REAL MADRID

Rüdiger cada vez hace menos gracia

El defensa alemán entró con buen pie en el Real Madrid gracias a su carisma, pero sus actuaciones sobre el campo dejan dudas.

Rüdiger, en la final de la Supercopa de España./EFE
Rüdiger, en la final de la Supercopa de España. EFE
Rodra P

Rodra P

En el vestuario blanco se describe a Rüdiger como un futbolista imprevisible. Tan pronto te busca para agarrarte por el cuello como te sorprende para darte un abrazo. En los entrenamientos siempre es de los más competitivos, y también de los que más celebra los triunfos. Ya son reconocidos sus bailes y sus carreras; se ha ganado el cariño de sus compañeros, aunque aún no ha convencido sobre el césped. Contra el Barça en Arabia, un desastre.

La final de la Supercopa de España fue una prueba más del sospechoso nivel de Rüdiger en la zaga del Real Madrid. El primer gol, el que terminó por descuajeringar a un equipo bajo, tanto en lo físico como en lo anímico, volvió a señalar al defensa alemán. De una entrega comprometida a Camavinga, al gol de Gavi. Rüdiger ofrece dudas.

Rudi, como le conocen entre bambalinas, ya suma 24 partidos de blanco. Ancelotti confía en él, hasta el punto de proponer el traslado de Alaba al lateral zurdo, y cuadrar al alemán en el once de gala. Sin embargo, Alaba, ahora lesionado, se resiste a volver a la posición en la que creció en Múnich. Hasta la fecha, la confianza de Ancelotti en Rüdiger no se sustenta en resultados.

El técnico italiano ha dejado prácticamente sin ningún tipo de protagonismo a Nacho, al que el club aún no le ha ofrecido la renovación, ya sin su rol de tercer central, en favor del alemán. Y Rüdiger no ha cumplido las expectativas del madridismo. La defensa del Madrid pasa por su peor momento justo en el tramo en el que se ha asentado como titular. Contra el Villarreal en Liga y en los dos partidos de Supercopa, los de Ancelotti dieron la sensación de ser un equipo muy débil atrás.

Sangre, sudor... y mucha irregularidad

El 11 de octubre Rüdiger pareció bautizarse como jugador del Real Madrid contra el Shakhtar. A su manera:marcando un gol en el último minuto sin importarle la integridad de su cabeza. Rescató un punto vital en Champions, a cambio de varios puntos de sutura. El tanto coronó su buena actuación, que invitaba a la primera de muchas. Nada más lejos de la realidad.

Rüdiger, saliendo del campo de Varsovia con el corte en la cara

El alemán estiró sus intervenciones irregulares, en las que combina su derroche físico con errores de lectura en el juego. No mide bien, se despista en las marcas y no hay rastro de ese defensor imponente que se creó en el Chelsea de Tuchel. Aún no rinde a gran nivel en el esquema de cuatro zagueros. Tras su gol contra el Shakhtar, encajó tres goles en Leipzig, sufrió ante el Girona, fue superado en Valladolid y, sobre todo, ante el Villarreal.

Los dos partidos de la Supercopa en Riad, con Rüdiger con galones atrás, evidenciaron las dudas sobre su nivel de blanco. El Valencia tomó su espalda, como ya le pillaron en la primera jornada de Liga contra el Almería, y el Barça se aprovechó de sus errores en la final. Rüdiger ya no hace tanta gracia al madridismo. De sus peculiares carreras y sus disparos desde lejos, de sus bailes y sus caras, a los problemas en defensa.