sus espaldas y un carnet que pronto pondrá el número 1. Por antigüedad y por lealtad a partes iguales. Un museo en escasos metros cuadrados. Tras una puerta metálica. Los mismos que ahora se diseñan con azulejos de excepción, se disfrazan de exclusivos y se congratulan de estar a 20 minutos del centro bajo la bienvenida de una suculenta cifra a abonar cada mes. Al otro lado de la realidad, permanece la esencia de los barrios. Y con ella, la esencia del Rayo Vallecano. Este miércoles cumple cien años con los principios que siempre le han hecho latir al compás de su gente.
Para viajar a las entrañas de este club, conviene escarbar en las profundidades de Vallecas. Porque Vallecas no sería igual de Vallecas sin el Rayo ni el Rayo sería el Rayo sin Vallecas. Rafael Garrido lo sabe bien, como primer socio del club y 71 años de experiencia en el arduo trabajo que es a veces renovar el abono. En tanto tiempo, solo se ha perdido cuatro partidos. Tantos encuentros y tantas historias le acompañan... Recibe a Relevo en el garaje de su domicilio, transformado en un museo no abierto al público pese a que damos fe que es un lugar de esos que toca visitar al menos una vez en la vida.
El sonido de la puerta metálica y la doble altura tradicional invitan a una expectativa bien diferente. Entrar es descubrir un universo diferente, una galería del rayismo. No hay un centímetro que se escape de la historia del club. Ni un centímetro de la historia del club que se escape de esa morada. No hay espacio alguno. Míchel I de Vallecas con la camiseta de River Plate. Relojes conmemorativos. Y un rincón de la nostalgia. El mismo edificio que a día de hoy. En una imagen mostraba a Rafael paseando en bicicleta. En la realidad, una casa más del barrio, con un nuevo árbol de por medio. Cuánto tiempo ha pasado desde entonces. El Rayo ya estaba ahí. El Rayo sigue aquí.

Y con él, su afición, aquí representada por Rafael: "Yo sufro con el Rayo desde que me hice del equipo. Llevo 71 años de socio, pero ya llevaba ocho, desde el 45, viendo al Rayo, cuando estaba en Primera Regional. Cuando tenía 14 años podía pasar gratis, iba, le decía a un señor si no le importaba darme la mano y pasaba. A los 16 me hice socio y pagaba una peseta al mes y no podía. Para que os deis cuenta de lo que eran aquellos tiempos. En el Rayo siempre hemos estado liados. He tenido la suerte de conocer a todos los fundadores, yo trabajaba en el Puente de Vallecas, al lado de donde se fundó el club".
71 años, sí. 71. Al otro lado de la pantalla, abonados del Rayo: ¿cuántas veces os pudo la pereza ante una tarde lluviosa?, ¿cuántas os desesperó el nivel del equipo?, ¿cuántas preferisteis otro plan o estudiar fue prioridad? Rafael solo se cayó cuatro veces de la convocatoria. Menudo portador del brazalete. Cuando hay voluntad, aquí no hay lesión que valga: "No he fallado. Cuatro partidos oficiales es poco, ¿no? Me pillaron fuera con trabajo. Me decían que tenía que ir y claro, qué haces. Pero mientras que pueda… El día que no pueda que me lleven en caballo hasta el estadio. Tengo 87 años y voy siempre".
Lo que hace que algo sea lo que es y no otra cosa
Esencia. ¿Sabrías decir por qué eres de tu equipo?, ¿sabrías explicarle a tu hijo qué es tu equipo? Son preguntas abstractas que nos hemos acostumbrado a no contestar. No por ello su respuesta es simple, aunque sí puede resultar incómoda. ¿Acaso es necesaria una explicación? Pero cuando en 71 años solo faltas cuatro veces, algo tiene que haber detrás. Empapelas tus paredes con cuadros, banderines, camisetas, balones, fotos, recortes de periódico. ¿Por qué esta pasión? En Vallecas se canta en honor a la "sangre de esta nobleza", que se lleva dentro sin que haya una clara lógica detrás.
"Soy del Rayo Vallecano porque soy de Vallecas, me he criado aquí. Yo era del Atlético de Madrid cuando jugaba en el estadio viejo, cuando era el Atlético Aviación. Me subía a un parque y se veía medio campo desde ahí. ¿Y qué pasó? Que me eché novia. Iba al Rayo que jugaba a las 11:30 y al Atlético que jugaba a las 15:30. La novia me decía: 'El Rayo, el Atleti o yo'. Y tuve que dejar el Atleti, pero el Rayo no lo dejaba ni vamos… Que no, que no", recuerda nostálgico Rafael.
"Cuando tenía 14 años podía pasar gratis, iba, le decía a un señor si no le importaba darme la mano y pasaba"
La novia se transformó en esposa. Y ahí vivieron, en su Vallecas. Si casi el barrio nació con sus familias. El Rayo no era negociable, pero la sobrecarga franjirroja era un abuso de confianza. De ahí nació el museo. ¡En 1977! "Lo tenía primero en casa y claro mi mujer decía que todo ahí arriba qué parecía eso. Y lo bajé abajo. Desde entonces", cuenta. Sorprende su cuidado. Está todo impecable. Hasta el baño cuenta con una escobilla del Rayo y el inodoro con una franja. No hay centímetro que se escape a su cultura. Una obra de ingeniería. Un garaje del que nació un imperio.
Dicen que toda obra de arte nunca llega a estar completa del todo. Las paredes enseñan reliquias recientes, de esta misma temporada, camisetas nuevas. Haciendo espacio como se puede, de cualquier manera. Ya con ayuda, normal, 87 años: "Primero puse los carteles por dentro de los marcos, con todos los partidos. Luego ya me lie con cuadros, hoy uno, mañana otro… Ahora no hay ni sitio. No se puede poner más. Disfruto mucho cuando viene la gente, me estáis alargando la vida todos. Estoy muy feliz".
El número 1 y los vallecanos que están por venir
Rafael enseña su carnet con el número 2. El socio número 1 falleció recientemente y será cuestión de meses que el santo carnet que le da acceso a su templo ya luzca un 1 a pleno pulmón. Y eso que lo ha pasado mal: "Puse unos papeles ahí por si acababa el Rayo conmigo". Afortunadamente, este miércoles disfruta del Centenario como un aficionado más, aunque no lo sea.
"No he fallado. Me he perdido cuatro partidos oficiales en 71 años. Es poco, ¿no?"
Es una vida de pasión. Una vida dedicada a su orgullo. A su Rayo. A su Vallecas. ¿No es lo mismo? Un rotulador podría empapelar las paredes de su particular guarida a base de anécdotas. No hay tiempo que perder si hay una buena historia que contar. "Una vez me invitaron a Sevilla y me pagaron el hotel y todo. Cuando vine me cobraban bastante dinero por cambiar el billete, pero lo cambié y me volví. Tenía la habitación pagada en el hotel, pero primero el Rayo". ¿Perderse a su equipo? Jamás.
El fútbol es otra cosa. Rafael lo define como "un negocio". Probablemente de forma acertada. Él es un rara avis. Uno de los que ya no queda. Vaya, como Kroos, pero desde la grada. ¿Qué habrá después? Son tantas preguntas sin respuesta. Allá donde esté el Rayo, sin embargo, habrá una luz al final del túnel. El Rayo y otros tantos que escogen vivir el fútbol mucho más allá de un hobby.
"Disfruto mucho cuando viene la gente, me estáis alargando la vida todos"
Unos se irán y otros nacerán, compartiendo una pasión de generación en generación. Los muros absorben gritos, silencios y maneras de ver la vida. En Huertas o en Vallecas. Un niña, bufanda en brazo, se sube a hombros de su padre para animar a su Rayo. Así lucen los aledaños del Estadio de Vallecas, retumbando el lema: "Era un día cualquiera, su padre le llevó a verte a la Albufera". Esa niña será madre y se lo enseñará a sus pequeños. Como Rafael, que ha sido padre y abuelo. "¿Habéis visto el mural del estadio de un padre con un niño a hombros? Así era yo y ahora es un 'si te he visto no me acuerdo'", expone. Como para no verlo. Aunque esto ya no sea lo que era.
A los románticos no nos queda otra que aferrarnos a esa fe ciega. Si un hombre de 87 años mantiene un museo rayista como si fuera una obra de Miguel Ángel, quién nos dice que no habrá un futuro mejor, aunque sea el museo del TikTok. Nadie como Rafael para explicar desde la voz de la experiencia a los más jóvenes qué le ha llevado hasta aquí. Primero, con un lema: "Ya lo dijo Don Pelayo, mejor que un jamón, el Rayo".
Rafa, ¿le explicas a la niña del mural qué es el Rayo?
"Es un equipo de fútbol que se hizo porque se juntaron 12 o 14 niños como tú y los padres hicieron el equipo de fútbol. El Rayo se creó así. Los niños viven el fútbol. Ese reloj de ahí, vino un niño con su padre y me lo regaló y me abrazaba".
Era un pequeño reloj amarillo, nada del otro mundo. Un souvenir que se podría comprar en cualquier bazar de los alrededores del estadio o en cualquier establecimiento de Vallecas. Lo que de primeras no tiene valor, para un niño es un mundo. En ese abrazo se esconde un rayismo que perdura cien años y que se vive desde cada rincón del barrio.
"Si me escucha el que me tiene que escuchar, el dinero no lo es todo, hay que vivir con el público y del público"
Cuando hablan las calles de Vallecas y el estadio asiente retumbando
Rafael es un ilustre. A Míchel se le conoce en las calles como Míchel I de Vallecas. O Míchel, el nieto de 'La María'. Mientras los pequeños jugaban al balón, la abuela se deslomaba para cuidarles y alimentar al barrio. En los peores años de penuria y hambre, siempre estuvo ahí para que a nadie le faltara de nada. De una forma u otra, todo el mundo deja huella. Nuestro protagonista, claro, es reconocido en su estadio. En el de toda la vida.
"Estamos muy unidos barrio y equipo. Vas por ahí, por La Albufera y me dicen: 'Rafaaa'. Vas por el barrio y paseando y la gente te pregunta que qué vas a hacer. Respondo: 'Pues qué vamos a hacer, ganar'. Luego se pierde… Pues hay que llevarlo. Yo me cabreo mucho, las cosas como son". A veces es mejor no llamar a su puerta. En toda relación de amor, hay un pequeño espacio para el odio.
Su historia, como otras muchas, entiende como indivisibles al Rayo y Vallecas. Como si fueran uno solo. Sus padres fueron los primeros en llegar al barrio, hace ya más de cien años, cuando tiraron las chabolas: "Tenemos esa suerte". Por eso no puede evitar indignarse, como si de una goleada mayúscula se tratara, cuando sale el tema del estadio.
Se avecina una profunda y amplia reflexión. Lean:
"El que hay es lo mejor que hay. Si el día de mañana, que no lo veré yo, quitan el estadio de ahí... Si ahora hay 14.000 socios, no van a tener más de 6.000. Y como se baje a Segunda o Tercera, desaparece el equipo. Hay que tener la mente bien y saber lo que se hace. Ahora dicen que no hay entradas, pero es mejor que se llene. Poquitos y buenos. No muchos y malos. Es la perdición de la gente que no lo piensa, el fútbol ahora es un negocio y los negocios hay que pensarlos muy bien. Es una zona fabulosa y el Rayo está ahí muy bien.
El Rayo mientras sea el Rayo no puede salir de Vallecas. Esos terrenos los donó una señora hace 120 años para zona deportiva. Ahí no se pueden hacer casas ni nada. No saben ni lo que van a hacer. Cuando lo hagan dirán: 'Qué razón llevaba Rafa'. Hay que tener la cabeza por encima de los hombros. Vas a meter a 20.000 personas más y luego si se baja llorando pidiendo dinero para el equipo. Hablo de un equipo de barrio. Somos de barrio, pero somos cojonudos. Hay que echarle valor. No hay que ir a ganar dinero, pero si se hace, con las cosas bien hechas.
Ahora nos hemos salvado, pero ¿y si hubiera una maldad? El trabajo que nos costó cuando bajamos a Segunda B, que íbamos 10.000 personas. Si el Rayo fuera mío, no salía de ahí. Si es lo más bonito. Están locos, son avariciosos si piensan así. No entiendo nada. Si tenemos la esencia de Vallecas aquí, es fabuloso, está el metro, los autobuses, cerca del centro. Es el mejor estadio de Madrid. Se ve mucho vicio y mucho dinero. No señor. Si me escucha el que me tiene que escuchar, el dinero no lo es todo, hay que vivir con el público y del público. Hablar con los aficionados si hay alguna cosa mal, como antes pasaba. ¿Pero ahora? Pagas y se acabó".
«Vallecas es la tierra mía. Somos de barrio y somos cojonudos»
¿Cómo es un vallecano? "Alegre y fenomenal. Que preguntas y te responde, como se tiene que ser". Vallecas o no Vallecas, un vallecano es una persona de barrio. De costumbres, de hospitalidad y bondad. Que lucha por lo suyo con garras y dientes. Que muere por los suyos. Una fiera imposible de domar. Rafael se despierta cada mañana y se da un paseo por el estadio, a escasas dos calles de su domicilio. Le hierve la sangre cuando ve injusticias y no puede contenerse. Por ejemplo, cuando ve cada día las escaleras cercanas a la taquilla: "Están limpias a veces. Como viene aire se limpian solas. Me dan ganas de pedir una escoba y limpiarlo yo. El público tiene que dejar las pipas, ¿luego quién las tiene que recoger?".
Hay batallas imposibles de librar. Pero mientras el balón ruede, ahí estarán los vallecanos para lucharlas. Echemos la vista atrás. Rafael se ha perdido cuatro partidos en 71 años. Pero hizo la mili. Claro que hizo la mili. Se las arregló para salir de asistente en Madrid, lo que no le impidió ir al fútbol. A su Rayo. Pero una broma en las oficinas del club, que le conocían como a uno más le sacó de sus casillas: "Cuando fue a por el recibo me dijeron que me habían dado de baja y me enfadé mucho. Salieron y me dijeron: 'Anda, sube'. Si me he criado con ellos". Por supuesto, su carnet estaba ahí.
"Soy un forofo del Rayo y ya está. Lo llevo dentro"
Porque el Rayo es su familia y siempre lo será. Antes del fallecimiento del anterior socio número 1, varios jugadores le fueron a visitar. Entre ellos, Isi: "Me preguntó que por qué le había elegido a él y le respondí que porque estaba como yo (sin pelo). Ya no me acuerdo de los nombres. Si ya voy al fútbol y le tengo que decir a mi hijo que quien ha metido el gol porque no los distingo. Soy un forofo del Rayo y ya está, lo llevo dentro. Yo disfruto viendo a las personas".
Al final el Rayo es el Rayo. Por eso este miércoles 29 de mayo son cien años. Y el que viene, 101. Y en cien, pues 200. Porque mientras viva la pasión, vivirá el Rayo con ella. Mientras el barrio late, el Rayo suelta chispas. "Vallecas es la tierra mía". Sus familias, su gente. "Es el pueblo de Vallecas". Sus comercios, sus calles. "Soy un tío vallecano y se acabó. Estupendo". Su estadio, su Vallecas. "Somos de Vallecas y no nos metemos con nadie. Quien se meta con nosotros, aúpa". Su Vallecas. El Rayo. El Rayo Vallecano. El Rayo. De Vallecas. "Somos de barrio, pero somos cojonudos".