La tarde más difícil de Jesús Navas: se derrumba en su despedida, rompe a llorar y besa al césped del Sánchez Pizjuán
La afición se vuelca con su mayor leyenda ante el Celta. Le queda el partido en el Santiago Bernabéu y el homenaje el 30 de diciembre, pero el ambiente en Nervión fue inmejorable.

Sobrecogedora, emocionante. Así fue la despedida de Jesús Navas del Ramón Sánchez-Pizjuán. Lo hizo con las botas puestas, de titular y con un impactante homenaje que le derramaron las lágrimas nada más saltar al césped y le bañaron cuando fue sustituido en el minuto 69. No tenía consuelo en el banquillo. Era su día y los aledaños del estadio se poblaron de camisetas del palaciego y recuerdos de todo tipo de la mayor leyenda del Sevilla. Una que ha unido a todas las generaciones: de los más pequeños a los más mayores.
Y es que hoy, el único protagonista fue Jesús Navas. Con un partido importantísimo para el devenir en Liga del Sevilla, sí, pero más aún para la historia del club. El último baile en Nervión del Duende que conquistó el corazón de todos. Comenzó, además, de la mejor forma posible: titular, con un tifo que le espera en su estadio y con todos los títulos que ha cosechado como nervionense sobre el césped. Y con unas bufandas personalizadas que han causado furor entre la afición.
Era un día cargado de emoción y se notó nada más salir al verde acompañado de sus hijos. Jesús Navas ya saltó al verde con los ojos húmedos, y con el himno atronando en las gargantas de la afición, no pudo reprimir las lágrimas y rompió a llorar mientras caminaba por el pasillo formado por todos los jugadores. Después posó con todos sus títulos e hizo el saque de honor.
En el bajo Gol Norte, un tifo que rezaba "El orgullo de Nervión" decoró una foto para la posteridad. Dos fotos suyas, una cuando aún lanzaba carreras en la carretera de Utrera y otra besándose el escudo, cuando regresó al Sevilla tras cuatro temporadas en el Manchester City.
A sus primeros pases le sucedió la ovación. Durante el encuentro desplegó su casta y entrega. Incluso acabó con la rodilla sangrando. Fue una malísima primera parte del equipo y sólo la presencia del palaciego, en la que era su última tarde en el Pizjuán, frenó el estallido de la afición contra el equipo de García Pimienta. La segunda parte fue a mejor para los hispalenses y en el 64' Manu Bueno adelantó al Sevilla. Cinco minutos después, se paró el corazón del Pizjuán. Jesús Navas fue sustituido por Idumbo y el estadio rompió en una ovación histórica. Era el momento que nadie quería que llegara. La leyenda, ahora sí, decía adiós para siempre a la que ha sido su afición.
El jugador volvía a bañarse en lágrimas, roto por dentro en su último baile. Saludó a todos los puntos cardinales y se arrodilló para darle un beso a ese césped que ha surcado en las últimas décadas. Los aplausos serán recordados mucho tiempo. Jesús, ya en el banquillo no paraba de llorar. Es su día más especial y también el más difícil. Él deja su casa y su casa pierde a un hombre que vale más que un título.