FC BARCELONA

Stoichkov y su relación con Cruyff: "Volvíamos de París de recibir el Balón de Oro, él con lágrimas en los ojos. Al día siguiente, ni me saludó"

Hristo atiende a Relevo en Sofía para charlar sobre su carrera.

Cruyff habla con Stoichkov en un entrenamiento del Barcelona. /EFE
Cruyff habla con Stoichkov en un entrenamiento del Barcelona. EFE
Lu Martin

Lu Martin

"Te espero en el hotel", responde cuando le llamas al bajar del avión. Y ahí está, en el hall de un recinto Cinco Estrellas del que es copropietario. "¿Qué necesitáis?", pregunta al equipo, con el hábito del que lleva 12 años trabajando para una televisión en Miami. Y lo pone todo a nuestra disposición. Localiza dónde se va a realizar la entrevista, nos invita a comer y después de charlar un buen rato, se cambia la camisa por una camiseta de su propia marca. Hristo Stoichkov en sí mismo, y más en Bulgaria, no es un cualquiera, es un todo. Ganó la Bota de Oro en 1990 jugando con el CSKA de Sofía, antes de fichar por el FC Barcelona, donde recibió el Balón de Oro en 1994, ganó la Copa de Europa en 1992 y todo lo que le pusieron por delante.

Jugó con los mejores. Conquistó en Arabia Saudí la Copa de Asia, con un gol y dos partidos antes de jubilarse. Antes jugó en Italia y formó parte del inolvidable del Dream Team a las órdenes de Johan Cruyff. Fue una daga en la delantera, temperamental y letal. A su vera, Bulgaria la lio parda en el Mundial de Estados Unidos en 1994. Su selección terminó cuarta en un torneo en el que él fue considerado tercer mejor jugador de aquella cita, por detrás de Romario y Roberto Baggio.

En Barcelona y en Bulgaria sigue siendo Dios y hay gente, como mi amiga Judit, que llevan su cara tatuada en un brazo porque marcó a toda un generación. Stoichkov no fue solo un futbolista, fue una manera de entender la vida y el cruyffismo desde la lucha. Y sigue siendo un tipo sin filtro. En Sofía, atendió a Relevo.

Hace 33 años que dejó Bulgaria y fichó por el Barça. ¿Qué ha cambiado más: Bulgaria o Barcelona?

Yo creo que Bulgaria ha cambiado para bien, hay que ser realista. Antes éramos un país comunista, un país cerrado, un país donde no podíamos ni viajar con libertad, ni salir a jugar donde querías. Y gracias a Dios el Barcelona me dio la oportunidad.

¿Qué queda de aquel Hristo con una melena hasta la cintura?

¡Cabrón, era la moda en Bulgaria! Cortito por delante, largo por detrás. Pero pronto me di cuenta de que no era lo mío y me corté la melena. Te paras a pensar... Han pasado muchas cosas en mi vida. Más de 30 años son mucho tiempo, ¿no? Dan para muchos recuerdos, muchas anécdotas, muchas alegrías. Miras atrás y te acuerdas de la final que perdimos contra el Manchester United, de Wembley, de la lesión contra el Zaragoza. De aquel vestuario donde viví con grandes jugadores, grandes personas, grandes familias. Teníamos 23, 24, 25 años y cada jugador soñaba con hacer algo. Y yo soñé de verdad. Tú me conoces más que nadie. En mi cabeza solo estaba ganar, ganar y ganar.

¿El pisotón a Urizar lo hemos olvidado?

No, la verdad es que no. Al contrario. Tardé años en asimilar por qué lo hice. Le di muchas vueltas. Un día me senté solo y decidí pedir perdón a Urizar. Y no en España, no en Barcelona, no en Bilbao. Le invité a venir aquí a Bulgaria, le quise pedir perdón delante de mi pueblo, de mi gente, porque él no tenía la culpa de nada. Sacó una tarjeta roja a Johan, luego a mí una tarjeta amarilla, luego otra tarjeta amarilla... El pisotón fue cuando ya estaba expulsado. Mucha gente se confunde. No, no me expulsó porque le pisara. No, no, no. Ya estaba expulsado. Le invité con su mujer cuando presentamos el libro porque también tenía un par de páginas dentro hablando de él. Y fue una persona fundamental para mi carrera, fíjate qué te digo. Porque después de eso supe que tenía que controlarme un poco más, ya no cometí el mismo error. Eso me cambió la vida.

Stoichkov sobre el pisotón a UrizarLU MARTÍN - RELEVO

¿Le cambió la vida jugar en el Barça?

¡Claro! Yo escogí ir al Barça. En aquel momento jugaba en el CSKA de Sofía y tenía ofertas. El Panathinaikos vino con mucho dinero para ficharme. Pero en aquel momento teníamos un país tan cerrado que no nos dejaban salir. Teníamos que cumplir 28 años para que pudiéramos ir a jugar a Malta, a Chipre, a Suecia... a otros países con quien Bulgaria tenía convenio.

Y llegó la posibilidad de jugar en Barcelona.

Rápidamente me enteré de la historia del Barça: de Kubala, de Manchón, de Biosca, del gran portero -Ramallets-, de Luis Suárez. ¡De Luis Suárez! ¿Por qué el campo se cambió? Aquel campo pequeño que estaba en la Travessera, y se hizo el Camp Nou. Y después, también, Johan Cruyff, Neeskens, Krankl, Simonsen, Lineker... Cuando se da la posibilidad y sabes a dónde vas, para mí fue fácil elegir. El primer gran fichaje de Núñez era Alexanko. Después vino Zubizarreta. En aquel momento estaban Txiki, Bakero, Julio Salinas, Eusebio, Michael Laudrup, Koeman... Y dije, ¡guau! Esto para mí era un sueño, estar en un club donde han jugado estos jugadores. Tenía el contrato firmado prácticamente un año antes de llegar a Barcelona, pero tuve que esperar porque había tres extranjeros. Esperé a la salida de Aloisio.

A usted le ficha Cruyff después de verle jugar contra el Barça con el CSKA. ¿Qué influencia tuvo Johan en usted?

Como persona, muchísimo. Como jugador, mucho más. Porque, primero yo tenía el privilegio de que el entrenador me quería. Y cuando un entrenador te quiere, quiere decir que tienes algo distinto. No sé, algo habría visto en mí. Con Johan cada día era un reto. Pero para mí no era algo nuevo. El CSKA era un equipo militar, cada día me exigía mucho: ganar y ganar y ganar. Un año ganamos el campeonato solo con una derrota y fue un escándalo en Bulgaria porque el CSKA había perdido un partido. ¿Cómo era posible? ¡Perder un partido! ¡Ibas al calabozo! Tres días en el calabozo, una semana en el calabozo. ¡No podías perder!

Johan le podía haber metido en el calabozo perfectamente. Recuerdo que tenía buenas broncas...

Él intentaba de alguna manera sacar provecho de cada jugador. Muchas veces en los entrenamientos te machacaba, te echaba, luego hablaba en la prensa: este ya no vale, mejor que se vaya, que yo marcaba dos goles y no había jugado nada. Pero, claro, al final cuando tú te sientas frente a él y te empieza a explicar las cosas, te dabas cuenta de que tenía razón.

¿Recuerda aquel día que Johan le ganó una apuesta porque usted no marcó tres goles en un partido?

Claro. ¡Me robó 100.000 pesetas! En Tenerife. "Hoy voy a meter dos goles", le dije. Estaba convencido por cómo estábamos jugando: con Goiko por la derecha, Bakero, Txiki y Eusebio, Pep, Amor, Koeman atrás... Apostamos y mira. Al principio del segundo tiempo ganábamos 2-0, marqué un gol y a los 30 segundos me quita y me dice: "100.000, me las vas a pagar ahora mismo". No me dejó marcar más. Era así cada día.

¿Las pagó?

¡Claro! Le estoy muy agradecido. Por muchas veces que nos peleamos, yo creo que fue bueno para mí. Yo era joven. Había que escucharle. Muchas veces jugué por la derecha. Y yo decía: "Míster, que soy zurdo". Y él me decía: "Por la izquierda es más difícil, vas a jugar en la derecha y vas a marcar más goles". Y marcaba más goles. Al final, Johan siempre tenía razón. Porque si le decíamos que no tenía razón empezábamos una pelea que no acababa nunca. Era mejor decirle que sí. Porque al final realmente tenía razón. Te enseñaba cosas que tienes que aprender. Jamás olvidaré aquel momento, después del 92, cuando perdí el Balón de Oro. Estaba convencido de que lo podía ganar. Y me coge y me dice: "Mira, ahora es el momento donde voy a trabajar contigo para que lo ganes". Y lo gané gracias a él, a mis compañeros, porque obviamente sin mis compañeros hubiera sido imposible hacer todo lo que hice.

Stoichkov sobre Cruyff y el Balón de OroLU MARTÍN - RELEVO

Recuerdo a Johan muy orgulloso de usted, ¿tuvo la misma sensación?

El momento en que volvimos de París de recibir el Balón de Oro vi a un Johan feliz, con lágrimas en los ojos. Esto sí que me hizo darme cuenta de qué fue para mí Johan Cruyff: un padre y un maestro. Al día siguiente, cuando regresamos a Barcelona, ni siquiera me saludó. Ni siquiera me dio un abrazo en el vestuario. Ni felicidades ni todo eso. Pero después del entrenamiento me llamó y me dijo: "Hristo, yo he hecho mi trabajo, ahora es tu problema. ¿Cómo te vas a mantener ahí arriba?".

Aquel equipo tuvo a un gran capitán, José Ramón Alexanko, el primer jugador del Barça en levantar la Copa de Europa. Usted y sus compañeros de equipo le guardan un respeto reverencial. ¿Es así?

Sí, para mí es y será siempre el gran capitán. Fundamental. No lo pasó bien. Primero, con el secuestro de Quini y la pérdida de la Liga, Sevilla y el Steaua, el Hesperia, lo de Holanda... A Tali le respeto tanto, tanto, tanto... No hay dinero que yo pueda pagar para no tener respeto hacia Tali, de verdad. Para mí era un referente. Cuando te animaba, cuando te abrazaba y cuando tenía que tirarte de la oreja. Te tiraba y te decía, por aquí no vas, es hacia allí. Fundamental. Para mí, Tali era, es y será el gran capitán de mi época. Pero también estaba Zubizarreta.

Hristo y 'Chapi' Ferrer levantan la Copa de Europa en Wembley. GETTY
Hristo y 'Chapi' Ferrer levantan la Copa de Europa en Wembley. GETTY

Usted no le llama Andoni.

No, le llamo Zamora. Porque si no es por Zubi no ganamos la Copa de Europa. La gente habla del gol de Koeman, del gol de Bakero en Kaiserslautern, pero aquel día en Alemania, en Wembley, o en tantos partidos, nos salvó Andoni. Un día, no recuerdo en qué partido, le llamé Zamora. Ya nunca más le llamé Andoni. Un día Xavi Torres –periodista de TV3- me preguntó por qué le llamaba Zamora: "Porque es el mejor. Andoni, hay muchos Andonis en España, pero Zamora solo uno". Es Guante de Oro. En algunos partidos se jugó en la vida. ¿Te acuerdas de aquel partido en Valladolid? Había un charco de agua y el árbitro, Martín Navarrete, le expulsó porque se tiró, resbaló y acabó saliendo con el balón fuera del área. Pensé: ¡cómo va a parar, está todo lleno de agua, el área es un charco! Yo siempre he dicho que si tienes un buen portero, ganas un punto. Segurísimo. Un punto está garantizado, cero a cero. Y en aquel momento, o marcaba yo o lo hacía Julio, Ronald, Bakero, Eusebio...Teníamos gente para marcar la diferencia.

¿Por qué le gustaba tanto jugar con Julio Salinas?

Era diferente. Siempre tenía dos o tres jugadores cerca de él. Le estaban vigilando. Y claro, a mí me dejaban muchos espacios. Y en un momento crucial para el equipo, cuando me sancionaron, jugó mucho y metió muchos goles. Como Tali después de la lesión de Ronald.

¿Con alguien se ha reído más que con Begiristain?

Don Txiki. Txiki es Don Txiki. Un diez. Fantástico jugador, fantástico compañero y ahora, fantástico director deportivo. Lo demostró en el Barça y lo ha demostrado en el City. Es una persona muy, pero muy válida. Amigo de los amigos. Y tú sabes que yo no compro amigos.

La que ha liado con Guardiola en el City... ¿Imaginaba que sería lo que es hoy?

Ni yo ni nadie. En la vida. Un día le pregunte a Txiki cómo se atrevió a poner a Pep y me dijo: fue fácil. Primero, le conocía. Segundo, veía cómo entrenaba en el filial. Y tercero, es que cuando el equipo no funcionaba, en un momento cambiaba dos o tres posiciones de los jugadores -pum, pum, pum, pum- y el equipo empieza a jugar.

¿Es el de Pep el mejor Barça que ha visto?

El mejor, obviamente, el del Sextete. Ibas al campo y decías: "Hoy les metemos tres". Y les metían cuatro. Pero además, era bonito verles jugar.

Con el que mejor se llevaba era con Romario, ¿no?

Todavía mantenemos la amistad. Soy padrino de su hijo. Nació en mis manos porque él estaba con la selección. Yo creo que el mejor fútbol del Dream Team lo jugamos con él. Es que teníamos un equipazo del medio del campo hacia delante. Y para atrás: Sergi, el Chapi, Nadal, Juan Carlos, Koeman... Fuimos nuestro único rival. Si nosotros jugábamos bien, ¿quién era capaz de ganarnos? Perdimos algunos partidos porque, como decía Johan, éramos comodines. La camiseta hay que sudarla. En algunos partidos nos relajábamos y decíamos: "Bah, hoy ganamos dos a cero y pa casa". Pero no es tan fácil.

¿En aquella época era más rival el Depor o el Madrid?

Nosotros éramos nuestro rival.

Pero a usted, ¿le gustaba por encima de todo ganarle al Madrid?

No, a mí me gustaba ganar. Eso es una leyenda. Pero obviamente es un derbi. Nosotros rompimos en aquel momento el hielo del Madrid ganando cinco Ligas cuando eran intocables y no sé qué. Para mí cada día era una final. En los entrenamientos, en los partidos...

¿Eso de que los árbitros siempre han ayudado al Madrid es verdad?

No. A ver, algunos partidos también nosotros recibimos alguna ayuda. Una falta, sacas una segunda tarjeta amarilla, le expulsan un jugador y todo eso. Ahora, si eres mejor ¿para qué necesitas que te ayude un árbitro? Hay algunos que sí que eran simpatizantes del Madrid, declarados merengues, merengues.

Se da por hecho que el Dream Team terminó en Atenas, cuando el Milan arrasa al Barça (4-0) en la final de la Copa de Europa. ¿Fue su peor día en el Barça?

Para mí, el peor día como futbolista. Porque pasó todo lo que pasó. Ni siquiera me enfadé.

Después de Johan tuvo de entrenador a Robson en el Barça. ¿Qué recuerdo guarda de aquel año?

Sir Bobby Robson. Eso te lo dice todo. Sir, por todo lo que hizo en el fútbol en Inglaterra, es por algo. Una buena persona, un señor.

¿Es verdad que el día del 5-4 contra el Atlético de Madrid, la gran remontada en Copa, los cambios los hizo usted?

Bueno, se me pasó por la cabeza salir para calentar. Le dije a Pizzi: "Vamos a calentar y si nos ponen a jugar, jugaremos". Así que salimos. No es falta de respeto, ojo. Pensé que saliendo a calentar podría animar a mis compañeros y al público. Y luego si decidía ponerme, genial. Y si no, ¿qué más da? Estábamos perdiendo 3-0. Y nos puso a los dos. Y de repente, Ronaldo marcó y remontamos. Ese sí que era de otro planeta. En aquel tiempo era un chavito. Un gran tipo. Y sigue siendo un niño. Ahora es un poco mayor. Pero cómo disfruté viéndole jugar, entrenando cada día, en el vestuario...

Y luego también estaba Romario.

Era totalmente diferente, respeto a Ronaldo. Romario para mí es el mejor de la historia dentro del área. No hubo ningún jugador tan rápido, tan potente dentro de la área. Un toque, dos toques. Ronaldo, era un gran delantero centro. Sin duda. Ahí está, con Van Basten, y para de contar.

"Romario jamás ha bebido alcohol. Bebía zumo de naranja, Coca Cola... Le gustaba ir a bailar"

Hristo Stoichkov Exfutbolista del Barcelona

¿Es verdad que Romario no se entrenaba?

No es verdad. Son leyendas que se decían y la gente no tenía ni idea. A Romario le gustaba mucho el fútbol. A ver, tú, ¿cuántas veces estuviste conmigo y con Romario? ¿Cuántas veces? Una vez, dime una vez que tú hayas visto a Romario bebiendo o fumando por la noche. Romario bebía zumo de naranja, Coca Cola y tal. Le gustaba ir a bailar y todo eso. Pero Romario jamás ha bebido. Y por eso se mantenía con ganas de jugar.

¿Estuviste con él cuando secuestraron a su padre?

Aquel momento fue tan duro para mí... Romario es como si fuera de mi familia. Qué cosas se dijeron. El domingo que lo liberaron, estaba en mi casa. Estábamos viendo el Depor-Logroñés, creo. El partido era a las siete de la tarde, en Canal Plus, ¿no? No sé si le llamó Gaspart o alguien de la familia. Algo muy raro pasó, porque cogí un teléfono y ya sabes cómo es Romario. Abrió los ojos y dijo: "Caray, mi papá está en mi casa". Y al final, fíjate, año y medio que jugamos juntos, yo creo que fuimos una dupla algo diferente en aquel momento.

Stoichkov sobre la noche del secuestro de padre de RomarioLU MARTÍN - RELEVO

Con Robson llegó Mourinho. ¿Qué relación tuvo y tiene con él?

Fantástica, con Mourinho tengo una relación fantástica. Es una amistad verdadera. Hablamos mucho. Yo era Balón de Oro, había ganado la Copa de Europa, un palmarés con la selección... Mourinho tenía un gran respeto. Hasta hoy me tiene respeto, y yo aún mucho más. Pero me habló claro. Porque la amistad es fácil de comprar. Fácil. Yo jamás en mi vida compré una amistad. Yo lo demuestro. Si soy válido, si tú eres válido, bienvenido. Mi casa está abierta, no tiene llave. Ahora bien, si falla algo por el camino, se acabó. Y Mourinho es de esos tipos que dan la cara.

¿Cómo era vuestra relación en el campo?

Un día me llama en el vestuario y me dice: "A ver, tres días llevo anotando cuántos balones perdiste en la hora de entrenamiento. El primer día perdiste tres y yo hablé contigo, ¿verdad?". Le respondo: "Míster, sí". "El segundo día perdiste dos. Después del segundo hablé contigo". Digo: "Sí, hablaste conmigo". El tercer día perdí uno. Y él me decía: "No pierdas, juega fácil, piensa que otro correrá por ti". Siempre fue de cara y tenía razón. Por eso digo que Mourinho es muy agradecido en la vida y también es muy agradecido con la gente que sabe escucharle.

"Núñez fue el mejor presidente de la historia del fútbol"

Hristo Stoichkov Levantó la primera Copa de Europa del Barcelona

¿Y qué me dice de Núñez?

El mejor presidente del mundo, de la historia del fútbol. Están haciendo un documental sobre él. Han venido a entrevistarme aquí, a Sofía. Se lo merece. Núñez cambió la historia del fútbol español y del FC Barcelona. Fue un verdadero padre para mi familia, para mi esposa y mis hijas. Él y Maria Lluïsa, su mujer, nos dieron tanto cariño, nos trataron tan bien... Me emociona hablar de él, le quería mucho. Mucho. El más grande. Hizo mucho por el Barça y por el fútbol.

En su día dejó el Barça pero terminó regresando. ¿Fue un error irse? ¿Volvió por Núñez?

Yo creo que sí, que me equivoqué. El Barça me vendió por mucho dinero, yo estaba muy quemado, porque la verdad, vivir con Johan era duro, te exigía mucho, mucho. Me equivoqué al irme. Al año, le pedí a Núñez volver y volví. No me encontraba cómodo en Parma. Sé que el Barça ganó en aquel momento mucho dinero por mí cuando me vendió. El Parma pagó, no sé, 800, 1.200 millones o algo así. Y el Barça me repescó un año después por 300.

¿Eso se llama una estafa a la búlgara?

La jugada perfecta para el señor Núñez. Núñez era fantástico. Un señor muy, muy válido que se ocupaba de muchas cosas, muy responsable. Preguntaba a cada jugador qué necesitaba, en qué podía ayudarle, si faltaba algo en la familia... Por eso digo que Núñez fue un gran presidente, un gran gestor de la economía de Barcelona. Si Núñez hoy fuera el presidente, el Barcelona no estaría en esta posición económica. Nunca. Pero nunca. No tendría 2.000 millones de deuda ahora.

¿Te preocupa la situación del Barça?

Económicamente, sí. Es durísimo. Tiene 2.000 y pico millones de deuda. Ahora con 1.200 millones en el estadio... Y cada año esa deuda crece.

¿Cree en Laporta?

A ver. Él es presidente del Barça. Y si él habla y la gente le cree, que le crean...

Pero se lo pregunto a usted...

De algunas cosas le creo y de otras, no. Económicamente no estamos en buenas manos. Falta algo. Futbolísticamente sí. Por todo lo que ha hecho él para que se fiche a jugadores, el equipo está hecho, está preparado para ganar. Este año va a ganar la Liga fácil. Otra cosa es la Champions League. Pero lo que más me preocupa es la economía. ¿Cómo explica la gente la economía del Barça? Con tanta deuda que hay, a veces explican una cosa, a veces explican otra cosa y depende. La gente no le cree. Hay mucha gente que no le cree. ¿Deportivamente? Eso sí.

¿Le gusta lo que está haciendo Xavi?

Me gusta, me gusta. Es un entrenador joven, conoce la materia, conoce la casa, tiene jugadores jóvenes que está poniendo. Me encanta Gavi, me encanta Pedri, me encanta Balde. Xavi está trabajando con gente que tiene experiencia y gente joven que crecerá mucho más. Obviamente que van a crecer. Yo estoy encantado. Primero por Pedri y por Gavi, pero ahora también por Balde. Este chico tiene mucha calidad.

¿Laporta no le ha llamado para que colabore?

No.

¿Volvería?

Ahora no. Es agua pasada.

¿Por qué? ¿Está usted mayor?

Estoy feliz, bien, contento. He tenido suerte en la vida. Sí. Y te lo digo porque tú me conoces. Tengo suerte. Hace 30 años que me fui de Bulgaria. Vuelvo y me siguen respetando.

De hecho, desde que hemos salido del aeropuerto, le hemos visto en cien vallas de publicidad. ¿Qué anuncia?

Es una campaña de una cadena de supermercados para ayudar a familias con pocos recursos, para que los niños puedan llevarse la comida al colegio. Preparan paquetes para ellos. Llamas a este número y por poco dinero lo solucionan. También colaboro en otra campaña con el gobierno para fomentar el consumo de productos nacionales. Tenemos muy buena verdura y muy buena carne en Bulgaria.

¿Una de las cosas más grandes que le ha pasado en su vida fue vivir con Bulgaria el Mundial '94?

Fue maravilloso. Aquel equipo llevaba muchos años jugando juntos. Balakov, Letckhov Trifon Ivanov, que jugó en el Betis -que en paz descanse- Kostadinov... Tuvimos la gran suerte de que esa generación creció junta desde muy joven. Excepto Mikhailov, el portero, y Sirakov, que son tres o cuatro años mayores que nosotros, el resto, todos salimos de la misma quinta. Para nosotros era muy fácil leer un partido: cuándo teníamos que apretar, cuánto teníamos que ir a presionar, ir para atrás para defendernos, a buscar contragolpes... Nosotros mismos manejábamos el partido. Pero sufrimos mucho como grupo. Yo fui de los más jóvenes en entrar en aquella selección de Bulgaria. En 1987. En 1988 dejamos escapar la posibilidad de ir a la Eurocopa. En el 90 no fuimos a Italia. Ni en el 92 a Suecia, perdimos tres citas importantes. El último reto era el 94 en Estados Unidos.

Stoichkov sobre la Bulgaria del Mundial 94LU MARTÍN - RELEVO

Fue una clasificación agónica, el mismo día que España elimina a Dinamarca en Sevilla, ustedes ganan a la Francia de Cantona en el Parque de los Príncipes. ¿Cómo lo recuerda?

Lo que sé es que también fallamos los dos partidos anteriores, dos empates aquí en Sofía, en casa, que teníamos que haber ganado. También los franceses fallaban, perdieron en casa contra Israel, 2-3. Ojo, era la Francia de Desailly, Deschamps, Blanc, Papin, Cantona, Dugarry, Ginola... Un equipazo. El gallo empezó a cantar, pero acabó en el horno. Les ganamos en su casa el último partido. Increíble.

Stoichkov celebra el gol que marcó en el Parque de los Príncipes.  AFP
Stoichkov celebra el gol que marcó en el Parque de los Príncipes. AFP

¿Y en el Mundial? Aquel equipo era todo menos formal. Yo estuve en vuestro hotel de Dallas. No me lo podía creer.

¿Qué? ¿No te gustó?

Sí, pero me sorprendió. Jugaban a cartas, fumaban, bebían, las mujeres en la piscina...

Fantástico, el cuerpo necesita alegría. Sí, jugábamos a cartas. El que quería fumar, fumaba. Si te apetecía una cervecita, te la tomabas. No puedes pensar en un partido que se disputa dentro de tres días durante cada minuto del día. La liamos, claro, y todo el mundo se asustó por lo que hacíamos en el campo. Yo fui con mi mujer todo el rato, otros compañeros fueron con sus mujeres, con sus novias. Y ahí vamos. ¿Jugamos cartas? Jugamos cartas. ¿A la piscina? A la piscina. ¿A qué hora comemos? ¿A las tres? A las tres ¿A qué hora desayunamos? A las tres de la mañana. A las tres de la mañana desayunamos. Pero cada uno sabía qué tenía que hacer en el campo y teníamos calidad también. Trifon, para mí, uno de los mejores de aquella época. Jugando en el Betis, jugando en el Burgos, en Austria, con la selección... Disfruté mucho con él. Le echo mucho de menos.

Una duda, ¿el portero llevaba peluca?

Sí, sigue llevándola, ahora un poco más grande. No me hablo con él desde hace muchos años, otro que no vale la pena.

¿Y el resto teníais el mismo peluquero? Bueno, Letchkov no, claro.

El mismo. El peluquero, el barbero, era del gobierno. Ahí pagábamos unas 100 pesetas y te cortaba el pelo. Te ponía un molde. Un molde y ahí todo el mundo con el mismo pelo.

También recuerdo que en vísperas del España - Bulgaria la lio con unas declaraciones...

Bah, no dije nada, que los del Barça iban con Bulgaria o algo así y se enfadaron. Empatamos, 1-1, metí el penalti a Zubi. ¿Sabe qué pasa? Que yo amo a Catalunya, está muy dentro de mí. Es muy difícil que un extranjero ame tanto a Catalunya, pero yo me siento catalán. Cuando era capitán de Bulgaria, en todos los partidos que jugué con la selección, mi brazalete era la bandera de Catalunya. Recorrí el país de norte a sur, de la playa a la montaña y aprendí a quererlo. Y el afecto de la gente me hizo amarlo. Vivo entre Miami, donde trabajo, Sofía, donde está mi madre y mi suegra, y Barcelona, donde tengo a una hija y muchos amigos. ¿Sabe qué es lo mejor de todo? Que estoy con la misma mujer desde que me enamoré el primer día, con Mariana, que es y será la persona más importante de mi vida. Eso es lo mejor de todo.