REAL MADRID CAMPEÓN 23-24

Las ocho decisiones de Ancelotti que viraron el rumbo del Real Madrid campeón

El italiano ha impartido una lección de maestría, inteligencia táctica e imaginación para conquistar su 28º título en los banquillos y el 12º como entrenador blanco.

Ancelotti celebra la victoria ante el Cádiz. /REUTERS
Ancelotti celebra la victoria ante el Cádiz. REUTERS
Manuel Amor

Manuel Amor

A menudo desacreditado por sus enemigos bajo el manto engañoso de 'gestor', que él mismo se enfunda con elegancia y humor, Carlo Ancelotti consiguió este sábado su 28º título como entrenador y el 12º con el Real Madrid en cuatro temporadas y media. Deja atrás a Zidane (11) y ya sólo tiene por delante a Miguel Muñoz (14), el técnico más exitoso en los 122 años de historia del club. El italiano no escondió después su alegría en la televisión oficial: "Creo que nuestra afición está muy feliz. Ha sido una Liga fantástica. Nos la hemos merecido en todo".

Ancelotti: "El momento más importante de esta Liga fue el gol de Bellingham al Barcelona".

El preparador ha tenido un peso capital en una conquista blanca con números que impresionan: 87 puntos en 34 jornadas, con 13 de ventaja sobre el segundo y 14 sobre el Barcelona; los más goleadores (74) y los menos goleados (22); sólo una derrota; invictos en el Bernabéu… Pocos hubiesen apostado en agosto a que los de Carletto levantarían el trofeo con tanta suficiencia, sobre todo tras las lesiones de larga duración de Courtois (considerado de forma casi unánime como el mejor portero del mundo) y Militao (el pilar que sostenía la defensa). El curso nació torcido, entre las críticas por el no fichaje de un 9 top y los agujeros de la enfermería, y se cierra en la competición doméstica con un balance sobresaliente… gracias, en gran medida, a la labor y las decisiones de Ancelotti.

Soluciones y un cambio de esquema

El primer golpe de efecto lo pegó Carlo antes siquiera de comenzar la pretemporada: el cambio de sistema. En las reuniones con Florentino Pérez y José Ángel Sánchez al término de la 22-23 se acordó que, tras la salida de Benzema, el cuerpo técnico debía ser capaz de buscar alternativas para dejar de estar tan atados a ese 4-3-3 que había sido la seña de identidad en los últimos años. Dicho y hecho. El entrenador apostó desde la gira por los Estados Unidos por el 4-4-2 en rombo, que ha ido modificando en función de los momentos y necesidades, y le ha funcionado a las mil maravillas.

Entre otros obstáculos para hacer arrancar la máquina, el preparador tuvo que lidiar desde el principio con que la directiva no cumpliese con su petición de firmar un delantero de élite mundial. Joselu llegó para ocupar el papel de Mariano, aunque haya terminado con un rol muy distinto, y por eso y para paliar la baja de Karim Ancelotti reclamó la incorporación del que ahora es su gran rival para alcanzar la final de la Champions: Harry Kane. El Madrid lo descartó por su alto coste, ya que su salario hubiese sido muy similar al que percibía Benzema (20 millones de euros brutos) y a esa cifra había que sumarle un traspaso que en ningún caso hubiese bajado de los 100 kilos.

Ante eso y con una plantilla mermada en ataque en cuanto a números de efectivos, el de Reggiolo se sacó de la chistera su segunda clave: reconvertir a Bellingham, un interior que nunca había pasado de los ocho goles en Liga, en una especie de mediapunta con alma de killer que ha destrozado todos los guarismos que se esperaban de él. A base de horas y horas de análisis de los partidos del inglés con el Dortmund, Ancelotti y su cuerpo técnico detectaron que el siguiente paso de Jude pasaba por acercarle al área, aprovechar su zancada y convertirle en un futbolista con muchos más registros. "El momento más importante de esta Liga fue su gol al Barça", dijo Ancelotti.

Ancelotti felicita a Bellingham tras su gol al Cádiz.  REUTERS
Ancelotti felicita a Bellingham tras su gol al Cádiz. REUTERS

Su adaptación a la posición resultó perfecta desde el inicio. Es el Pichichi del equipo en LaLiga hasta el momento con 18 tantos, la mayoría anotados durante una primera vuelta para el recuerdo, y todavía tiene a tiro el galardón de máximo realizador de la competición, a sólo dos del líder Dovbyk. Antes, sus datos en Liga eran los siguientes: cuatro dianas en 41 partidos con el Birmingham City en la 19-20, una en 29 con el Dortmund en la 20-21, tres en 32 en la 21-22 y ocho en 31 en la 22-23. Potenciar a Jude, además, ha sido el motor para que el resto funcione.

Capacidad para rectificar

Aunque Ancelotti sea un experto en eso de escuchar, no en todos los casos sigue a pies juntillas los consejos de quienes le rodean ni se encabezona con conceptos inamovibles. Su idea a comienzos de curso, por ejemplo, era que Kroos y Modric tuviesen un rol mucho más secundario que en las últimas campañas y del que finalmente ha gozado el alemán. El club le pidió que apostase por la juventud de los Camavinga o Tchouameni y que tirase menos de los veteranos, y así empezó la temporada: Toni y Luka fueron suplentes en la jornada 1 (Almería) y 3 (Celta).

Pero el rendimiento del germano, consolidado nuevamente como el mediocentro más brillante del equipo, le hizo ascender en el escalafón y terminar por ganarse un sitio en el once de forma permanente. Ancelotti intercala entre Camavinga y Tchouameni, pero cuenta siempre con el 8, al que le aconseja que renueve y con el que desea contar en la 24-25. Su año no pintaba bien, apuntando a convertirle en carne de segunda unidad... y lo está terminando en el top-3 de futbolistas más determinantes. Lo mismo pasó con Brahim, cuarta clave, al que apenas dio bola en el comienzo y que ha producido 16 goles en lo que va de año. El técnico fue capaz de pedirle perdón en noviembre: "He sido injusto con él, no pasa nada por decirlo".

Ancelotti: "Puede que haya sido injusto con Brahim".

Tampoco se obstinó Ancelotti con Lunin, que reclama su parte de reconocimiento en esta Liga. Antes de que arrancase la 23-24, el entrenador le deslizó a Juni Calafat, jefe de ojeadores y director de fútbol internacional, que convendría ir buscando un segundo portero de peso para competir con Courtois. Había, sobre todo, cuatro candidatos sobre la mesa para sustituir a un Lunin en el que se creía poco: Robert Sánchez, Bono, Gazzaniga y David Soria.

La directiva dijo no por no gastar y el cuerpo técnico se limitó a aceptar la decisión. La confianza en el ucraniano había ido de más a menos y por eso se ató en una operación exprés a Kepa, con la vitola de titular desde que puso el primer pie en Valdebebas. Tras la lesión del vasco ante el Sporting de Braga y con el bajón que pegó después, Luis Llopis -entrenador de porteros- y Ancelotti lo pusieron todo de su parte para recuperar a Lunin y entregarle las llaves de la meta. Entre los dos (y también con la ayuda de Courtois, que protege como nadie a su compañero y competidor) han sacado la mejor versión del de Krasnohrad, con todo listo para estampar su firma en el nuevo contrato que le vincule a la entidad y que ha dado varios recitales.

Solidaridad e imaginación

Con el equipo cogido con pinzas por los percances físicos, Ancelotti primó el esfuerzo colectivo sobre el talento individual y detectó rápido desde dónde podrían partir los éxitos de su Madrid: dejando el arco a cero. El italiano, que cuenta a sus órdenes con un grupo de jóvenes que derrocha profesionalidad y que no regatea un esfuerzo, ni en las sesiones en la Ciudad Deportiva ni con los preparadores personales con los que casi todos trabajan en sus casas por las tardes, convenció al vestuario de que necesitaba de su implicación, de ser un equipo más voluntarioso y que mordiese al rival. Y los datos, no sólo las cifras de tantos en contra, que entran entre las mejores de la historia, lo ratifican.

Como reflejó un estudio de El País firmado por el periodista David Álvarez, en la primera temporada de Ancelotti el equipo presionaba 127 veces por partido; ahora se eleva hasta las 147, el 52% de ellas en campo contrario (un 8% más). Benzema realizaba 10 acciones defensivas por encuentro; Bellingham efectúa 20 y Brahim, 23. Todos han ganado en implicación y propician que ni Kepa ni Lunin hayan pasado demasiados apuros en los duelos que se han repartido. El nivelazo de Carvajal y Rüdiger y la solidez recuperada por Mendy también cuentan lo suyo.

Ancelotti, séptima llave, ha aceptado también la falta de efectivos atrás, primero tras la caída de Militao y después con la de Alaba en diciembre. Entonces el italiano también solicitó la contratación de un central (quería a un joven top o a un veterano con experiencia), pero la política de contención de gastos, a la espera de la llegada este verano de Mbappé, tiró por tierra la operación. Carletto se inventó entonces a Tchouameni como central; aunque al francés no le gusta un pelo actuar ahí, se amoldó y cuajó actuaciones brillantes en partidos duros como el de Mendizorroza que cerró el 2023.

Y en la conjunción de todo reside la octava masterclass: involucrar a absolutamente toda su plantilla, del primero al último, para contar con un banquillo esplendoroso, minimizar las malas caras y confiar en los que participan más y en los que juegan menos. Sólo así puede entenderse que Kepa saliese en San Sebastián dos meses después y cuajase un partido espléndido; que Güler rentabilice cada minuto de la forma en que lo hace; que suplentes de lujo como Lucas se reivindiquen cada vez que pueden; o que Brahim sólo hable maravillas de Ancelotti cuando le preguntan por el tema. Con mano izquierda, gestionando y liderando, Carlo ha construido a un equipo al que se recordará y que se lleva la Liga a falta de cuatro jornadas con máximo merecimiento.