ESPANYOL - SEVILLA

La charla con Valverde que cambió a Iraizoz camino de una final de UEFA con el Espanyol: "En el momento no lo acepté, pero fue su primera enseñanza"

El exportero charla con Relevo en una extensa entrevista en la que repasa su carrera, con el paso por el cuadro catalán y esa final perdida como primera entrega.

Iraizoz y Valverde, tras perder la final de la UEFA en Glasgow./Getty Images
Iraizoz y Valverde, tras perder la final de la UEFA en Glasgow. Getty Images
Patxo De la Rica

Patxo De la Rica

Gorka Iraizoz (Pamplona, 6/03/1981), tras un breve paso por Lezama y una experiencia en Gernika que le cambió la vida, deportiva y personal, aterrizó en Barcelona a cambio de 8 millones de pesetas. Puede parecer una manera de hablar, pero ese viaje en avión, el primero de su vida, significó el primer shock que encontraría un joven Iraizoz que describe sus inicios en la Ciudad Condal como "duros", aunque después llegarían muchas noches de alegrías. Sobre todo las europeas. Las que le dieron un nombre internacional y le permitieron vivir como titular una final de la UEFA que perdió, pero que hoy consigue guardar con alegría y buen recuerdo.

Tras dos años en el filial y rozando el fútbol profesional como tercer portero, salió cedido al Eibar y rozó el ascenso. Le valió para regresar con honores al primer equipo de un Espanyol que tenía en su plantilla a jugadores del nivel de De la Peña, Tamudo, Luis García, Zabaleta, Jarque, Pandiani… Y a Miguel Ángel Lotina y Ernesto Valverde como entrenadores. Retirado y buscando la fórmula para devolver al Gernika todo lo que le dio hace 23 años, ahora desde su nuevo cargo de entrenador, Gorka nos recibe en su casa de Berango tras un paseo mañanero junto a sus dos perros.

Antes de iniciar la entrevista, el exportero prepara dos cafés que nos acompañarán durante la charla, pero que no beberemos hasta terminarla con las cámaras apagadas. Durante la hora y media de conversaión no hay descanso. Gorka se abre en canal para hablar de miedos, luchas psicológicas, éxitos deportivos o una lesión que le dejó en silla de ruedas y le llevó a llorar junto a su madre en una noche que nunca olvidará. Y muchas anécdotas. Incontables. Todas ellas las repasaremos en próximas entregas, pero primero nos centramos en unos años en Barcelona que moldearon a un portero con mucho recorrido emocional. En ello, Valverde tiene mucho que ver, aunque su relación no comenzase de la mejor manera.

¿Cómo surge la opción de ir al Espanyol? En ese momento estabas en Gernika, siendo aún joven, pero sorprende pasar de un club tan familiar a un grande como el conjunto catalán.

Cuando uno está bien, está relajado y está feliz de hacer lo que hace, las cosas van bien [en una próxima entrega habla sobre esta etapa previa] y el Espanyol me vio y decidió en esa época pagar 8 millones de pesetas. El Athletic también en esa época se había interesado, pero era una época de muchos cambios y no supieron muy bien cómo era la situación. Había otros equipos también, pero el Espanyol era una cantera muy, muy potente, tenía un organigrama de scouts por toda España y me siguieron durante ese año en el que jugamos en el grupo norte. Así fue como acabé en Barcelona.

Un cambio radical.

Recuerdo llegar a Barcelona en enero, que fue cuando firmé mi contrato allí. Era la primera vez que cogía un avión, desde Loiu (aeropuerto de Bilbao) hasta Barcelona. Ahora es normal, todo el mundo va en avión, pero al llegar me impactó porque era enorme. Me acuerdo que en el taxi aluciné porque había seis carriles. ¿Pero esto qué es? El paso de cebra más grande que había visto en mi vida era de la Gran Vía de Bilbao en frente del Corte Inglés. Aquel era pequeño comparado con lo que encontré allí. Fue un shock muy grande llegar a un estadio, hacer la presentación allí... Pero lo recuerdo como un día duro, aunque también con ilusión, porque lo viví con mi padre, con Iñigo Vélez que también que le presentaron el mismo día y que luego fuimos compañeros de piso, pero fue complicado asimilarlo en ese momento. Tuve después seis meses antes de llegar a Barcelona que me permitieron tener ese espacio para reflexionar sobre ello y poder adaptarme. Soy una persona que le da muchas vueltas a la cabeza y necesitaba hacer ese trabajo. Y ese proceso me vino bien.

Tuviste una cesión en Eibar, con Mendilibar, y también con Moisés Hurtado que después triunfaría junto a ti en el primer equipo del Espanyol. Pero me interesa saber cómo era ese vestuario del Espanyol, con De la Peña, Tamudo, Pandiani…

Me ayudó mucho la cesión con Moisés. Teníamos un contrato por objetivos, que cumplimos y nos renovaron automáticamente. Aunque el Eibar no es lo mismo, porque era un club también muy familiar como había sido el Gernika, ese bagaje y la experiencia previa de haber sido tercer portero del Espanyol, me ayudó en esa integración. Pero claro, estamos hablando de una plantilla que más de la mitad eran internacionales. Recuerdo pasar mucho tiempo con Savo Milosevic. Me contaba muchísimas cosas y recuerdo muchos aprendizajes que luego me vinieron bien para convivir en ese vestuario con gente que llevaba la competitividad al máximo nivel. No ganamos una Copa del Rey y jugamos una final de UEFA con el Espanyol de casualidad.

Ganasteis la Copa pero también sufristeis mucho por no descender.

Sí, éramos muy jóvenes porque mezclábamos jugadores internacionales y jugadores importantes españoles con varios jugadores que veníamos de la cantera. Ese primer año, con esas vivencias de rozar el descenso, crecimos muchísimo. Y yo creo que luego nos convertimos en una base importante para el año siguiente con Ernesto, que él confió en nosotros en diferentes momentos de la temporada. Eso al final hizo que el grupo pudiese vivir, no sé si es muy valiente decirlo, pero dos de las mejores temporadas de la historia del Espanyol.

¿Quién es el que más te impresionó de esa época? Yo tengo debilidad por De la Peña.

Bueno, cada uno en sus características. Iván veía huecos y espacios donde nadie los veía. Pero yo tengo una anécdota muy curiosa con Roger García. Siempre nos quedábamos, en esa primera etapa en la que yo era tercer portero, a tirar faltas. Pasaba mucho tiempo con él y recuerdo que fue la primera vez que sentí que no sabía dónde iba a ir el balón. El balón iba por encima de la barrera y de repente cambiaba la dirección y se iba hacia mi lado y yo decía: 'no sé cómo hace esto'. Pasaba mucho tiempo intentando en mi cabeza desarrollar el mecanismo que pasaba para que esto ocurriera. Fue una época en la que metió dos goles de mediocampo en una etapa dura del Espanyol. Roger fue el que me volvió loco en ese momento. Y luego era un tipo excepcional, increíble.

Más allá del título de Copa con Lotina y ese sufrimiento del que hemos hablado en LaLiga, llega Ernesto. Me interesa saber cómo fue la conversación con él en la que te dijo que tú jugarías Copa y UEFA y Kameni en la liga.

(Suspira). Bueno, yo venía de... La verdad que nunca he hablado de este momento con nadie. He vivido muchísimas conversaciones con Ernesto y esta fue la primera. Igual a los dos nos marcó un poco, pero que para mí fue difícil de gestionar. Igual fue de las primeras conversaciones en las que un entrenador me explicaba algo y yo creo que no supe reaccionar de una manera… Pasando los años, ahora hubiese reaccionado de otra manera. Pero bueno, ese es el aprendizaje de la vida. Yo creo que ahí Ernesto me empezó a enseñar. En todas esas conversaciones que he tenido con él me ha enseñado muchísimas cosas.

La charla con Valverde que nunca había contado.RELEVO

¿Por qué dices que no supiste reaccionar?

Recuerdo que yo había acabado jugando el año anterior y me sentía que había hecho bien las cosas, que podía empezar jugando, ¿no? Y recuerdo que iba a empezar la Liga, pero antes jugamos la Supercopa y nos dividimos la competición. Yo jugué el partido en casa y Carlos (Kameni) jugó el partido de vuelta en el Camp Nou. La verdad es que mi pretemporada no había sido muy regular y había cometido algún error. Yo internamente tampoco me sentía muy realizado con el trabajo, aunque sí que había hecho buen partido en la Supercopa. Ernesto, como suele hacer, antes de empezar la Liga, nos cogió a los dos y nos explicó que Kameni iba a empezar a jugar la Liga, y yo iba a jugar la Copa y la Europa League. Él quería hacerlo así y yo creo que en ese momento estaba reflexionando demasiado todas las cosas, planteándome demasiadas cosas internas mías sobre mi juego, y en ese primer momento no acepté muy bien esa conversación. Me quedé callado, me marché, y luego volví otra vez a pedir hablar con él porque no lo entendía. Nunca he hablado con Ernesto de esto, pero no me quedé satisfecho con mi procesar de esa conversación. Pero siempre he sido un chico comprometido y le dije que iba a hacer todo lo posible para ayudar al equipo en todo momento. Pero Ernesto me enseñó a empezar a procesar informaciones que hasta ese momento no había tenido que reflexionar sobre ellas. Empezó a enseñarme a gestionarme a mí mismo y situaciones desagradables. Ahora, hablándolo, lo veo como la primera oportunidad de desarrollo mental que Ernesto me brindó. Igual cuando vea esto se va a enfadar.

No lo creo, estás hablando de desarrollo personal. Y algo bien haríais los dos porque después llegó una Europa League histórica.

Hay otro momento clave en esa temporada. Como he dicho, nos comunica a Carlos y a mí que yo iba a jugar Copa y UEFA. Y en la Copa del Rey, que veníamos de ser campeones, nos elimina en primera ronda el Rayo Vallecano, que en ese momento estaba en Segunda. En ese primer momento es como que a mí se me corta una oportunidad de las dos que tengo. Y ahí yo creo que es un punto de inflexión muy grande para cómo yo personalmente afronto la competición europea. Primero en mi plano individual, sabiendo que es mi oportunidad y que tengo que alargarla lo máximo posible y que desde ahí, desde esa energía individual que tengo, ponerme a disposición del equipo. Creo que eso hizo que pudiera aportar todo lo que llevaba dentro, porque ahí yo ya me vacié. Yo creo que en ese momento esa reflexión me hizo ponerme cada partido en servicio del equipo y ayudarlo en cada situación; plantearme esa temporada de una manera diferente.

¿En qué momento os dais cuenta de que podéis pelear por ganar la UEFA? No perdisteis ningún partido, hicisteis pleno en la fase de grupos… Fuisteis una apisonadora.

En esa UEFA hay muchos partidos claves. En la liguilla fue bonito jugar contra el Ajax y ganarles 0-2, y en casa éramos una auténtica apisonadora y no había quién nos ganara. Hubo momentos importantes, como jugar contra el Livorno a puerta cerrada por unos incidentes que había habido en Italia, viajar a Israel, que estaban en pleno conflicto… Nos hizo vivir experiencias de vida también que fueron enriquecedoras. Y, lógicamente, según se va acercando la final, cuando llegas a cuartos, cuando llegas a semifinales… Ese partido definitorio en Benfica fue cuando nos vimos potencialmente posibles ganadores de la competición. Ahí caímos en la realidad de que podíamos ganar, sabiendo que nos quedaba la semifinal. Pero esos cuartos, tras ganar 3-2 en Barcelona ante un equipo que estaba preparado para jugar en Champions… Fue un partido muy, muy intenso y que nos dio mucha confianza.

¿Y la final contra el Sevilla? ¿Se puede hoy, casi 20 años después, tener un recuerdo bonito de aquella experiencia?

Sí, sí. Yo tengo un grandísimo recuerdo. Hace poco vino el Espanyol a jugar contra el Athletic y estuve con todos los trabajadores que siguen estando en el club y recordamos un poco la etapa. Y, ostras, yo ahora tengo un buen recuerdo de ella. Ha habido años, y soy consciente, que no la he disfrutado, que no he querido echar la vista atrás porque era doloroso, pero hay que ser conscientes de que nosotros veníamos de pasar esos cuartos de final sufriendo, futbolísticamente, y también con el estigma de las finales perdidas del Espanyol en Europa a doble partido. En semifinales en Bremen, con Klose de delantero, en el primer minuto nos ponemos perdiendo 1-0 y toda esa aura del Espanyol de perder, de que nos puedan remontar el 3-0 la habíamos vivido durante esa semana. Y sostener eso y ganar 1-2 al final, otra vez dando un golpe de autoridad, creo que llegamos a esa final habiendo superado psicológicamente dos escollos muy importantes.

Iraizoz y el recuerdo de una tanda que le pesó durante años.RELEVO

Pero llegaron los malditos penaltis en esa final.

Y cabe recordar que el Sevilla era el actual campeón, con Juande Ramos y con un equipazo. Les habíamos ganado en Liga en casa... Nos sentíamos poderosos. Y recordar que perdimos a los penaltis quedándonos con un jugador menos en la prórroga. Llegamos de una manera estoica hasta el final. En esa suerte de los penaltis Andrés (Palop) estuvo muchísimo, muchísimo más acertado que yo. Es algo también por lo que yo creo que no he mirado atrás este tiempo. Por esa responsabilidad que me pesaba mucho sobre esa tanda de penaltis, que me hacía no querer ver esas imágenes, pero el recuerdo que tengo de ella ahora es el de haber superado escollos muy, muy complicados futbolísticamente hablando, contra rivales con futbolistas que yo admiraba y había visto en la televisión jugar. Creo que crecimos psicológica y anímicamente muchísimo para la vida y para después poder desarrollar mi carrera. Si echamos la vista atrás, yo creo que es gratificante haber vivido esas experiencias.

¿Cómo estaba ese vestuario en Glasgow? ¿Qué te viene a la cabeza si piensas en los momentos posteriores a perder?

Recuerdo muy bien que nos quedábamos a dormir en Glasgow. Dormíamos a las afueras, recuerdo que era un sitio precioso. Una especie de castillo que estaba al lado de un lago. El Espanyol había preparado una cena para todos y había hecho llegar a nuestros familiares hasta allí pensando, claro, en que podíamos ser campeones, aunque también sabiendo cómo podía ser esa cena si no éramos campeones. Y la verdad que tengo un bonito recuerdo de ese día porque lloramos mucho, pero lloramos juntos, que es muy importante llorar juntos en un equipo. Con la gente que nos quiere, sentirnos arropados, y yo creo que eso hizo que fuera un momento bonito pensándolo ahora.

¿Alguna imagen que te venga a la cabeza?

Lo recuerdo como un momento íntimo y bonito. Verte, mirarte a la cara y estar cenando con quien siente lo mismo que tú en ese momento, con quien está decepcionado. La decepción en una derrota existe, por muy bien que lo hayas hecho. Recuerdo que los familiares se fueron a dormir y algunos nos quedamos allí y nos tomamos una cerveza. Yo creo que también todo eso venía de cómo era Ernesto, de cómo es, y de la calma que él tiene y cómo él procesa cada partido y también cada derrota. Recuerdo un Ernesto muy tranquilo, que lo llevaría por dentro seguro, y creo que también ahí a mí me enseñó. Fue un aprendizaje verle cómo él estaba con su familia y cómo reaccionaba... Nosotros éramos chicos muy jóvenes y semejante decepción era complicada de asimilar.

[En un próxima entrega repasaremos la carrera de Iraizoz en el Athletic, donde se convirtió en titular pero también vivió días oscuros]