ENTREVISTA

Giorgio Venturin asume que fracasó en el Atlético y da explicaciones para que se conozca la realidad: "¿Para ti cómo era Mendieta?"

El italiano llegó al club rojiblanco como fichaje de invierno en enero de 1999. En pocos días todo se le vino abajo. Ahora se defiende en Relevo y pone en valor toda su carrera: "¿Que yo era malo? Esa no es la verdad".

Giorgio Venturin habla por teléfono en su etapa en el Atlético de Madrid./
Giorgio Venturin habla por teléfono en su etapa en el Atlético de Madrid.
Sergio Gómez

Sergio Gómez

Dicen que la comedia es tragedia más tiempo. Giorgio Venturin (Bollate, Italia, 56 años) conoce la fórmula, ya está en edad de aplicarla y en disposición de hablar sin trabas y con un punto de humor del peor momento futbolístico de su carrera. Su fichaje por el Atlético por petición expresa de Arrigo Sacchi, en el mercado de invierno de la temporada 1998-99, le llenó de unos estímulos que se esfumaron al poner los pies en Madrid. "Tuve muy mala suerte. Nada más llegar me vino una gripe impresionante, que eso no lo sabe mucha gente. Estuve casi diez días encerrado dentro del hotel con mi familia. Sufrí un montón. Y a las pocas semanas, el entrenador que me pidió se va. Imagínate", relata a Relevo en conversación telefónica desde Roma.

No quisimos imaginar sino saber y, a golpe de preguntas, pretendimos desenmarañar la madeja que atrapó a Venturin en un Atlético de Madrid en crisis, con el presidente Jesús Gil ingresando en prisión, con la llegada de un Administrador Judicial, con un banquillo convertido en una silla eléctrica y con el traumático descenso a Segunda en la 1999-2000. El exjugador italiano expone numerosos factores que empujaron al equipo al desastre. "En un momento de dificultad creo que muchos intentan salvarse a sí mismos. En un periodo me encontré ahí un poco solo, pero vamos, son cosas que pasan", intenta aligerar el peso. Tomar distancia con aquel año y medio en el Vicente Calderón le ha servido para tamizarlo y separar lo positivo de lo menos bueno. Tal vez por eso, en esta entrevista no rehuyó ningún asunto espinoso y se presentó firme para calibrar con justicia una carrera en la que compartió vestuario con Maradona en el Nápoles, se confirmó en aquel Torino de Lentini, Scifo y Martín Vázquez que llegó a la final de la Copa de la UEFA y disfrutó en esa Lazio que empezó a extender sus alas en Italia y Europa antes de recalar en el Manzanares y cambiar el paso. "¿Que dicen por Internet que yo no era bueno? Esa no es la verdad", se defiende. Y da todas las explicaciones para que el aficionado rojiblanco comprenda.

Te retiraste hace 20 años. ¿Qué hace ahora Giorgio Venturin?

Tú lo has dicho. Mucho tiempo. ¿Por qué ahora una entrevista?

Bueno, me pareces un personaje. Y en España no se sabe mucho de ti salvo tu paso por el Atlético, que, convengamos, no fue muy afortunado. Pero a eso, si me lo permites, iremos luego.

Bueno… Pues dejé de jugar al fútbol en 2005 y ya me quedé en Roma porque jugué mucho tiempo en la Lazio. Luego intenté hacer otras cosas, siempre en el fútbol. Pero para un exfutbolista no es sencillo cuando termina la carrera. La retirada es complicada, sobre todo si has jugado a cierto nivel. Porque se apaga la luz y tienes que acostumbrarte a hacer una vida, entre comillas, normal.

¿Cómo llevaste esa transición?

La verdad es que siempre tuve los pies en el suelo, era bastante reservado. Y además tenía un montón de hijos, entonces siempre he tenido algo que hacer (risas).

¿Cuántos hijos tienes?

Cuatro. Y luego otra hija con mi compañera de ahora. Entonces, he tenido que sacarlos adelante, con todos los problemas que hay. Hace dos meses acabé mi trabajo junto a Mancini, en Arabia Saudí. Estaba en su staff. Allí permanecimos once meses. En noviembre de 2024 acabó nuestra aventura.

¿Cuál era tu rol exactamente?

Hacía de scouter. Iba a estudiar al rival, adelantaba el trabajo al entrenador. Siempre teníamos un plan de los equipos contrarios. Los veía en vivo. Viajaba a Japón, Australia... Fui a un montón de sitios. La experiencia ha estado fenomenal y mereció la pena. Para irme con Mancini tuve que dejar mi trabajo anterior en la federación italiana. Estuve cerca de diez años. Trabajaba con la selección, también estuve en los juveniles, desde la Sub-15 a la Sub-19. Monitorizaba a nuestros jugadores y hacía informes al técnico. Y ahora, esperando otra oportunidad. Soy de una generación que nació con la pelota bajo el brazo y así sigo.

¿Cómo recuerdas tus inicios en el fútbol?

Pues como pasaba antes. Cuando terminaba de estudiar en el colegio, sacaba el balón y me iba a jugar al oratorio o cerca de mi casa. No es como hoy. El de antes era un fútbol de calle que no se puede explicar. Yo crecí en las calles de Bollate, que es un municipio cerca de Milán. En ese fútbol callejero tenías que aprender solo, no teníamos entrenador, obviamente. Con 11 o 12 años jugué en mi primer equipo, no era profesional. Ya en 1984, con 15, me fichó mi primer club profesional, el Torino. Comenzó a ser todo más serio y verdadero. Me fui a Turín solo. Tenían un colegio, donde iba a estudiar por las mañanas y por las tardes, entrenamientos. Aquel era un gran Torino. Lentini, Diego Fuser... Fue un periodo hermoso. Era adolescente, vivía con otros chavales pero ahí supe lo que era un ambiente profesional.

El fútbol italiano era considerado como la cuna de la preparación física. ¿Cómo eran los entrenamientos?

Eran exigentes. Sobre todo en el sector juvenil del Torino. Luego tuvimos un preparador, Sergio Vatta, que fue fenomenal. En aquella época, el Torino sacó un montón de jugadores de la cantera de un nivel altísimo. Lentini, Mardorlini, el propio Fuser, luego Dino Baggio... No es fácil. ¿Cuántos jugadores de la cantera del Madrid se han quedado en el primer equipo? ¿Y del Atlético? No es fácil. Pero en aquel Torino nos dieron la oportunidad. Me preguntabas por los entrenamientos: había bastante físico, no mucho, ¿eh? Pero lo había. Mucha técnica. Esos años 80 no fueron exactamente los del auge de los preparadores físicos. Para mí el punto máximo llegó en los 90, en 1992, 1994.... Ahí empezaron a ser determinantes.

En esos inicios de los 90 coincidiste en el Torino con Rafa Martín Vázquez. ¿Sufrió mucho el cambio de país y de liga? Cuentan que a su llegada, el entrenador, Mondonico, le advirtió de la exigencia y de que aquello no era España.

Para nosotros Rafa era un crack absoluto, bravissimo. También para los hinchas. Se adaptó fenomenal. Porque ese Torino jugaba de una manera casi imposible en Italia. Teníamos a Scifo, Lentini, Casagrande y Martín Vázquez adelante. Eso en mi país era novedoso, una propuesta tan ofensiva... Rafa ha sido uno de los mejores jugadores que ha tenido el Torino, sin duda. Y no le costó mucho adaptarse al otro fútbol más físico porque era un futbolista resistente, tenía una fuerza en las piernas impresionante. Era muy inteligente. Con la pelota hacía lo que quería, a nivel atlético no tenía en absoluto problemas y se rodeó de jugadores tremendos. Con aquel Torino, en la 1991-92 llegamos a la final de la Copa de la UEFA, que sigue siendo el mejor resultado histórico del club en Europa.

Venturin (abajo, el primero por la derecha), en el Torino de Martín Vázquez (arriba, el segundo por la derecha).  CEDIDA
Venturin (abajo, el primero por la derecha), en el Torino de Martín Vázquez (arriba, el segundo por la derecha). CEDIDA

Eras un fijo en el centro del campo pero en 1994 te marchas a la Lazio.

Terminé mi contrato con el Torino, que en aquel tiempo tenía problemas financieros, y se me abrió esta oportunidad. Sobre la mesa tenía dos opciones: la Juventus o la Lazio. Y pensando, no podía ir a la Juve, es el enemigo histórico del Torino. Así que me marché a Roma. La decisión fue correcta porque ahí, en la Lazio, jugué con tipos de talla mundial y saqué mi mejor fútbol. Sin duda.

Para quienes no te vieron jugar, o tienen una imagen de ti algo distorsionada por el tiempo o por los baches, ¿cómo era Venturin?

Un jugador bastante técnico, inteligente en el medio del campo. No tenía un físico especial. No era un crack absoluto, pero era un buen jugador. Tenía que trabajar de otra manera. Jugaba de mediocentro, aunque tuve experiencias en otros puestos. Por ejemplo, en mi primer año en la Serie A, cuando estuve cedido en el Nápoles, el entrenador Alberto Bigon me hizo jugar ¡de lateral derecho!

¿Qué explicación te dio?

Tú me dirás. En el centro del campo tenía a Alemao, Crippa, De Napoli... Era el vigente campeón de Italia.

"Yo era bastante técnico, inteligente en el medio del campo. No tenía un físico especial. No era un crack absoluto, pero era un buen jugador. Tenía que trabajar de otra manera"

VENTURIN

Pocos asocian tu figura junto a la de Maradona en aquel vestuario del Nápoles.

¡Era mi compañero en la mesa cuando comíamos! En aquel momento era una cosa que no me creía. Estaba al lado de Diego. Tengo muchas anécdotas con él, la mayoría no puedo contarlas (risas). Un día teníamos un partido importantísimo de Copa de Europa y Maradona se quedó en casa. No había móviles, claro. No se le pudo contactar. No se presentó en el aeropuerto directamente y simplemente no viajó. Fue una cosa clamorosa. Y no fue la única. Así era Diego.

Venturin (sentado, el segundo por la derecha) posa con Maradona en la foto oficial del Nápoles de la 1990-91.  GETTY
Venturin (sentado, el segundo por la derecha) posa con Maradona en la foto oficial del Nápoles de la 1990-91. GETTY

Viviste los años dorados de la Lazio.

Di Matteo, Nesta, Winter... Fue un periodo dorado, como dices, y los mejores años para mí a nivel futbolístico. También tengo un gran recuerdo de los entrenadores. Zoff, Zeman, Eriksson. Muy serios, profesionales y buenas personas, no sé cómo decirlo. Hoy veo una cosa más... El entrenador de esta época tiene que ser un poco actor, ¿sabes? Tiene que moverse delante del banquillo y dar vueltas porque si no parece que no está haciendo nada y la gente puede pensar que no es buen entrenador. Para mí no es así.

Ya que estamos, ¿a quién, entonces, le darías por ejemplo el León de Oro a mejor entrenador-actor?

Hablo en general, no me refería a nadie en concreto.

Volvamos a la Lazio, pues. ¿Ante quién te cuadrabas?

El capitán era Beppe Signori, pero para mí el jugador que da un salto de calidad en cuanto a fútbol pero también en cuanto a mentalidad fue Roberto Mancini, cuando llegó en el 97. La Lazio era un buen equipo, con grandes jugadores, pero siempre faltaba algo. Empezamos a ganar cuando llegó Mancini. Serie A, Copa, la Supercopa, Recopa...

La sombra del dopaje sobrevuela siempre que se habla de aquella Italia de los 90 y principios de los 2000. A ti te tocó vivir desde dentro ese fútbol.

Jugué en buenos equipos y nunca me enteré de que hubiera nada, como un dopaje programado o algo raro. La única cosa era, bueno, que quizás nos daban de beber aminoácidos. Pero decirse que había una maquinaria preparada para hacer doping, no.

Aminoácidos. Jugadores como Dino Baggio llegaron a declarar tras la muerte de Vialli que tenía miedo, que habría que investigar las sustancias que tomabais en aquella época.

Puede ser que tuviera suerte porque en los equipos en los que jugué nunca, nunca, me pidieron que tomara nada ni hiciera algo raro. Puede ser que en algunos equipos... Porque la polémica que salió fue con la Juventus de Vialli, ya que en el periodo de una o dos temporadas se pusieron con más muslos, se pusieron más fuertes, pero hay que ver que ellos, por ejemplo, tenían un preparador físico que hacía unos trabajos muy potentes, comenzaron a utilizar mucho el gimnasio, cosa a la que antes la gente no estaba acostumbrada.

"Jugué en buenos equipos en Italia y nunca me enteré de que hubiera un dopaje programado. A mí nunca me pidieron que tomara nada ni hiciera algo raro. Puede ser que en algunos equipos... Pero no lo sé"

VENTURIN

Zeman, que fue tu entrenador, se elevó como uno de los críticos con aquellas supuestas prácticas prohibidas. Llegó a exculpar en parte a los jugadores, pero declaró que el fútbol había entrado «en la farmacia».

Me acuerdo perfectamente. Yo trabajé con él en la Lazio y su preparación atlética era impresionante. Pero luego el médico a nosotros no venía a proponernos que bebiéramos esto o aquello. ¿Que luego hubo cosas que se introdujeron en el fútbol, puede que para recuperarse antes? Puede ser, pero yo no lo sé.

Venturin, en la Lazio, intenta quitarle la pelota a Ronaldo, entonces jugador del Inter.  GETTY
Venturin, en la Lazio, intenta quitarle la pelota a Ronaldo, entonces jugador del Inter. GETTY

¿Por qué te vas de aquella Lazio que tan buena pinta tenía, y en el mercado de invierno?

Para ir al Atlético de Madrid (risas).

El currículum me lo sé, pero no las razones de dejar un sitio en el que estabas muy instalado y con el reconocimiento de todos.

Por Arrigo Sacchi. Me llamó y me dijo: 'Necesito un jugador como tú en el Atlético'. Para mí era como hacer un upgrade, un paso al frente en mi carrera. El Atleti era un gran equipo, años antes había ganado el doblete en España. Es un club como Inter, Milan, Juve…

Supongo que también pesó el dinero. Se rumoreó en la época que te pagaban 100 millones de pesetas por temporada (601.000 euros).

Era una oportunidad a nivel económico, claro, pero también una experiencia de vida, vivir y jugar fuera de mi país.

Antes de que pidiera tu fichaje, ¿tuviste relación con Sacchi?

Sí. Él me convocó en el 92 para ir a la selección italiana cuando era el técnico, antes del Mundial de 1994 en Estados Unidos. Italia jugó una especie de triangular para promover el fútbol en América y me llamó para esa tournée. Luego él hizo su carrera, yo la mía y nos encontramos en Madrid en ese enero de 1999.

Te presentaron junto a Santiago Solari, en el Vicente Calderón.

Tengo muy buenos recuerdos de aquel día y de Santiago, que para mí fue de verdad un gran jugador. Luego se marchó al Madrid y el éxito que tuvo lo mereció. Es una persona especial.

Especial.

Sí, especial, increíble. Es distinto. Un ejemplo. Un día me dijo 'creo que voy a empezar a practicar piano'. Bueno, pues en tres meses estaba tocando el pianoforte. Impresionante. Así era él.

Solari y Venturin, en su presentación con el Atlético de Madrid.
Solari y Venturin, en su presentación con el Atlético de Madrid.

Cuando piensas en tu etapa en el Atlético, ¿qué es lo que te dice el cuerpo?

Tengo recuerdos fantásticos, pero te digo la verdad: deportivamente para mí no fue una cosa positiva llegar al Atlético. Luego pienso siempre que al final tuve una experiencia buena porque Madrid es una gran ciudad, la gente es fenomenal y conocí otro país, otro mundo.

Recuerdo que tu primera aparición para el aficionado español fue en la grada del Bernabéu, en un Real Madrid-Atlético...

¡Sí! Llegué en enero, no tenía el tránsfer y vi el derbi en un palco, con vidrio, parecía que estaba metido en un acuario (risas). Me parece que perdimos 4-2 y uno de nuestros goles lo metió Juninho quien, por cierto, fue vecino mío en Mirasierra. Buena gente. Como Bejbl. También creo que ellos en ese periodo sufrieron bastante. Porque cuando el equipo no consigue los resultados y hay problemas… es un sufrimiento común.

Ya me adelantas que sufriste.

La adaptación no fue fácil, nada fácil. Además, tuve muy mala suerte.

¿A qué te refieres?

A casi todo. Yo llegué a Madrid y después de tres o cuatro días me vino una gripe impresionante, que eso no lo sabe mucha gente. Estuve casi diez días encerrado dentro del hotel con mi familia, mis hijos. Sufrí un montón. Cuando llega un jugador nuevo, puede ser que la gente, y también el entrenador, espera que le vaya a ser de gran ayuda desde el principio. Pero yo no pude dar lo que había dado anteriormente en la Lazio o el Torino. Y luego, por supuesto, la gran mala suerte fue que a las pocas semanas de que yo llegara, Sacchi se marchó. Yo fui en enero y él se fue en febrero. Rompió su contrato y volvió a Italia. Entonces, imagina. Un jugador que llega a un equipo nuevo, con todos los problemas que puede tener para adaptarse a una nueva situación, y el entrenador que te ha traído se va después de un mes. No es lo mejor de la vida, ¿no? Y no olvidemos, por supuesto, que el club también estaba pasando momentos terribles. Era cuando el presidente Jesús Gil tuvo un problema muy grande.

"No fue una cosa positiva llegar al Atlético. Tuve muy mala suerte. Estuve encerrado diez días por una gripe muy fuerte; Sacchi, que fue el que me pidió, se va; luego Jesús Gil tuvo un problema muy grande..."

VENTURIN

Un juez ordenó su ingreso en prisión acusado de desviar 450 millones de pesetas del Ayuntamiento de Marbella al Atlético.

En ese momento piensas… '¿pero qué…?'. Luego uno se propone ser profesional, hacer lo que tenemos que hacer y jugar. Pero por todo fue un momento muy difícil para todos, no sólo para mí.

¿Un jugador tiene la capacidad o la habilidad de aislarse de todo lo extradeportivo y rendir dentro?

Yo creo que en el fútbol hay que tener un gran equilibrio en todas las cosas. Hay que tener una propiedad con solidez, fuerte. Luego tienes que tener un entrenador con personalidad, que sepa juntar un vestuario. Y luego hay que tener buenos jugadores. Todas estas sumas consiguen los resultados… Pero por ejemplo en este caso, si pasa lo que pasa con el dueño… La gente no está tranquila.

Supongo que Sacchi te comunicó personalmente que se marchaba y supongo también que aquello fue un golpe para ti. ¿Qué le dijiste en aquella conversación?

Que suerte (risas). Fue un momento, de verdad, muy particular. Personalmente fue como si me faltara algo porque mi seguridad era él. Me llamó él para llegar al Atlético. Si no, hubiera estado en la Lazio muchísimo más tiempo, probablemente.

La pregunta es inevitable: ¿te arrepientes de fichar por el Atleti?

Arrepentirse no es la palabra justa. Pienso que uno tiene que elegir en algunos momentos de su vida y a veces puede ser que eliges la cosa no correcta. Pero uno no tiene la bola de cristal. Hay cosas que no se pueden prevenir.

Venturin, en el Atlético de Madrid.  GETTY
Venturin, en el Atlético de Madrid. GETTY

No sé si prestas mucha atención a lo que se publica en Internet. Cada cierto tiempo aparecen listas de los peores fichajes de los equipos y tu nombre siempre está escrito cuando se menciona al Atlético. Más allá de la ligereza y superficialidad con la que se suelen hacer este tipo de listados, apuesto a que no te hará gracia.

Internet tiene que poner siempre algo para saciar el hambre de la gente. ¿Que no era bueno? Esa no es la verdad. Esto le ha pasado a un montón de jugadores, que en unos equipos eran cracks y llegan a otro sitio y, por lo que sea… Yo te pongo un ejemplo y te hago una pregunta. Para ti, ¿cómo era Mendieta?, ¿qué tipo de jugador era?

Fantástico y con una pegada como pocas.

Llama a un hincha de la Lazio y pregúntale cómo es Mendieta. Es lo mismo. Aquí fue un fracaso, aunque para mí Mendieta es un gran jugador. Es lo mismo. Puede ser que yo en aquella temporada, en aquel momento, no era un jugador para el Atlético. Esto se puede decir. Pero si tú vas a ver lo que hice en el Torino o la Lazio tienen grandes recuerdos de mí. En el Nápoles también, que sólo jugué un año. En la vida de un futbolista son cosas que pueden pasar.

¿Cuál fue tu mayor apoyo en ese Atlético tan convulso?

La verdad que en el momento de la dificultad, yo creo que muchos intentan salvarse a sí mismos. No lo sé, no lo sé. Yo en un periodo me encontré ahí un poco solo, pero vamos, son cosas que pasan porque yo hice toda mi vida en el fútbol y entiendo que cuando hay grandes dificultades no es fácil encontrar ayuda o hacer grupo.

"En momentos de dificultad, creo que muchos intentan salvarse a sí mismos. En un periodo me encontré en el Atleti un poco solo; son cosas que pasan"

¿Echaste de menos un apoyo?

Puede ser. En el fútbol son cosas que pasan. Cuando un equipo no logra resultados, cuando hay problemas con el dueño del equipo… No es fácil. Todos los que pasaron por allí en aquella época sufrieron mucho. Luego recuerdo que el jugador más representativo de nosotros, Kiko, no jugó en todo el año porque tenía los dos tobillos con problemas. Pasó por el quirófano. Fue un poco de todo.

En los primeros seis meses tuviste como técnicos a Sacchi, Aguiar y Antic. Pese a la inestabilidad tú continúas. Y llega Ranieri, italiano. ¿Viste la luz al ver que iba al banquillo un compatriota que, seguramente, tenía una opinión más formada sobre ti y tus cualidades?

En principio yo pensaba que iba a tener más oportunidades. Luego, en los últimos seis meses me quitaron también de las listas.

¿Y cuál fue el problema esta vez?

Los primeros meses jugué poco. Y luego ¿por qué optaron por eso? Te digo. Tenía la oportunidad de regresar a Italia. Y el Atleti me sacó de la lista para poner a Njegus, buen chaval. El club tenía como 26 jugadores. En los primeros meses Njegus estuvo fuera de la lista, desde julio a diciembre. Yo tenía que volver a Italia, en invierno, pero el último día del mercado no se realizó mi traspaso a ningún equipo. Parecía que iba a volver a la Lazio y regresé a Madrid porque no se encontró solución. Y Njegus cogió mi sitio. Entonces, de enero al final de esa temporada 1999-2000 me quedé fuera de las listas. ¿Y qué pasó con el Atlético? Yo no estaba contento con la situación. Entonces, de acuerdo con Miguel Ángel Gil, el hijo del presidente, decidimos romper el contrato y volví a Italia. Estuve un mes sin equipo y retorné al Torino.

Esa temporada, el Atlético tuvo a Luis Manuel Rubí Blanc como Administrador Judicial durante 112 días, de nuevo sufrió sacudidas en el banquillo (a Ranieri le suceden Radomir Antic y Zambrano) y desciende a Segunda División con una plantilla con jugadores como Hasselbaink, Kiko, Molina, Capdevila, Valerón, Baraja... Un trauma.

Muy buena plantilla, pero es lo que hablamos. ¿Cómo es el tema, entonces? Cuando no tienes una tranquilidad en la propiedad y cambian al entrenador cada tres meses, para los jugadores no es fácil. Ese año, después de Ranieri viene otra vez Antic. Tengo un buen recuerdo de él, pero hacía siempre las mismas cosas. En el entrenamiento, por ejemplo. Creo que se quedó en lo que hacía cuando ganaron el doblete. Soy de la opinión que un entrenador siempre tiene que renovarse, buscar algo diferente para no aburrir a sus jugadores. Antic, que fue seguramente un buen entrenador, en ese periodo no tenía el equipo en sus manos.

¿Tuviste relación con Jesús Gil?

No. Bueno, sólo hablamos una vez, cuando el equipo lo estaba pasando muy mal y él quiso hacer un cara a cara con cada jugador, no sé si para sacar algo… Para mí se había acabado todo. Él sabía que yo llegué a Madrid con un entrenador que ya no estaba. Para él yo tenía que marcharme. El quid de la cuestión era esa. Repito: son cosas que en el fútbol pueden pasar. Y volví al Torino.

A casa.

A mi equipo histórico. Aquel año estaba en la Serie B, ganamos el campeonato y ascendimos a la Serie A. Para mí fue un triunfo. Llegué y ganamos. Luego se me acabó el contrato, tenía ya 33 años y los últimos dos o tres años los hice en divisiones menores en Italia. Cuando empecé mi campeonato en Tercera, en el Lodigiani Calcio 1972, después de diez partidos, se me dijo que no podía jugar ya. Así que al final de la temporada se me acabó el contrato y me retiré.

Si echas la vista atrás, ¿qué balance haces de tu carrera?

Como te dije, yo era un jugador, entre comillas, normal. Un buen jugador. Y creo que hice una buenísima carrera. Yo he ganado títulos: una Supercopa con el Nápoles, una Supercopa con la Lazio, dos Copas de Italia, una con la Lazio, una con el Torino… He tenido la suerte de ganar y jugar en la selección, eso no es fácil para un futbolista. Tienes que llegar al equipo justo en el momento justo. Puedo estar bastante satisfecho con lo que he hecho, sinceramente.